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Image credit: Angels Baseball/Pool Photo via USA TODAY Network

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Aún no se ha desplegado completamente, pero los Angels tienen una de las unidades defensivas en el cuadro más atractivas de las Grandes Ligas este año. Anthony Rendón debutó en el equipo el martes por la noche, y en ese momento, se suponía que él y Andrelton Simmons formaban un excelente lado izquierdo. Por desgracia, Simmons se torció el tobillo el lunes en Oakland, así que el equipo tendrá que jugar con suplentes por un tiempo. Si las dos estrellas finalmente se recuperan a la vez, y afectan los partidos de la forma en que lo hacen habitualmente, los Angels son formidables, y su nuevo mánager podría ayudarles a obtener el mayor impacto posible.

Con la postemporada ampliada y cuatro equipos de reconstrucción probablemente admitidos, Anaheim tiene una oportunidad real de alcanzarla este año, y cada equipo que llegue tendrá una oportunidad real de ganar la Serie Mundial. El nuevo mánager, Joe Maddon, no es el tipo de contratación que hace un equipo sin exactamente esas ambiciones. Maddon fue una contratación interesante, porque los Angels lo trajeron un año después de separarse de Mike Scioscia.

En dos décadas al timón, Scioscia construyó un culto a la personalidad y mantuvo el lugar de control organizacional firmemente en la silla del mánager, a pesar de las tendencias prevalecientes hacia una mayor cooperación entre la gerencia y el personal de campo y (en su defecto) hacia que los gerentes generales eclipsen y dominen a sus mánagers. Maddon, con su celebridad y su historial de campeonatos, devuelve mucha autoridad al escalón superior del banquillo. Hará las cosas a su manera, sin importar la presión de arriba.

Pero puede que no haya mucha tensión entre lo que quiere Maddon y lo que quiere la organización, al menos en aspectos estratégicos clave. El año pasado, los Cubs de Maddon desplegaron reajustes defensivos en un porcentaje menor en todas las apariciones al plato del oponente que cualquier otro equipo de las Grandes Ligas. Sin embargo, fueron el segundo equipo menos propenso a los reajustes contra bateadores zurdos, porque los Angels se reajustaron incluso menos frecuentemente en esas situaciones. A Anaheim no le gusta usar los reajustes. Ahora, tienen un defensor por encima del promedio en la tercera base, uno de élite (cuando Simmons regrese) en las paradas cortas, y un mánager que ha sido contrario a los reajustes durante las últimas cinco temporadas. No sería sorprendente si se reacomodan sustancialmente menos que cualquier otro equipo de la Liga en 2020.

La semana pasada, Russell Carleton escribió otro en su brillante serie de años de estudios sobre la eficacia y los costos ocultos del reajuste defensivo. Russell ahora cree que los equipos están reajustando demasiado, y que es más probable que se estén costando a sí mismos que ganándolos a través del uso de la táctica. Hay efectos secundarios, asimetrías entre las probabilidades y los beneficios, y tal vez incluso la diseminación de la responsabilidad. Engullir unos cuantos roletazos más podría no valer lo que los equipos intercambian por ellos.

Todavía hay valor—quizás por debajo del umbral de detección de los datos de reajustes que tenemos a nuestra disposición—para poner a los jugadores de cuadro en las mejores posiciones posibles, pero es hora de considerar seriamente la posibilidad de que las mejores posiciones posibles no sean los lugares donde los bateadores conectan la mayor parte de sus pelotas bateadas. Eso va más allá para los equipos con un par de defensores de élite que juegan uno al lado del otro, como los Angels pronto lo harán. Simmons y Rendón no necesitan ser posicionados con especial cuidado para convertir a los roletazos en outs y convertir las oportunidades de doble play a un ritmo excelente.

El año pasado, los Angels se clasificaron en el 17º lugar en eficiencia defensiva en roletazos. Un Simmons sano probablemente los habría llevado más alto; añadir a Rendón los empujará aún más arriba. Es poco probable que su cuerpo de lanzadores domine a sus oponentes este año (aunque su rotación y su bullpen parecen más profundas que hace un año), por lo que es importante contar con una defensa de cuadro altamente eficiente. Sin embargo, el cuerpo de lanzadores también tira bolas rompientes tan a menudo como cualquiera en el béisbol, por lo que es especialmente importante que no hagan nada para hacer más difícil para los lanzadores mantener su tasa de bases por bolas bajo.

Los grandes conjuntos de datos pueden ser tan engañosos como seductores. Nos dan respuestas a preguntas como dónde los bateadores golpean la pelota con más frecuencia y qué bateadores agrupan sus pelotas bateadas más estrechamente, pero la disponibilidad de esas respuestas puede llevarnos a sobrevalorarlas, y la falta de disponibilidad (o un matiz minúsculo) de otras respuestas—a preguntas como “¿Qué debería contar como un reajuste?” o “¿Cuántas variedades de reajustes debemos considerar?” o “¿Qué situaciones de juego son y no son compatibles con los reacomodos?”—puede llevarnos a infravalorarlas. Los Angels podrían verse bien al limitar sus reacomodos a las situaciones más ventajosas e importantes, y al priorizar otros enfoques al armar su plan de prevención de carreras.

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