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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Carlos José Lugo

En 2017, Dos jardineros de desarrollo tardío disfrutaron de exitosas temporadas para equipos del medio-oeste.

Avisaíl García bateó .330/.380/.506, valido para un Promedio Verdadero (TAv) de .293 que fácilmente superó todas sus campañas anteriores. Comparado famosa y frecuentemente a Miguel Cabrera (cuando eran miembros de la misma organización) durante sus días de prospecto, García era inconsistente y proclive a lesionarse a lo largo de sus primeras cuatro temporadas en las mayores. Como atleta, era poco convincente y un bateador muy debil para un defensor de piernas tan pesadas. Al momento de la anterior temporada baja, García era candidato a no recibir oferta de contrato de su equipo. Los White Sox sin embargo, lo retuvieron, decidiendo utilizar su transición a una fase de reconstrucción como una oportunidad de echarle otra mirada a García, y ver cómo este respondía a la presencia del nuevo manager Rick Rentería.  Las cosas no pudieron haber salido mejor.

Los Cardinals tomaron una decisión menos proactiva con Tommy Pham. Teniendo la posibilidad de retenerlo aun sin colocarlo en el roster de 25 jugadores al finalizar el campo de entrenamiento, estos hicieron justamente eso, asignando a Pham al equipo de Memphis en Triple-A y de esa manera poder acomodar en el equipo grande a Stephen Piscotty, Randal Grichuk, José Martinez, y Matt Adams. Al forzar Pham su ascenso a las mayores, lo hizo incluso mucho mejor que García, bateando .306/.411/.520, bueno para un TAv de .332. Pham encontró el éxito al conseguir los lentes de contacto correctos que le ayudaron a combatir una condición degenerativa en sus ojos, y utilizó su visión mejorada para afinar un enfoque significativamente mejor al plato.

García siempre fue un bateador agresivo, pero en 2017 se superó. De los 223 bateadores que vieron al menos 1,500 lanzamientos la temporada pasada, la proporción de swings de García a lanzamientos en la zona de strike (más del 82 por ciento) fue la más alta de la liga.  Pham, por el otro lado, abanicó menos que nunca, y su proporción de swings a lanzamientos fuera de la zona (19.7 por ciento) fue la sexta más baja del béisbol. Los dos sluggers derechos movieron sus respectivos enfoques a los extremos, y les funcionó.

A pesar de lo distintos que son sus enfoques, los dos comparten sorprendentes similitudes en su swing y el perfil de pelotas bateadas o puestas en juego. Ordenemos a los 144 bateadores que calificaron para el título de bateo el año pasado por rodados conectados, y García y Pham aparecen en los puestos 11 y 12, respectivamente. Ambos mejoraron de forma parcial la campaña pasada porque jalaron la pelota con mayor frecuencia (García, en particular, vio cómo su nuevo y más esbelto físico le facilitó encontrar y hacer contacto con la pelota enfrente del home plate), y los dos estuvieron bien por encima del promedio en evadir elevados en el cuadro interior (García tuvo la novena proporción más baja en el béisbol; la de Pham fue la decimoquinta más baja). El BABIP de .393 de García de seguro luce como una anomalía, pero tengamos en cuenta que él es un bateador derecho de líneas.  El BABIP de .368 de Pham tampoco es tan sorprendente, tomando en cuenta el perfil similar.

Trasladándonos ahora al 2018, García tiene 27 años con pedigrí de prospecto y un extenso (pero inestable) historial de liga mayor. Pham es un hombre de 30 años cuya temporada de consagración deja marcas más claras de una excelencia sostenible, pero que también ha ido al bate menos de 900 veces en grandes ligas y que tiene además señales de alertas físicas y tangibles. A continuación, las proyecciones de PECOTA para los dos jugadores en la próxima temporada:

Jugador PA AVG OBP SLG TAv WARP
Garcia 589 .275 .329 .431 .264 1.6
Pham 628 .266 .356 .447 .279 1.7

El Sistema de proyección muestra mayor confianza en la consagración de Pham que en la de García. (La cercanía de sus proyecciones de WARP se debe a una proyección negativa drástica en la defensa de Pham en el jardín central, lo cual es justo, pero quizás excesivamente pesimista.) De nuevo, Pham fue unos 40 puntos de TAv superior a García en el mencionado año de consagración para ambos, lo cual quiere decir que la proyección no es entonces tan chocante. Debido a la superior disciplina al plato de Pham, tampoco debe ser algo que motive muchas miradas de asombro. Yo sospecho, sin embargo, que más bien se pierde el punto y que quizás aspectos que el sistema toma solo de manera superficial, deberían mantener una mayor consideración.

Por señalar algo, estos dos jugadores encajan libremente en un perfil que ha impregnado la población de bateadores en el béisbol durante la última década. Ambos no son solo bateadores derechos, atléticos y orientados a batear líneas, pero dependientes de un BABIP tan alto como el cielo para poder sostener su nivel de éxito. Hombres como estos están, últimamente, por todas partes. Yasiel Puig entró al béisbol como una versión más poderosa de este tipo. Miguel Sanó es una versión de Puig más proclive a los ponches. Dieciséis bateadores derechos calificaron para al título de bateo y tuvieron un BABIP sobre los .340 la pasada temporada, eso empató con la campaña 2014 para la mayor cantidad de jugadores de ese tipo en la historia. En el 2010, hubo solo seis jugadores con esas características.

