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Image credit: USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Hablamos mucho sobre los equipos que pierden para reconstruir, ya que esta actividad está tangencialmente relacionada con casi todo lo que nos interesa en la vida. ¿Salarios de peloteros? Cuando hay reconstrucción, ayuda el suprimirlos. ¿Agencia libre? Durante reconstrucciones, esta se ralentiza. ¿Prospectos? El coleccionarlos es, frecuentemente, el punto de una reconstrucción. Incluso si eres aficionado de un equipo competitivo, un equipo en reconstrucción impacta lo que observas al menos de vez en cuando.

Existen muchas aristas en la discusión sobre una reconstrucción moderna, pero hoy vamos a intentar mirar a varios equipos que en verdad son muy malos bajo un nuevo lente. Vamos a ver una reconstrucción acerca de…Harold Ramírez.

Ramírez, como probablemente sabes, es un jardinero de 24 años de edad quien fue ascendido por los Marlins hace cinco días. Ex prospecto de Pirates y Blue Jays, Ramírez optó por firmar con Miami como agente libre de ligas menores esta temporada. También se encuentra, según una estimación muy aproximada, entre los jugadores número 650 y 900 mejor equipados para desempeñarse a nivel de Grandes Ligas en el planeta tierra al día de hoy.

Y sin embargo, Ramírez podría no ser lo suficientemente bueno, porque, aparte de unas semanas en septiembre, su profesión elegida sólo ofrece 750 empleos en cualquier momento dado. Treinta equipos tienen una plantilla de 25 peloteros, y mientras que un quinto o más de cada plantilla cambia en conjunto durante el transcurso de la temporada, 500 o más jugadores están bastante bien instalados en su condición de jugadores de Ligas Mayores en un momento dado.

El punto es: esas quintas partes inferiores de las plantillas de todos—las partes compuestas por los jugadores que están luchando por un puesto en la plantilla de Grandes Ligas todos los días—esos jugadores provienen de un grupo increíblemente amplio. En 2019, había 1,377 jugadores que pasaron por lo menos un tercio de una entrada en un diamante de la Gran Carpa, 1,256 jugadores que obtuvieron por lo menos una aparición al plato, y hasta 800 que lanzaron por lo menos un lanzamiento de Grandes Ligas. Si pretendiéramos por un momento que la distribución del talento fuera lineal en los 30 equipos y que cada equipo hiciera un ciclo a través de sus 2 ó 3 jugadores en la parte baja de la clasificación y de sus 3 ó 4 lanzadores cada temporada, eso dejaría entre 150 y 210 puestos medio abiertos para unos 800 y 900 jugadores desesperados por establecer o restablecer sus carreras.

Afortunadamente para jugadores como Ramírez, dicha distribución de talento es completamente desigual entre los 30 equipos del béisbol. Los Marlins y los Astros están ostensiblemente jugando con las mismas reglas y con el mismo objetivo en mente, pero sabemos que en realidad no lo están haciendo. Los Dodgers y los Orioles emplean a 25 jugadores de béisbol de Grandes Ligas diariamente, pero esos jugadores y las plantillas que forman no son iguales. Y dentro de esos equipos que se encuentran en el fondo del espectro competitivo, los que están en reconstrucción, hay oportunidades para jugadores como Ramírez.

Sin meternos demasiado en los detalles, digamos que siete equipos esta temporada—los Orioles, Blue Jays, Tigers, Royals, White Sox, Rangers y Marlins—realmente no están tratando de ganar mucho en 2019. Es probable que esos siete equipos estén pasando por mucho más de una quinta parte de sus plantillas mientras audicionan a sus prospectos, descubren a relevistas e intentan sacar el máximo provecho de veteranos intercambiables. Un tercio, o incluso la mitad de los puestos en la lista de estos equipos pueden estar disponibles a lo largo de la temporada, abriendo docenas y docenas de oportunidades para los Ramírez del mundo.

