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Image credit: USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Los Cubs quieren que sepas que no están afiliados con Joe Ricketts. El pasado lunes 4 de febrero, Splinter News publicó correos electrónicos del multimillonario fundador de la casa de bolsa TD Ameritrade en los que abrazaba una variedad de puntos de vista paranoicos, intolerantes y teñidos de conspiraciones, revelando un fuerte sesgo antimusulmán. Ricketts afirmó que el entonces presidente Barack Obama “se llama a sí mismo musulmán”; argumentó que “todos debemos reconocer que el Islam es un elemento peligroso en nuestra sociedad debido a sus elementos radicales”; y contestó con “una gran carcajada” a una broma utilizando la palabra que empieza con “n” y es sinónimo de odio y segregación racial en los EE.UU. En un correo electrónico, el patriarca de la familia Ricketts dijo: “No podemos permitir que el Islam se convierta en una gran parte de nuestra sociedad. Los musulmanes son naturalmente mi (nuestro) enemigo”.

Después de la publicación del artículo de Splinter, el último en una serie diseccionando la bandeja de entrada de J. Joseph Ricketts, el presidente de los Cubs, e hijo de Ricketts, Tom Ricketts, declaró que “mi padre no está involucrado en la operación de los Chicago Cubs de ninguna manera”. Dado que la protesta por la publicación de comentarios racistas por parte del ex-propietario de los Los Ángeles Clippers, Donald Sterling, en 2014 llevó a la venta del equipo (uno de varios casos similares en la NBA y la NFL durante la última década), no es sorprendente que los Cubs aseguren perseverantemente al público que Joe Ricketts no está involucrado en la “operación” del club.

El segundo hijo de Ricketts, al que una vez se le refirió como “el hombre clave de la familia” en la compra del club, eligió una frase interesante para distanciar a su padre de la organización de la que él y sus tres hermanos forman cuatro quintas partes de la junta directiva. El presidente no declaró, notablemente, que su padre no tiene participación en la propiedad de los Cubs. Es muy probable que no lo haya dicho porque no puede, y que Joe Ricketts sea dueño de una porción significativa del equipo. Aunque no sabemos, y probablemente no sabremos nunca el tamaño de sus intereses financieros exactos en el equipo, sí sabemos que Joe Ricketts desempeñó un papel integral en la compra de los Cubs por parte de su familia, y negar su afiliación con el equipo elude el alcance y el grave y perjudicial efecto de sus palabras.

La mayoría de los artículos escritos ahora sobre el grupo de propietarios de los Cubs se referirán a Tom Ricketts como el propietario, o a sus hermanos Tom, Pete, Laura y Todd como “copropietarios“. Esta es una caracterización que parece ignorar una amplia gama de información disponible; desde que cambió de manos, al grupo de propietarios de los Cubs se le ha denominado como “la familia Ricketts”, una designación que hasta hace poco incluía al patriarca. En el artículo del New York Times de agosto de 2009, el cual anunciaba la firma del acuerdo de venta, fue Joe, no Tom, quien firmó una declaración diciendo “nuestra familia está encantada de haber llegado a un acuerdo para adquirir una participación mayoritaria en los Cubs”. Sin embargo, en octubre, Tom Ricketts fue presentado “como el dueño controlador“, comenzando a sacar a su padre de la escena.

Ciertamente parece que Joe deseaba ese papel disminuido. Antes de toda la campaña de relaciones públicas posteriores a la compra, fue Joe Ricketts a quien Tom se acercó con la idea de comprar a los Cubs, una idea a la que inicialmente no estaba muy abierto.

