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Image credit: Brad Penner-USA TODAY Sports

Traducido por Pepe Latorre

Un cambio en las pelotas nos ha llevado en los últimos años a la mayor tasa de cuadrangulares de la historia. Durante las primeras semanas de esta temporada parecía que en 2020 íbamos a tener algo de tregua con respecto a esa “pelota de goma” que en 2019 se fue a las gradas en casi 7.000 ocasiones. Pero lo que está pasando este año con la bola es un poco más complicado que lo que pasó en años anteriores. De momento, aunque la resistencia aerodinámica ha sido mayor que en 2017 y 2019, también ha sido mucho menos consistente que en esas campañas. El resultado es que una noche podríamos tener muchos jonrones, mientras que a la semana siguiente se podría producir un resultado completamente diferente.

Desde 2015, más o menos, MLB y Rawlings han ido mejorando gradualmente la consistencia de la pelota. Cada temporada se han producido bolas de béisbol con una resistencia al aire más similar a las de años anteriores. Desde la perspectiva del jugador y del aficionado, que la esfera se vuelva cada vez más consistente es una buena noticia y permite que todos se concentren en la parte más interesante del juego: lo que hacen los jugadores con la pelota, en lugar de la aerodinámica. Eso no ha impedido que la resistencia aerodinámica fluctúe de un año a otro, como ya he comentado. Lo que MLB sí ha logrado es mantener una variación pequeña dentro de una misma temporada… hasta este año. Estos gráficos muestran los coeficientes de resistencia para 2017-19 (izquierda) y 2020 (derecha).

En el corto período de tiempo de 2020 en el que hemos tenido temporada regular, la resistencia aerodinámica ha trazado cambios muy pronunciados hacia arriba y hacia abajo. En el último mes ya hemos tenido tantos o más cambios en la resistencia como la mayoría de las temporadas normales tienen en seis meses. Con la excepción de algunos períodos extraños (como el comienzo de la temporada 2017, cuando la resistencia cayó rápidamente), este año ya tiene algunos de los cambios más salvajes de la historia reciente.

De hecho, el rango de diferentes coeficientes de resistencia promedio semanales cubiertos esta temporada ya es, con solo seis semanas de competición, más grande que en cualquier temporada desde 2016. De manera similar, la desviación estándar semana a semana en la resistencia es la más grande desde 2016.

Y no es solo que la bola parece estar cambiando de una semana para otra, también hay más diferencia de un parque a otro con respecto a años anteriores. También en ese caso, tanto el rango en la resistencia promedio como la desviación estándar, es el más grande en tres años. En un parque los jugadores obtienen batazos durísimos, en otras bolas “muertas”.

Hay algunos precedentes para estas tendencias. Aunque la temporada regular de 2019 tuvo un bola muy consistente, esta perdió cierta “alegría” (ya no se iba a la gradas con tanta facilidad) cuando llegó octubre. A medida que los playoffs fueron avanzando, la historia se volvió aún más extraña: la pelota se volvió significativamente más variable que en cualquier postemporada desde 2016. En un mismo juego veíamos una pelota que volaba cuatro pies más que otra, lo suficiente como para cambiar la tasa de cuadrangulares por un margen significativo.

Los resultados muestran que la aerodinámica de la pelota es más variable esta campaña que en temporadas regulares anteriores, pero no muestran el porqué. Sería inesperado que MLB volviera a sus estándares de consistencia después de años buscando mejorar la producción ofensiva. Por otro lado, la variación en la resistencia el octubre pasado podría sugerir que hicieron precisamente eso. También podría ser que los equipos estén usando una combinación de pelotas de béisbol de temporadas anteriores como medida para ahorrar. No habrían comprado nuevas pelotas para la temporada 2020. Una combinación de pelotas de 2017 a 2019 sin duda explicaría la inconsistencia.

Alternativamente, las pelotas de béisbol podrían haber reaccionado de manera diferente a las condiciones de almacenamiento en las que estuvieron durante los primeros meses del verano. Es posible que los equipos ya hubieran comprado un stock de bolas para 2020 cuando se pospuso la temporada, pero en lugar de ponerlos en juego, se quedaron en los almacenes durante mucho más tiempo de lo habitual. Quizás, dependiendo de las condiciones de almacenamiento en cada estadio, algunas pelotas se volvieron más aerodinámicas y otras menos, ampliando el rango de rendimiento de una caja a otra.

Tampoco es que la resistencia aerodinámica sirva para explicar todo lo que pasa con los cuadrangulares. Hay una rareza adicional a lo que ya es una temporada profundamente extraña: la velocidad de salida también está fluctuando salvajemente. En las primeras semanas de la temporada, la velocidad de los batazos se redujo notablemente, pero debido al nuevo sistema de seguimiento, era difícil saber si los bateadores realmente estaban haciendo contacto más suave. Ahora la velocidad de salida ha vuelto en gran medida a los registros normales de 2017-2019, mientras que el ángulo de bateo (launch angle) es más alto que nunca. Condiciones que deberían bastar para producir más jonrones incluso si la resistencia se ha mantenido, en promedio, en los niveles de 2018.

La manera en que los bateadores se han adaptado a la pelota al producir más contacto con el flyball es una de las razones por las que el número de cuadrangulares por juego no son inferiores a los registrados en 2018. De hecho, la tasa actual de bambinazos por juegos solo es superada por la registrada en la temporada 2019. La resistencia aerodinámica es un factor importante que controla los jonrones, pero no es el único factor, y a medida que oscila hacia arriba y hacia abajo en una temporada peculiar e impredecible, los bateadores que se ajustaron al estilo de béisbol 2017/2019, están más condicionados que nunca por la resistencia aerodinámica.

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