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Image credit: Brad Mills-USA TODAY Sports

Traducido por Marco Gámez

Esta semana fue sacudida por nuevos rumores e información en la intriga de trampas de los Astros. Reacciones poco corteses, tanto de jugadores de equipos oponentes como del núcleo de los Astros, encabezaron docenas de noticias, desde la condena de Cody Bellinger hasta la sincera entrevista de Carlos Correa como respuesta. Me quiero centrar en las últimas declaraciones. A toda prisa para demostrar la inocencia de su compañero de equipo José Altuve, Correa dio una excusa que parecía poco convincente para que Altuve se resistiera a que le arrancaran la camisa del uniforme: un tatuaje malo. (La existencia de dicho tatuaje, aunque no su calidad, fue luego comprobada por intrépidos reporteros en la escena).

Los rumores han rodeado a los Astros sobre vendas vibrantes o zumbadores que Altuve podría haber querido ocultar. Ninguna cantidad de espías de Instagram o fotografías de tatuajes podrán descartar algún método ingenioso de hacer trampa, pero tal vez los registros puedan arrojar luz sobre si Altuve realmente estaba recibiendo las mismas señales que sus compañeros de equipo utilizaron.

Dejemos de lado los rumores del vibrador por un minuto. Parecen exagerados. Pero el informe del comisionado, en la medida en que se pueda creer en ese documento obviamente incompleto, dice que los Astros tenían otros métodos de señalización. Entonces, incluso si Altuve no estaba recibiendo los sonidos reveladores que sus colegas escucharon, es posible que haya sido advertido sobre los lanzamientos entrantes de alguna otra manera. Y dadas las luchas anteriores de los Astros con la honestidad, tampoco podemos aceptar exactamente la negación porque lo dice Correa.

Anteriormente descubrí que los Astros se beneficiaron muy poco, en general, del sistema de trampas. Por lo tanto, no podemos inferir con el nivel de JMV que batea Altuve que él también lo estaba usando. Pero eso no significa que la técnica no haya dejado una huella clara en cómo jugaron los Astros. Tanto mi colega de Baseball Prospectus, Jeff Wiser, como yo descubrimos que los Astros tenían una asombrosa habilidad para descartar ciertos lanzamientos (aquellos con una probabilidad inferior al 10% de ser bateados), una habilidad que debe haberse originado al saber que venía una curva, un slider, o un lanzamiento similar. Cuando tienen ventaja en el conteo, los lanzadores se dan el lujo de burlarse del bateador con una curva contra la tierra, una estrategia que a veces provoca abanicar y ponche; contra los Astros, que sabían lo que estaba en camino, esa táctica ya no funcionaba.

De hecho, la huella es aún más específica. Debido a que los Astros tuvieron que descifrar primero el código del equipo contrario, hubo significativamente menos golpes contra el cesto de basura en la primera entrada (~18% de los lanzamientos) que en el resto del juego (variando del 20-30% de los lanzamientos). Los equipos se enteraron bien del robo de señales o entraron relevistas con códigos variantes, porque la proporción de golpes al cesto de basura por lanzamiento disminuye en cada entrada del segundo al noveno. La capacidad de los Astros para descartar ciertos lanzamientos se redujo con la reducida frecuencia de los sonidos de alerta.

Pero el perfil de bateo de José Altuve no muestra tal habilidad. De hecho, en 2017 abanicó más lanzamientos que eran bolas con toda seguridad, cuando el engaño estaba activo, que en 2018 (cuando usaron una variante del esquema de golpe al cesto de basura a principios de año) o que en 2019 (cuando el esquema de hacer sonar el cesto de basura no estaba activo). La disciplina en el plato de Correa muestra el patrón opuesto, como era de esperar para alguien que se aprovechaba del beneficio de conocer el próximo lanzamiento. La capacidad de Correa para dejar que las bolas cayeran contra la tierra muestra el mismo patrón revelador que los Astros en conjunto: bajo en la primera entrada, alto en el medio juego y disminuyendo más adelante. Altuve no muestra el patrón.

De hecho, los jugadores que bateaban justo antes que Altuve a menudo recibían señales sonoras precisas (lo que indicaba que no eran bolas rápidas en el camino) pero él no las recibía. Cuando esto sucedió, esos jugadores pudieron descartar lanzamientos en la esquina de afuera del plato, presumiblemente porque sabían lo que venía. Sin embargo, a pesar de que los Astros habían descifrado el código justo antes de que Altuve interviniera, su actuación no fue diferente a la de los juegos cuando los golpes al cesto de basura no estuvieron presentes.

