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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Marco Gamez

Cuando Chris Paddack subió al montículo en la parte superior de la primera entrada para los Padres el lunes por la noche, dejó en claro de inmediato una cosa: estaba dispuesto a dominar. Trabajó una primera entrada rápida, ponchando a Jarrod Dyson con tres lanzamientos, hizo que Ketel Marte fallara con roletazo al campo corto, y luego ponchó a Eduardo Escobar  con solo tres lanzamientos más. Necesitó solo nueve envíos para hacer el trabajo, no porque los Diamondbacks tuvieran tres pobres turnos al bate para comenzar el juego, sino porque Paddack llenó la zona de strike con envíos de calidad.

Paddack lanzó con el tipo de mentalidad de “vete al demonio” que está reservada solo para los competidores más feroces. Su repertorio es lo suficientemente bueno para que tenga éxito, pero ese fuego total y competitivo ciertamente ha ayudado a impulsar al novato a su nuevo estatus como uno de los mejores lanzadores del béisbol. Sin embargo, no hace tanto tiempo que uno podía calificar a Paddack como un lanzador tipo comodín.

Después de ser reclutado en la octava ronda por los Marlins proveniente de una escuela de secundaria en Texas, fue ubicado rápidamente en la Liga de la Costa del Golfo. En 2016 lo asignaron a una liga de temporada completa y esa decisión pudo haber parecido agresiva en ese momento, pero Paddack ponchó a 48 y otorgó solo dos bases por bolas en sus primeras seis aperturas. Un intercambio a fines de junio con los Padres por el cerrador Fernando Rodney vio al derecho cambiar de una costa a otra, y ahí fue cuando las cosas se pusieron difíciles. Hizo únicamente tres aperturas en la Liga del Medio Oeste antes de lastimarse el codo, obligándolo a tener la cirugía de Tommy John.

El lanzador que Paddack es hoy estaba lejos de presagiarse en 2016. ¿Cómo se recuperaría? ¿Se recuperaría por completo? ¿En qué medida la lesión y la cirugía disminuirían sus proyecciones profesionales? Todas esas eran preguntas válidas en aquel momento, y aunque tenemos la suerte de presenciar a Paddack hoy como un feroz y fuerte lanzador, hubo momentos difíciles tras bastidores que pusieron a prueba física y emocionalmente a un joven de tan solo 20 años de edad.

Su resurgimiento habla por sí mismo. Se sometió a la cirugía a mediados de agosto de 2016 y se perdió toda la campaña de 2017. Subió un nivel para comenzar 2018, dominó, luego cerró la temporada con una excelente actuación en Doble-A. Se presentó a los campos de entrenamientos con los Padres esta primavera después de hacer menos de 10 aperturas por encima de clase-A y los resultados están ahora ante nuestros ojos en el escenario más importante.

Paddack, por supuesto, no fue el único lanzador que se sometió a la llamada Cirugía Tommy John en 2016. Desde hace varios años, Jon Roegele mantiene una base de datos de todas las cirugías TJ que son reportadas. En el año en que Paddack se sometió al procedimiento, hubo un total de 135 casos. Si bien Paddack ha emergido de la base de datos como un exponente de excelencia, ese no es el resultado más común. De esos 135 jugadores, 127 eran lanzadores, y los siete restantes eran jugadores de posición.

La lesión resultó ser el final del camino para 22 jugadores de la muestra, ya que no aparecieron en las estadísticas oficiales después de la cirugía. La tasa de deserción fue del 16.3% en la muestra de un año, lo que no se ve tan mal a simple vista. Pero no todos los jugadores son creados iguales. Para algunos fue el final de un largo viaje que no se dirigía hacia una lucrativa carrera de grandes ligas. Para otros, fue la sentencia de muerte de un viaje que apenas había comenzado. Pero para la mayoría, fue un bache en el camino.

Sin embargo, volver a la acción no es el único objetivo. Un jugador debe ser productivo al regresar para poder continuar su carrera en serio. Allí, las cosas se ponen un poco más complicadas para la clase de operados TJ 2016. De los 113 jugadores que volvieron a la acción, hubo 10 que fueron tan ineficaces al regresar que nunca volvieron a ponerse en marcha.

Jimmy Reed, zurdo de la Universidad de Maryland, fue reclutado en la sexta ronda de 2013 por los Cardinals. Se sometió a la operación TJ en abril 2016 y regresó un año después. Había subido a Triple-A antes de su lesión en el codo y fue a Doble-A cuando comenzó la temporada 2017. Pero se terminó rápidamente, ya que lanzó solo 6 2/3 entradas inefectivas, volvió a la lista de lesionados y fue puesto en libertad poco después. No ha jugado en ninguna liga de beisbol desde entonces. La tasa de deserción aumenta a 23.7% cuando se toma en cuenta a los que regresaron a la acción, pero sin éxito alguno.

Hay mucho ruido en una muestra de este tamaño y es casi imposible explicar la calidad aquí. Los jugadores de ligas menores son dejados en libertad y/o se retiran frecuentemente. Es parte del negocio. Una forma de intentar medir el éxito de un retorno tras la cirugía TJ es ver qué jugadores todavía están subiendo la escalera. Al descartar a los jugadores de Triple-A y Grandes Ligas en la muestra, solo 32 jugadores (30.4%) en la clase de operados TJ 2016 han logrado ascender dos niveles desde su lesión.

Esa cifra incluye a lanzadores como Paddack, Jonathan Loaisiga, y Drew Rasmussen, este último teniendo dos cirugías TJ y ascendiendo rápidamente a Doble-A después de destacar en la Universidad de Oregon State. Pero esas son las excepciones y seguramente no la regla. Un poco más del 50% de los jugadores han subido en la escalera desde que regresaron de la cirugía TJ, y si bien es injusto culpar a la lesión de todas las carreras estancadas y prematuramente terminadas, es de suponer que si tiene algún tipo de influencia en casi todos los casos.

Si bien la cirugía de Tommy John parece ser rutinaria en la actualidad, los peloteros como Paddack, Loaisiga, Yimi García, y Marco Gonzales son los exitosos extremos atípicos. Casi el 30% de sus compañeros de esa clase cirugía TJ han sido puestos en libertad, se retiraron, o están actualmente etiquetados como agentes libres. Muchos otros están clasificados como “activos” pero no han registrado estadísticas en un año o más. Las probabilidades de llegar a las mayores ya son escasas, pero solo siete jugadores que se sometieron al procedimiento en 2016 mientras conservaban el estatus de prospecto han llegado a las mayores desde entonces. Eso es solo el 6% de la muestra, aunque uno esperaría que aumente un poco con el tiempo a medida que algunos de los jugadores más jóvenes progresen.

Ver la cirugía Tommy John como un procedimiento de rutina que simplemente le hace perder tiempo al desarrollo de un jugador es una apreciación que parece quedarse corta. No es el fin de la carrera como solía ser, pero sigue siendo una situación de alto riesgo para cualquier jugador, especialmente para los lanzadores. Puede que Paddack lance como si no le importara que haya tenido que operarse hace solo tres años, pero es francamente una rara historia de éxito. Tal vez es por eso compite como si cada lanzamiento fuera el último de su carrera.

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