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Image credit: Gregory Fisher-USA TODAY Sports

Traducido por Carlos Pérez

Los Toronto Blue Jays fichan al LZ Robbie Ray con un contrato de un año y $8 millones.

De los 181 agentes libres de este invierno, el primero en recibir un contrato de grandes ligas para la temporada 2021 fue el peor del grupo en la campaña previa. En realidad, eso es decir poco: Ray estuvo considerado el peor jugador de todo el béisbol según WARP, métrica según la cual le costó a sus dos equipos casi el mismo número de victorias. Fue una campaña desastrosa según casi cualquier métrica.

Solo por su ERA de 6.62, podrías no pensar que Ray no fue el peor jugador de la MLB. Quince lanzadores que actuaron en al menos 30 entradas permitieron más carreras por cada nueve episodios. Pero aquí viene un juego divertido. Lo llamo ¡las cosas se ponen peor! Ray permitió 13 jonrones en 51 2/3 entradas. ¡Pero las cosas se ponen peor! Dio pasaporte al 17.9% de los bateadores, para una ratio de 7.8 BB/9. ¡Pero las cosas se ponen peor! Incluso después de todo eso, permitió más hits (53) que entradas acumuladas lanzadas; según WHIP (1.90) nadie (con mínimo 30 entradas lanzadas) fue peor que el jugador de 29 años.

Así que eso no está bien. Ya sabes sobre el WARP, y probablemente puedes entender ahora por qué está construido sobre esa DRA de 8.88. Así que, ¿qué hizo a Ray merecedor de un contrato de grandes ligas, y solo una rebaja salarial del 15% sobre su última temporada de arbitraje? Los ponches, sobre todo. Ponchó al 27.1% de bateadores la temporada pasada, lo que le convirtió en el 39º mejor del béisbol incluso a pesar de ser su peor número desde su primera temporada completa en 2014. Podría contarte más, y técnicamente hay más, pero esto es lo que hay que saber: Ray poncha a mucha gente, siempre lo ha hecho. Ha sido por tanto un buen lanzador, y el año pasado esta frase no habría sido tan polémica como ahora.

Lo que hace “bueno” a un pitcher es subjetivo hasta cierto punto, pero incluso si tu opinión se acerca al promedio de ERA de 4.39 en la carrera de Ray en lugar de su DRA- de 85 (su récord ha sido prácticamente irrebatible antes de 2020). Siempre le han bateado duro, si acaso no tan duro como en esta temporada. También ha caminado a mucha gente, pero crucialmente, ha hecho ambas cosas. Desde su primera temporada calificable en 2016, Ray ha llegado a esa marca una vez (2018) e incluso en esa temporada posteó 1.9 WARP. La velocidad todavía está ahí, una bola rápida de cuatro costuras de 93.9 mph se mostró bien en la 2018, revertiendo un par de temporadas de leve descenso.

Si buscas signos de un rebote pendiente, Ray no fue tan terrible después de que se marchara de Arizona: continuó con un DRA de 10.43 en un mes y pico con los D-backs con un todavía mediocre (pero manejable) 6.56 en su mes como Blue Jay. Muestras minúsculas, obviamente. Fue suficiente para Ray realizar una aparición de relevo de tres entradas (con cinco ponches) en los playoffs, y el bullpen de Toronto no es que estuviera escaso de buenos brazos y él fuera la única opción.

Así que es un contrato en el que tiene que demostrar su valía. Los Blue Jays obtienen un lanzador que, incluso si su temporada brutal sugiere un paso atrás, es probable que vuelva a ofrecer entradas competitivas como poco. Es difícil pensar en un rebote después de una temporada que fue horriblemente mal, pero Ray tendrá 29 años durante toda la temporada completa próxima, y no habría tenido un contrato tan lucrativo (con relación a su producción) si el GM Ross Atkins no esperara la reencarnación de 2017 de Ray (4.6 WARP) o 2019 (3.2 WARP). En tanto que Ray esté por encima del promedio encajará en la rotación de los Blue Jays, que es tan amorfa como cualquier otra en las mayores. Que no te sorprenda ver al equipo añadir más abridores para apoyar su núcleo joven mientras se desarrolla a plena luz.

***

Los Detroit Tigers contratan a A.J. Hinch como mánager; los Boston Red Sox (re)contratan a Alex Cora como mánager.

A.J. Hinch y Alex Cora están de vuelta en el béisbol. Cuando ambos fueron suspendidos hace 1 año, parecía que sería una sorpresa real tener a uno, mucho más ambos, de vuelta en sus posiciones previas (ya fuera con la misma franquicia o no) antes de que terminara la temporada 2020. Cuando se dieron a conocer las noticias este fin de semana de que ambos volverían a sus respectivas esferas, Hinch como mánager de los Tigers y Cora de nuevo como mánager de los Red Sox, parecía una conclusión ajena. Después de este año, esperar que la MLB, como colección de piezas constituyentes, vayan más allá de la letra de la ley para reforzar las expectativas de comportamiento fuera del campo parece inocente (en una clara distinción del juego dentro del campo donde algunos jugadores regulan con entusiasmo). Rob Manfred fijó los términos del castigo, y el precedente (una palabra de la que está particularmente orgulloso). El período de un año de suspensión fue la mayor represión que alguien que no estuviera denunciando a una franquicia de la MLB por el escándalo de trampas de los Astros. Así que, ¿por qué debería sorprendernos que después de una temporada en la que los jugadores de Houston virtualmente les restregaran su impenitencia en las caras de los aficionados, unas pocas franquicias están a bordo de silenciar el mayor escándalo de trampas de la MLB en cien años?

Posiblemente, Hinch y Cora cumplirán con las obligaciones de sus respectivos roles de gerentes. Han sido comprendidos como buenos mánagers antes, en la medida en la que un mánager importa en el juego moderno. Ninguno de estos equipos, posiblemente, alcanzará los playoffs en el futuro inmediato, así que ese conjunto de experiencias es bastante irrelevante para 2021; ambos tienen contratos a varios años (Cora tiene un trato de dos años con los Red Sox y una opción adicional de otros dos años, y los términos del trato de Hinch no han sido difundidos más allá de “varios años”), pero los equipos parecen cada vez más interesados en reevaluar sus decisiones gerenciales anualmente. Lo que nos lleva a la pregunta de por qué estos tipos en concreto. No es noticia que la MLB tiene un problema de identidades, pero la continua reducción de la importancia del mánager lleva a la búsqueda continua de ganancias marginales sin mucha o ninguna preocupación por la reacción del público general. Es difícil reunir tanta ira por esas decisiones después de todo lo decepcionante que ha sido este año, pero la expectativa de la decepción en lo que a la MLB se refiere probablemente no sea una bendición.

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