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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Marco Gamez

Desde el descubrimiento de una forma de medir el trabajo del receptor con su mascota para convertir bolas en strikes cantados o Framing, esa habilidad ha sido una de las favoritas de los sabermétricos, los fanáticos informados del béisbol y las inteligentes oficinas centrales de los equipos. Pero se está extinguiendo lentamente ya que la diferencia entre los mejores y los peores de la liga en ese departamento se ha reducido. La tendencia de varios años atrás hacia la desaparición del framing se aceleró el año pasado y ahora el valor de la habilidad parece ser menos de la mitad de lo que era antes.

Strikes Cantados por Encima del Promedio (CSAA, por sus siglas en inglés) es la mejor métrica disponible para el arte del framing. Al multiplicar el CSAA de un receptor por el número de oportunidades que tuvo para usar framing en un lanzamiento, puede cuantificarse su valor total en términos del número de carreras que salvó (o perdió) con su habilidad. En toda la liga, el valor de los mejores receptores en framing ha estado en constante descenso desde el inicio de la era PITCHf/x (que se representa aquí al trazar la desviación estándar en el número de carreras producto del framing).

Hace poco, en 2011, la desviación estándar en carreras producto del framing fue de 9.5 carreras, pero la temporada pasada cayó a solo 5.7, aproximadamente una caída del 40% en menos de una década. La desviación estándar es un poco abstracta, pero se puede ver el mismo patrón en el valor de los mejores y peores receptores en ese departamento de la última temporada en comparación con una década atrás.

En 2011, el mejor receptor del béisbol, Jonathan Lucroy, agregó 46 carreras de valor para su equipo, mientras que Carlos Santana lo costó 25 carreras a su equipo, cifras que sumadas dan 71 carreras, que equivalen a siete victorias. El año pasado, Yasmani Grandal lideró la liga en carreras impedidas por framing con +15.7; Willson Contreras fue el último en la liga con -17.8, un global de 33.5 carreras o, aproximadamente, tres victorias. El framing no es lo que solía ser.

Todas las medidas de framing están ancladas a la habilidad promedio de los receptores en la liga. A medida que los peores receptores de la liga mejoran en framing, el promedio aumenta, y la ventaja que los mejores receptores pueden proporcionar comienza a disminuirse en comparación.

Una vez que las oficinas centrales de los equipos comenzaron a cuantificar el framing, comenzaron a priorizar la adquisición de receptores con alguna facilidad para la habilidad. Se acabaron los “auténticos carniceros” como Ryan Doumit, cuyo estilo indiferente al recibir hizo que los receptores con framing excepcional lucieran aún mejor al compararlos. Ese tipo de receptores fueron reemplazados por sustitutos que podían ser más débiles a la ofensiva, pero que compensaban eso con un excelente trabajo al recibir los envíos, como  Tyler Flowers.

Los equipos también han descubierto formas de entrenar a los receptores existentes. Hay innumerables historias del personal de entrenadores que ponen un nuevo énfasis en desarrollar habilidades de framing en sus jugadores, desde los Diamondbacks pasando por los Cubs hasta los Twins. Esos esfuerzos no siempre han tenido éxito (como lo puede atestiguar Willson Contreras), pero muestran cómo una habilidad anteriormente intangible se ha convertido en un área activa de trabajo para muchos receptores de grandes ligas.

La disminución en el valor del framing ha estado en aumento desde hace varias temporadas, pero la temporada pasada fue la mayor caída desde que tenemos datos. Eso sugiere, en todo caso, que los equipos se han vuelto más agresivos al seleccionar y desarrollar el framing como una habilidad, y como resultado, la capacidad promedio en la liga ha aumentado más rápido que nunca.

La Sabermetría ha estado de luto por la disminución del efecto framing desde hace varias temporadas hasta el presente, pero nunca desaparecerá por completo de la liga. Un cierto nivel mínimo de habilidad para recibir los envíos se convertirá en, simplemente, un requisito de referencia para la posición de receptor. A medida que un receptor con framing promedio se vuelve cada vez mejor, un receptor como Doumit, si llegara a aparecer en estas Grandes Ligas modernas, sería clasificado como catastróficamente malo. Ningún equipo toleraría la pérdida de seis o siete victorias por causa del framing, incluso si tal receptor fuera un gran bateador, sería un activo mucho más valioso para su equipo en otra posición (como Santana, por ejemplo).

Una segunda consecuencia del aumento en la habilidad del framing es que es probable que los receptores se vuelvan aún menos productivos a la hora de batear. Los receptores ya están supuestos a cumplir media docena de funciones diferentes, desde el framing hasta bloquear, desde “llamar el juego” o selección de los envíos hasta impedir el robo de bases. Con todas esas responsabilidades detrás del plato, y cada una medible con nuevos datos, los receptores tienen más habilidades de las que preocuparse que nunca. El tiempo en el entrenamiento de primavera que podría haberse empleado en batear a veces se dedica a recibir lanzamientos.

Es lógico pensar que las habilidades de los receptores con el bate disminuirán. Un receptor promedio registró como línea de producción ofensiva .232/.304/.372 en 2018, que es peor (en relación con la liga en conjunto) que en cualquier otro punto de la era PITCHf/x. Al igual que los lanzadores antes que ellos, se les está pidiendo que dividan su atención entre batear y otra serie de responsabilidades que son recientemente cuantificables.

Hay una última, una gran área de la defensiva en la receptoría, que aún no se ha resuelto por completo (en el dominio público, al menos), y eso es “llamar los juegos” o selección de envíos. Sabemos que algunos receptores tienen una habilidad exquisita para manejar a sus lanzadores, pidiendo el lanzamiento correcto en el lugar correcto para dominar al bateador. Pero no hay un instrumento claro, sí/no (strike cantado/sentenciado como bola) con el que podamos medir “llamar el juego” como el que si hay para medir el framing, lo que lo convierte en un problema estadístico casi imposible de resolver.

Si los analistas alguna vez se dieran cuenta de cómo cuantificar de manera rigurosa y confiable los envíos que solicita el receptor al lanzador, podemos esperar que se desarrolle el mismo patrón: una explosión de valor al principio, a medida que los equipos determinan quién es bueno y quién no, y luego un lento y constante descenso. Mientras tanto, los receptores serán empujados a equilibrar una cartera de habilidades cada vez más compleja, con cada vez menos tiempo para dedicarse a perfeccionar su bateo.

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