Joe: “Por qué iba yo a comprar un equipo de béisbol?…”
Tom: “…Venden todas las entradas, todos los partidos, ganen o pierdan”.
Joe: “Ahora ya hablas de negocios. Ahora ya tienes mi interés”.
(extracto de la plática de Ricketts en el Midlands Venture Forum en 2010)

Las propias palabras de Ricketts profesan un desinterés en la franquicia de los Cubs en cualquier ámbito excepto el fiscal, y su falta de participación en los Cubs refleja su retiro de la vida pública. Desde que se retiró de la junta directiva de TD Ameritrade en 2011, Ricketts no ha tenido un puesto público en ninguna junta directiva de ninguna empresa y, a diferencia de tres de sus cuatro hijos, no vive en Chicago, sino en Wyoming. Ricketts, de hecho, se ha vuelto un tanto ermitaño. Su nombre sólo ha aparecido en titulares en los últimos años cuando se encuentra en el centro de una tormenta mediática—en 2017 Ricketts cerró el sitio de noticias híper-localizadas DNAInfo seis meses después de que sus reporteros votaron a favor de su sindicalización, y en 2012 supuestamente exploró la posibilidad de financiar una campaña de desprestigio contra Barack Obama. Tal vez molesto por los “periodicazos”, Ricketts ha intentado con ahinco mantenerse fuera del foco de atención. Una serie de correos electrónicos de 2013 en los que se refiere a la lista de Forbes 400 y a los esfuerzos por mantener a Ricketts “por debajo del radar”. Dijo Joe: “No creo que quiera estar en esa lista. Sin embargo, quiero hacer cuanto dinero me sea posible”.

El interés del patriarca Ricketts por los Cubs se remite únicamente al aspecto financiero. Ricketts también enfatizó desde el principio que él, ambivalente sobre los deportes, no tenía ningún interés en la operación del equipo y prefirió delegar esa responsabilidad al hijo que orquestó la compra.

“Mira Tom, si tomas mi dinero y empiezas tu negocio—el de adquirir a este equipo de pelota—debes ir y dirigirlo… Sé lo que toma dirigir un negocio de gran tamaño, y un equipo de béisbol lo es”.

Y sí que Tom tomó el dinero de su padre. A principios de 2009, Joe y su esposa Marlene vendieron 34 millones de acciones de TD Ameritrade por $403 millones de dólares para financiar la compra de los Cubs. Una nota sobre la estructura de propiedad del equipo: los Chicago Cubs eran anteriormente propiedad de la Compañía Tribune, que fue comprada por Sam Zell en 2007 y se preparó para vender rápidamente a los Cubs. Con el fin de eludir una gran carga fiscal, Tribune anunció que los licitadores tenían que estar dispuestos a firmar una sociedad con duración de 10 años en lugar de una venta directa. Así, los Cubs fueron operados por Chicago Baseball Holdings, LLC (CBH), en la cual la familia Ricketts compró una participación del 95% por $845 millones en 2009. Para facilitar la compra, se formó Ricketts Acquisition LLC (RAL). RAL, a su vez, estaba en manos del “Joe & Marlene Ricketts Grandchildren’s Education Fund” (El fondo para la educación de los nietos de Joe y Marlene Ricketts), más comúnmente conocido como el “Ricketts Family Trust”. Finalmente, el Ricketts Family Trust fue administrado por RPTC Inc., una compañía de inversiones con sede en Wyoming. Tan recientemente como en 2013, Joe Ricketts fue reportado como el presidente de RPTC Inc.

La actual participación de Joe Ricketts en el RPTC no resulta clara, aunque varios sitios de inversión en línea todavía lo ponen como presidente. Falta de claridad en cuanto a quién posee y controla lo que sin duda es una característica, no un error, de la estructura al estilo Matryoshka que los Ricketts han empleado en su propiedad del club, y no va a ser más fácil desenredar esta telaraña. Los Cubs recientemente completaron la compra del 5% de la participación que Tribune retuvo, y sin esa información—la cual está disponible públicamente—hubiera sido mucho más difícil conectar a CBH y RAL con sus nuevos nombres: Chicago Entertainment Ventures, LLC y Northside Entertainment Holdings, LLC, respectivamente. En los próximos años será más difícil averiguar cómo los Ricketts han estructurado su propiedad en el equipo.

Lo que está claro es que Joe y Marlene Ricketts proporcionaron, si no la mayoría del dinero que se pagó por los Cubs, si la pluralidad. Si Joe Ricketts no mantiene esa inversión y no se la vendió a sus hijos, entonces nos quedamos con sólo unas pocas conclusiones razonables. Se supone que el público se habría enterado si Joe hubiera vendido su inversión a sus hijos. Las únicas opciones que se me ocurren son: que Joe Ricketts mantiene una participación en los Cubs o utilizó las redes de retención entrelazadas del equipo para eludir los impuestos sobre las donaciones y patrimonios, y heredar su riqueza a sus hijos libre de impuestos. (Esto último podría hacer de las numerosas empresas operadoras de los Cubs un ejemplo de refugios fiscales “GRAT” o “fideicomiso de anualidad retenido por el otorgante” por sus siglas en inglés.)