Tan importante como la cantidad de oportunidades que ofrecen estos equipos es la calidad de estas oportunidades. Bajo circunstancias especiales, Ramírez podría jugar un rato con un contendiente como los Red Sox de 2019, los Cubs o los Phillies. Pero, salvo una actuación milagrosamente sobresaliente, sólo como un “cuidador de posición”, y probablemente sin el tipo de exposición consistente necesaria para poner a prueba su temple al máximo nivel.

¿Pero en estos equipos de reconstrucción? Estos equipos son propensos a darle a tipos como Ramírez la oportunidad de probar que pertenecen a las Ligas Mayores, porque, pues, es mejor que la alternativa. Hemos hablado mucho de Ramírez, porque es exactamente el tipo de jugador de “rol más-o-menos-45” que puede caerse entre las grietas; un bateador de jardín de  esquina con mejores habilidades para conectar que para el OBP y sin mucha potencia o valor defensivo. Algunos consideraron a Ramírez como uno de los 100 mejores prospectos hace apenas unos años; hay un poco de potencial, y a veces, sólo de vez en cuando, Harold Ramírez se convierte en, digamos, Mitch Haniger. Incluso un resultado que cae en ese sentido—una carrera como la de Justin Maxwell, por ejemplo—es una victoria para Ramírez en comparación con toda una vida en Triple-A.

Reemplaza a Ramírez con el que más te guste en tu organización, ya sea un “bateador Cuádruple-A” o un “quinto abridor” o un “post-prospecto” que te encanta; para estos jugadores, puede ser realmente bueno que más equipos se estén reconstruyendo. Cuanto mayor sea la incertidumbre entre los 750 lugares sagrados de Grandes Ligas, mayores serán las oportunidades disponibles para activos no probados.

Esto no es un concepto revolucionario, ni tampoco un espaldarazo a las reconstrucciones, pero realza la complejidad de muchos de los problemas más importantes del juego en la actualidad. El Sindicato de Jugadores (MLBPA) puede presionar para forzar a los equipos a gastar más, detener la manipulación de tiempo de servicio y poner un mejor producto en el campo. Eso podría ser mejor para el próximo Vladimir Guerrero Jr. pero peor para el próximo Harold Ramírez.

Pero, un nuevo sistema que cubre la gigantesca brecha en calidad de vida experimentada entre la MLB y Triple-A puede disminuir la urgencia que Ramírez y sus colegas deben sentir. Pero, otra vez, aunque mejor para Ramírez, tener muchos equipos al mismo tiempo puede decirse que perjudica a jugadores con menos potencial a largo plazo pero con especializaciones más actualizadas—esos lanzadores especialistas en zurdos, jardineros utilitarios, etc.—que los contendientes necesitan, pero que los reconstructores realmente no. Aunque todas las partes se pusieran de acuerdo para intentar construir un futuro mejor para los jugadores, no hay una respuesta fácil en cuanto a cómo ese futuro puede y debe ser exactamente.

Independientemente de lo que los futuros contratos colectivos remodelados tengan reservado para el béisbol, nuestra realidad actual puede ser buena para Ramírez y compañía, incluso si es mala para muchos otros. Si eres los Marlins, ¿por qué no darle a Ramírez 300-400 apariciones al plato para ver qué puede hacer? Y si eres un agente libre de ligas menores como Ramírez, ¿por qué no fichar con un equipo como los Marlins, que parecen dispuestos al menos a darte posibilidades reales de triunfar o fracasar?

Nada de esto es para decir que el MLBPA no debería estar presionando fuertemente por un sistema mejor que el que está ahora. Pero para tantas consecuencias negativas imprevistas (y deseadas) como la estructura actual nos trae, tal vez podamos consolarnos con las oportunidades que ofrece a tipos que no tendrían suerte si todos los equipos estuvieran compitiendo. Lo más probable es que Harold Ramírez sea sólo Harold Ramírez, pero sería bueno ver que tiene una oportunidad real de convertirse en algo más.

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