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Image credit: © Rhona Wise-USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Los Chicago Cubs contratan al Shōta Imanaga por cuatro años y $53 millones de dólares, con una opción del club a un quinto año.

Anótenlo, amigos. El 10 de enero de 2024, los Cubs hacen su primer movimiento no-directivo que afecta a su plantilla durante la temporada invernal. El club terminó a un juego de un puesto en la postemporada (el equipo que los superó por el sexto lugar llegó a la Serie Mundial, por si lo olvidaste), y la gerencia ha mostrado toda la urgencia de Stanley en The Office.

Todavía tienen que cubrir la baja de Cody Bellinger y de Jeimer Candelario, fichado a mitad de temporada. Hasta ayer, la ausencia de Marcus Stroman también se vislumbraba un tanto ominosa. No porque los Cubs no tengan opciones internas—Matt Mervis probablemente merece una oportunidad con un poco más de recorrido en la primera base, la aparición de Mike Tauchman permitió a Bellinger deslizarse a la primera (y Pete Crow-Armstrong ya debutó el año pasado), y en la tercera tienen a Nick Madri—bueno, hay que encontrar a alguien para la antesala. El fichaje de Imanaga empuja a Hayden Wesneski, Javier Assad y/o Caleb Kilian fuera de la rotación—ninguno de ellos son opciones de quinto titular totalmente objetables—y da a la organización un poco más de libertad a alguien como Cade Horton, que debería debutar esta próxima temporada.

Sin embargo, si dentro de un mes, más o menos, uno abriera obedientemente su edición del Anuario 2024cómpralo aquí! ¡Ya está terminado y en manos del editor!), vería que en el momento de la publicación PECOTA proyectaba 81.1 victorias para los Cubs. Eso es dos partidos por debajo de donde Chicago aterrizó la temporada pasada, y una brecha de nueve partidos de su récord pitagórico. Y PECOTA esperaba que los Cubs ganaran un poco más de 77 partidos cuando se lanzó a mediados del pasado mes de febrero (el sistema está predispuesto a desconfiar de los equipos jóvenes que todavía están estableciendo sus bonafides). Sin embargo, incluso si el sistema está seis triunfos (dependiendo de la fecha de proyección que se elija) por detrás de Chicago, como lo estuvo el año pasado, 87 victorias no ha ganado la División Central de la Liga Nacional desde 2007. Este tipo de inacción, especialmente con tanta incertidumbre en la plantilla, tiene poco sentido para un club en esta posición.

Los Cubs ya tienen un abridor que podría ser un as en el futuro—podría decirse que Justin Steele ya se ganó esa etiqueta el año pasado al ser el décimo abridor más valioso de la Liga y quedar quinto en la votación del Cy Young, una carrera en la que había tenido bastante más fuerza hasta que cedió 15 carreras limpias en sus tres últimas salidas. Pero sólo hay que mirar a las masas de agentes libres (casi la mitad de nuestros 50 agentes libres siguen sin firmar) y recordar la breve ascensión de Jack Flaherty para ser cautelosos. También tienen un as del pasado en Kyle Hendricks, aunque ha sido una opción por debajo de la media (aunque por encima del reemplazo) en cada una de las últimas tres temporadas. Están añadiendo un as del presente, aunque hasta la fecha lo ha hecho a unos 8,000 kilómetros de cualquier estadio en el que su producción pueda afectar al rendimiento de un club de la MLB.

Imanaga tiene 30 años, unos cuantos más que Steele y cuatro menos que El Profesor, y en su última temporada en la NPB realizó una campaña a la altura de cualquiera de ellos, ponchando al 29.2% de los bateadores y caminando a un minúsculo 3.7% (ambas cifras máximas en su carrera). Imanaga también ha sido duradero, lanzando al menos 140 entradas en cada temporada desde 2016, excepto el año de la pandemia. En las últimas temporadas promedió casi 20 outs por salida, aunque nunca ha iniciado más de 25 juegos en una temporada.

