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Image credit: USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Los Dodgers siguen siendo los compradores más grandes de los últimos cinco años. La transición de la administración de Frank McCourt a la del grupo Guggenheim fue repentina, y casi violenta. El mega canje que trajo a Adrián González (y a Carl Crawford y a Josh Beckett y a Nick Punto) a Los Ángeles en agosto 2012 anunció una nueva era para los Dodgers, la cual no tendría semejanza alguna con la era anterior. Desde entonces, no han escatimado ni un dólar al servicio del establecimiento de una dinastía en la NL oeste. Y ha funcionado. Han ganado cinco campeonatos divisionales seguidos y cuatro series de postemporada desde entonces. También han invertido cantidades sin precedentes en exploración y desarrollo de talento, y los dividendos obtenidos han resultado tremendos.

Pero si se mantienen a raya durante el remate a cambio de Giancarlo Stanton, me siento obligado a pensar si todo ese esfuerzo fue en vano. Existen reportes que indican que el equipo duda en asumir el contrato masivo de Stanton, el cual asciende a casi US$300 millones durante la siguiente década, y por ende han permitido que los Giants, Cardinals y Red Sox emerjan como los líderes por obtener los servicios de Stanton—quien los Marlins desesperadamente (e inexplicablemente, excepto porque son los Marlins) quieren cambiar este invierno.

El nuevo contrato colectivo de trabajo con los peloteros (CBA) juega un papel en esto: las multas por exceder el límite del saldo tributario por nómina en repetidas ocasiones son más onerosas que antes. O dicho de forma más directa, existen (por primera vez) multas adicionales sobre aquellos equipos que excedan el límite por cierta cantidad, no sólo en forma de cuotas progresivas a los impuestos, sino también por medio de manipulación de elecciones del draft. Esta regla disuade a los equipos a hacer lo que los Dodgers han hecho durante el último lustro, y los Dodgers escucharon el mensaje que los demás dueños hicieron.

De cualquier forma, resulta difícil reconciliar esta nueva disciplina fiscal con la profunda motivación que el equipo siempre ha usado como justificación de dichos grandes gastos. El presidente del equipo Stan Kasten (anteriormente más vigilante de su presupuesto, cuando ejerció el mismo rol con los Braves en la década de los noventas) ha dicho en más de una ocasión que los Dodgers deben competir para jugar la Serie Mundial todos los años, y que esperan y necesitan ganar la Serie Mundial.

La misión de estos Dodgers es no desperdiciar a Clayton Kershaw, y en el camino se han topado con un puñado de jugadores que también son muy buenos como para desperdiciar—una base que ha sido usada de manera artificial para abrir otras, al recontratar a Kenley Jansen, Justin Turner y (miembro no-base) Rich Hill el invierno anterior. La temporada pasada finalmente llegaron al Clásico de Otoño y se quedaron a un triunfo de ganarlo. (Se quedaron a unos cuantos outs—los outs que verdaderamente cuentan y que no lograron en los Juegos 2 y 5).

Quitar el pie del acelerador sería una contradicción a su misión. La ventana generada por la aparición de Turner, Jansen y Yasiel Puig como complementos de Kershaw, la ventana que extendieron al recontratar a Turner y Jansen y virtiendo incontables millones hacia un elenco, parece estar más abierta que nunca. Además de los nombres antes mencionados, ahora cuentan con jugadores base más jóvenes en Corey Seager y Cody Bellinger, apoyados por Chris Taylor y Austin Barnes, quienes tardaron un poco más en destacar.

Stanton puede salirse de su mega contrato después de la temporada del 2020 si así lo decide. Las tres temporadas hasta entonces deberían ser en las cuales los Dodgers finalmente logren su objetivo. A pesar de contar todavía con un sistema de ligas menores estupendo y de contar con un primer equipo y una oficina matriz de primer nivel, no es posible (o razonable) proyectar que la siguiente base de jugadores clave serán del nivel de Kershaw/Turner/Jansen/Seager/Bellinger. Mientras los primeros tres produzcan al nivel de su máximo valor, y antes de que los últimos dos sean hilarantemente caros, los Dodgers deben hacer lo correcto.

Necesitan seguir apareciendo en la Serie Mundial exactamente dentro de esa ventana de tres años. Quizá Stanton no anule su contrato, o tal vez se lesione o su taza de strikeouts se dispare, o posiblemente resulte un albatros durante las últimas siete campañas. Mientras tanto, es exactamente lo que los Dodgers necesitan. Él es una oportunidad extremadamente rara que se le presenta a lo quizás sea el mejor equipo en el béisbol y hacerlo todavía mejor. Si el único escollo entre él y el equipo es el agobio que su contrato representa para el director de scouting y los administradores, necesitan hacerlos a un lado y jalar el gatillo.

Existe también, desde luego, un argumento en contra de adquirir a Stanton. Los Dodgers vieron un progreso alentador en Puig la temporada anterior, pero todavía es considerado como un activo bastante volátil y caro alrededor de la liga, así que el equipo tendría que quedárselo y mover a Stanton al jardín izquierdo o recibir menos de lo deseado por Puig. (Asumiendo que una reunión Don Mattingly-Puig está totalmente descartada.) Si Puig se quedase, seguramente Joc Pederson sería dado de alto (de hecho, podrían enviar a Pederson a los Marlins).

Mientras Stanton y Puig se mantengan saludables (algo que no podemos asumir que ocurrirá con frecuencia), Taylor y Andrew Toles—quien surgió como un jugador tipo Taylor en 2016 y sufrió una lesión de rodilla en mayo—compartirían el jardín central, con Taylor como suplente de Logan Forsythe en segunda base también. Esto generaría una plantilla demasiado extensa, como menos. Pero no significa que haría mejores a los Dodgers.

Solamente los haría más agresivamente posmodernos de la forma que definen y asignan puestos. También les daría el lineup más letal de la liga, a diferencia de ser el tercero, detrás de los Cubs y los Nationals (con buena salud para todos, claro está). Si los dueños de los Dodgers asintieron pagar el monto del enorme contrato de González en 2012 y estuvieron más que dispuestos a recontratar a Hill mientras que los lanzadores de cristal Brandon McCarthy y Scott Kazmir estaban en su nómina en 2017, esa ayuda para llegar al frente valdrá la pena financiera que ocasionaría.

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