Si Altuve hubiera estado haciendo trampa usando un vibrador u otro método, esperaríamos ver un cambio similar en el rendimiento como cuando sus compañeros de equipo de los Astros recibían las señales. Según cómo él bateó durante el transcurso del juego y cuando el bateador anterior estaba recibiendo señales de advertencia, parece poco probable que él estuviera recibiendo algún tipo de pista sobre el venidero lanzamiento. Eso es reconfortante; significa que Correa fue honesto (al menos sobre esto) y que al menos un Astro probablemente se negó a participar en las ilegales señales de advertencia.

Del mismo modo que podemos decir que José Altuve probablemente no hizo trampa, también podemos emplear este método para probar otro tipo de datos. Los Boston Red Sox importaron un sistema similar para determinar el próximo lanzamiento a través del ex mánager Alex Cora. El cambio era que su esquema requería de un corredor en la base para transmitir información de los lanzamientos al bateador, haciéndolo menos útil. Alrededor del 60% de los lanzamientos efectuados en el béisbol durante 2018 se produjo sin un corredor, mientras que los Astros se beneficiaron de recibir la información como mínimo en la mayoría de sus juegos en casa (y posiblemente recibieron señales a través de un método diferente como visitantes).

Pero en 2018 en las ocasiones menos comunes, cuando los Red Sox vinieron a batear con corredores en la base, tuvieron exactamente la misma huella de disciplina mejorada en el plato que los Astros mostraron: abanicaron menos a lanzamientos que a lo mejor serían bolas, especialmente lanzamientos quebrados, que otros equipos.

Corredor en la base / Sin corredor en la base

Tasa de Intentar batear envíos que serían bolas

Corredor en la base

26.3%

Sin corredor en la base

28.7%

Ese año, Boston tuvo la segunda tasa más baja de intentar batear lanzamientos que serían bolas (con corredores en la base) entre todos los equipos en el béisbol y la segunda diferencia más amplia entre sus tasas con hombres en la base y sin ellos. No fue históricamente bajo, pero ciertamente apoya la idea de que tuvieron un poco de ayuda. Esta habilidad parece haber desaparecido en 2019 y tampoco estuvo presente en 2017: solo fue entonces un destello de habilidad superior de un año en una faceta particular del juego, la misma faceta en la que la trampa parece ayudar.

Vale la pena señalar que, en 2017, los Astros tuvo precisamente lo contrario de esta tendencia. Les fue peor contra lanzamientos quebrados en la esquina de afuera con corredores en la base que sin ellos. Eso tiene sentido porque una vez que los corredores llegaban a la base, los lanzadores podían cambiar sus señales. Y si bien los Astros podían simplemente descifrar el nuevo código como descifraron el anterior, eso tomaba tiempo. Mientras tanto, sus bateadores abanicaban sin saber lo que venía. Incluso cuando lo descubrían, el período mientras decodificaba se redujo la ventaja que a menudo tenían en otros momentos de ese juego.

La ausencia de Altuve del plan de trampas apenas lo exonera de su fechoría. Ni siquiera se puede afirmar que él no se haya beneficiado. Claro, no estaba recibiendo la señal de lo que estaba por venir, pero puede haber recibido las recompensas del rendimiento excesivo de otros en la alineación: más hombres en la base por delante de él, más protección de alineación detrás de él, más lanzadores fatigados frente a él, y así sucesivamente.

Por supuesto, mientras que los que sonaban el cesto de basura de los Astros acertaron la mayoría de los lanzamientos, ayudando a sus bateadores, parece que ocasionalmente también se equivocaron, afectando, de esa manera, a los tramposos a quienes intentaban ayudar. Dada la presencia de tantas incertidumbres, de qué otra manera los Astros pueden haber robado señas, cuándo y en qué parques, es casi imposible decir con certeza que no obtuvieron algún beneficio general del esquema de robo de señas. Ciertamente dejó una huella en la forma en que jugaron el juego, y aunque el libro demostrativo de Altuve es claro, sin embargo, fue, como mínimo, un testigo silencioso de la mala conducta de los Astros.

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