Esa proyección de los Cubs ya incorpora 145 innings anticipados de Imanaga, quien es el raro lanzador reciente de la NPB que PECOTA y DRA- no califican bien, con un 115 DRA-. Es muy factible que el zurdo proporcione más entradas de las que nuestro equipo de plantillas de profundidad anticipa, ya que promedió 155 entradas en las últimas tres temporadas en Japón, pero vale la pena señalar que juntó esos innings en un calendario de descanso más extenso de lo que es probable que reciba en los Estados Unidos. Eso significa más oportunidades de registrar entradas, pero también menos tiempo entre salidas para acumular resistencia. Como señala R.J. Anderson, de CBS Sports, Yoshinobu Yamamoto, por el contrario, promedió 186 entradas por año en el mismo período.

¿Por qué es tan sombría la proyección de Imanaga? Aunque ofrece un conjunto completo de lanzamientos, en realidad sólo se apoya en dos de ellos, y Anderson señala que lanza su bola rápida ascendente o su slider rápido tres de cada cuatro lanzamientos. Si bien la bola rápida de Imanaga cuenta con un montón de quiebres verticales inducidos, no es un lanzallamas, por lo general se asienta en las 90 millas. No necesita aumentar la velocidad para perder bates gracias a su bajo punto de salida y a la cantidad de efecto que imparte a la bola, pero los bates de la MLB también podrán hacer daño de forma más consistente en sus errores que los bateadores de la NPB. Su slider fue un molino de viento en Japón y debería seguir siéndolo aquí. Tiene una acción horizontal impresionante y a los bateadores les cuesta distinguirla de la bola rápida, a pesar del movimiento mondo, hasta que es demasiado tarde. También mezclará un splitter, un cambio y una curva, pero la bola rápida y el slider son el golpe 1-2.

Nada de lo anterior impide que Imanaga sea un sólido abridor de media rotación en las Grandes Ligas—sin duda, son buenas razones para que lo sea. Pero hay un aspecto del perfil del zurdo que debería ser motivo de preocupación dado su nuevo parque: una tasa del 35% de roletazos. Dados los confines más pequeños de Wrigley, la tendencia de Imanaga a inducir elevados podría ser bastante contraproducente, y como señaló Eno Sarris, de The Athletic, fue uno de los cinco lanzadores con menor índice de cuadrangulares (mín. 100 entradas) en la NPB el año pasado.

Aún así, todas estas preocupaciones potenciales parecen estar incluidas en el precio que los Cubs pagaron para conseguir a su primer agente libre: los $53 millones de dólares que Imanaga tiene garantizados durante los últimos tres años son una tarifa estándar para los lanzadores que se espera que trabajen en la parte media de la rotación. Eduardo Rodríguez recibió $80 millones en cuatro años (la misma cifra a la que podría llegar este acuerdo a través de un puñado de opciones, aunque en cinco temporadas), Seth Lugo recibió $45 millones en tres, y Lucas Giolito recibió $38.5 millones en dos. Aunque los detalles financieros de las opciones aún no están claros más allá de lo que hemos dado aquí, si los Cubs no recogen la primera opción en 2025 Imanaga tiene derecho a elegir la agencia libre. Imanaga podría estar con Chicago en este acuerdo, por tanto, desde dos temporadas hasta cinco.

Como se ha señalado anteriormente, los Flaherty (o Giolitos o Gibsons o Montases o o o) todos vienen con sus propios signos de interrogación y acuerdos ganados en estos rangos generales de precios (y términos más cortos, nada menos), por lo que esto no parece fuera de línea en absoluto para un lanzador de los talentos de Imanaga. Tal vez no sea necesario—parece improbable que la gerencia ya haya terminado de ensamblar la plantilla, y la profundidad siempre es necesaria—pero a menos o hasta que esos otros movimientos encajen, es difícil ver este fichaje como algo que moverá la aguja.

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