Parece evidente que las palabras y acciones racistas de Joe Ricketts no han jugado ningún papel en su falta de participación operativa dentro de los Cubs, y que en cambio reflejan sus preferencias personales. Además, existe evidencia convincente de que Ricketts jugó un papel importante en la compra del equipo, y no existe ninguna que demuestre que ya no está vinculado financieramente a la organización. ¿Entonces, parece razonable preguntarse, cuál es la asociación de Joe Ricketts con los Cubs? Sería negligente no notar en este momento que una importante cantidad de líderes musulmanes en la ciudad de Chicago también han encontrado que la falta de respuesta de los Ricketts resulta muy deficiente.

En palabras de Joe Ricketts, él tiene “tomos completos de todos los documentos que fueron firmados” en la compra de los Cubs. Si usted, amable lector, tomó o tomará pronto la excelente decisión de comprar el Anuario 2019 de esta publicación, tendrá el placer de leer el excelente trabajo de un gran número de escritores reunidos en forma física. Usted podría ser uno de los muchos lectores con una colección de Anuarios de años anteriores, porque hay algo indeleble en la escritura que existe en forma física. Por eso, 500 años después, los estudiosos de todo el mundo siguen buscando los manuscritos de Shakespeare.

En 2013, Tom Ricketts dijo que sentía que los Cubs “serían un negocio familiar para siempre“. Tal vez así será, pero de serlo, los Cubs, como los libros llenos de firmas, llevarán para siempre la marca de la participación de Joe Ricketts. En cientos de años, en los que la mayoría de los documentos históricos dejan de ser verdaderamente indelebles, en términos culturales y para siempre, tal vez la familia Ricketts—si son capaces de evitar la advertencia del patriarca de que “muy pocos ricos pueden conservar su riqueza entre dos y cuatro generaciones”, por supuesto—pueda borrar a Joe Ricketts como el verdadero comprador de los Cubs en 2009. Tal vez no les importe. Pero en el aquí y ahora, podemos decir que esto es ridículo. En 2012, Fortune describió a Ricketts como “un hombre a quien le es indiferente el béisbol compró uno de los equipos más conocidos del deporte”. En 2016, cuando los Cubs ganaron la Serie Mundial, Ricketts escribió en su blog personal que “se sentía muy orgulloso de estar asociado con este increíble equipo”. Ahora ¿debemos creer que el hombre que pagó por la compra de los Cubs, el padre del 80% de la junta directiva del equipo, no es nada ni nadie para el equipo? Creo que los aficionados al béisbol son más inteligentes y merecen respeto.

La pregunta que queda por responder es, entonces, ¿cuál es la responsabilidad de los Cubs en esta situación? ¿Debería haber llamados para que la familia Ricketts venda al equipo? Recordando que es nuestra responsabilidad como aliados escuchar las voces de las comunidades marginadas, podemos ver a un número de fanáticos y líderes de la comunidad musulmana de Chicago deseaban que la organización se comprometiera de manera más abierta y plenamente en el diálogo con sus aficionados sobre cómo pueden cumplir con su lema “Everybody In” (Todos juntos). Un aficionado imploró al equipo a que organizara una noche musulmana en el estadio esta temporada. Una primera reunión entre los representantes de las dos partes ya ha tenido lugar, pero queda por ver qué “medidas concretas” tomarán los Cubs para asegurar que los aficionados musulmanes se sientan bienvenidos y valorados. Por el momento, sólo podemos comprometernos a responsabilizar continuamente al equipo por el cumplimiento de ese estándar obligatorio, y esperamos que la comunidad musulmana de Chicago entienda cómo y si los vástagos Ricketts pueden restaurar su credibilidad ante los miembros musulmanes (y de otras minorías) de su ciudad adoptiva.

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