Ese perfil, sin embargo, tiende a ser sostenible únicamente para jugadores jóvenes – mientras sus piernas permanecen lo suficientemente ligeras para permitirles el ocasional infield hit, y mientras sus bates cruzan por la zona de strike con la rapidez suficiente para crear una velocidad de salida en sus batazos lo más alta posible. De esos 16 bateadores derechos de alto BABIP la temporada pasada, solo tres (Lorenzo Cain, Buster Posey, y Mark Reynolds) tenían 30 o más años de edad. En tal virtud, quizás la edad de García pueda decirnos algo sobre su habilidad para repetir su desempeño, y la de Pham pues nos hable de una dudosa posibilidad de que repita el suyo – y quizás PECOTA no esté capturando eso de manera apropiada.

Una cosa más, la disciplina de Pham al plato es ciertamente mejor que la de García, pero puede que sea un poquito menos brillante que lo que aparenta basada en los números que este colocó. La liga en general se tomó un largo tiempo para encontrar la manera de ajustarse a Pham, y sus porcentajes mes por mes de lanzamientos vistos en la zona de strike así lo revelan:

Mes Zona %
May 51.4
June 51.9
July 49.7
August 49.5
Sept./Oct. 48.9

El promedio de Zona% para la liga fue de 47.9 por ciento, o sea que Pham vio un mayor número de strikes que el bateador típico aun para finales de la temporada. Dado su perfil de pelotas puestas en juego, los lanzadores tuvieron relativamente poco temor en lanzarle, aun cuando este estuvo enseñando un poder sólido, y sus proporciones de swing tanto temprano en los conteos (primer lanzamiento, 0-1, 1-0, 1-1) y cuando estaba delante en los mismos (2-1, 3-1, 2-0, 3-0) quedaron ambas en el quintil más bajo de la liga, o sea que él estuvo acomodando la agresividad de los lanzadores. Es difícil confiar en esa minúscula proporción de swings fuera de la zona, tomando en cuenta que Pham nunca ha sido tan perspicaz al plato en el pasado, y cuando la liga claramente nunca realizó el conjunto de ajustes que les esperan a todos estos monstruos derechos del BABIP después de unos cuantos meses estelares.  Dicho esto, puesto que sus números en ligas menores son sólidos, PECOTA confía ampliamente en que esta temporada fue el esperado resultado de este jugador permaneciendo saludable y recibiendo una oportunidad de juego extensa.

La ausencia de una disciplina al plato de nivel superior de parte de García, ciertamente ensombrece nuestra percepción acerca de su surgimiento ofensivo pero no es un detrimento, en la misma forma que la excelencia de Pham en esta área puede ser vista (y quizás sobre estimada) como una bendición. García se ha enfrentado a la Liga Americana completa, más de una vez. Ha transitado por largos y dolorosos periodos de ajuste. Aunque es poco probable que repita lo que hizo en el 2017, es igual de improbable que la liga redacte un nuevo libro sobre él y devuelva los avances que logró.

El mismo argumento puede hacerse acerca de los méritos relativos de las tendencias de ambos bateadores en el uso del terreno a la hora de hacer contacto, y la respuesta de las defensas contrarias a ello. Tanto Pham como García batearon más del 85 por ciento de sus rodados en algún lugar hacia la izquierda de la zona de alcance típica de un segunda base (o sea, por el medio o hacia el lado izquierdo del cuadro interior), pero García vio el shift defensivo con más frecuencia (y más efectividad) que Pham la temporada pasada, en parte porque la liga aún estaba tratando de encontrar la mejor forma de alinear la defensa en contra de este último.

Todo se reduce a lo siguiente: PECOTA no parece estar inclinado a conceder un peso significativo a la información implícita que podemos deducir de las curvas en las carreras de García y Pham.  El sistema no toma en cuenta las decisiones tomadas por los equipos de García (como promoverlo muy temprano en su carrera y retarlo a enfrentar lanzadores de grandes ligas) como un elogio a su adaptabilidad general, ni tampoco toma en cuenta las decisiones tomadas por los Cardinals (explorar otras opciones y preservar a Pham hasta que fue el claro próximo jardinero en lista de espera) como un desmentido a la aparente sostenibilidad de su repentino éxito. Eso está bien; esas serían cosas muy difíciles de programar correctamente en un sistema de proyección objetivo.

Puesto de que sin embargo los conocemos, y porque sabemos que el perfil que ambos han labrado funciona mucho mejor en jugadores más jóvenes que en aquellos de picos de carrera tardíos, pienso que debemos considerar los números proyectados, y mentalmente hacer un ajuste hacía arriba para García, y hacia abajo para Pham. Nadie me ha preguntado cuál de estos dos peloteros será mejor en 2018, o me ha pedido compararlos como bateadores. Este escrito, no obstante, no debe verse como un puñetazo para tratar de derribar a un hombre de paja. Mi esperanza es introducir a través del mismo algunas ideas acerca de la forma de interpretar (y las muchas otras maneras de malinterpretar) las proyecciones, y sobre las dinámicas especificas del béisbol moderno que aun las relativamente avanzadas métricas podrían no explicar perfectamente.

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