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Image credit: © Andrew Dieb-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

En esta serie, estoy analizando cómo la forma en que se juega el béisbol profesional hoy en día está modificando nuestro entendimiento del papel de los lanzadores abridores. En el primer artículo, señalé que para obtener el título de carreras limpias admitidas, un lanzador debe lanzar 162 entradas. Para que se le atribuya una victoria, debe lanzar al menos cinco entradas. Esto implica que iniciará 162 ÷ 5 = 32 juegos por temporada. O redondeamos a 30. Eso significa que abrirá cada cinco días más o menos. Eso implica cuatro días de descanso. Eso era, de hecho, la norma en la MLB en el pasado reciente. En 1996, más del 60% de las aperturas (excluyendo la primera salida de la temporada de los lanzadores) se producían después de cuatro días de descanso. La proporción era más de la mitad en 2016. Este año, menos del 40% de las aperturas se han producido después de que el lanzador haya obtenido cuatro días de descanso. Las aperturas con cinco días de descanso son, por primera vez, más comunes.

La implicación para el uso de lanzadores abridores es clara. En 2016, David Price inició 35 partidos. Max Scherzer, Justin Verlander, Madison Bumgarner y Edinson Vólquez iniciaron 34. Hasta el sábado, Luis Castillo y Zach Davies lideran las mayores con 26. Eso los pone en el camino para un poco menos de 34. Los Milwaukee Brewers, abrochando ya la División Central de la Liga Nacional gracias a la fuerza de su rotación de abridores, han utilizado lanzadores abridores con cuatro días de descanso sólo 16 veces, en comparación con 72 con cinco días de descanso. El abridor que toma la bola cada cinco días (mucho menos cada cuatro días) se está convirtiendo en un anacronismo.

Pero ese no es el único cambio al lanzamiento de abridores. El siguiente gráfico debería darte una pista.

Como recordatorio, este análisis se limita a la era divisional, a partir de 1969, y excluye 1981 (temporada de huelga) y 2020 (ya sabes por qué). Como se puede ver, los lanzadores abridores (a diferencia de los relevistas), durante décadas, fueron acreditados con victorias en el 70% o más de los juegos, y tuvieron un porcentaje general de triunfos que generalmente rondaba entre .490 y .500.

Y luego el fondo se cayó. En 2018, los abridores tuvieron un porcentaje de victorias de .484 y se les acreditaron victorias en el 62% en los juegos. En 2019, esas cifras cayeron a .475 y 60%. En lo que va del año, se han derrumbado a .468 y 57%.

¿A qué se debe esto? Los abridores son, de repente, significativamente peores? No, el problema está en la Regla 9.17 de las Reglas Oficiales del Béisbol, que estipula que el anotador oficial “acreditará como lanzador ganador a aquel cuyo equipo asuma una ventaja mientras dicho lanzador esté en el juego”, siempre que el lanzador complete al menos cinco entradas. Esto se ha convertido en una norma cada vez más difícil, como ilustra este gráfico.

Nos acercamos a una media de cinco entradas lanzadas por apertura. Hace apenas una década, los abridores promediaban seis entradas por salida. Ahora, apenas estamos en cinco—5.08 hasta los juegos del sábado—lo que significa que muchos abridores no están permaneciendo en el juego el tiempo suficiente para ser elegibles para conseguir la victoria.

Si te lo estás preguntando, no, esto no se debe a los relevistas abridores. Hablaré de esto en mi próximo artículo. Pero los promedios pueden ser engañosos. Veamos el otro extremo de la distribución, las aperturas de al menos cinco entradas. El promedio se eleva por los lanzadores quienes consiguen lanzar nueve o más entradas. Pero un lanzador sólo necesita cinco entradas para conseguir una victoria. ¿Qué porcentaje de aperturas califican ahora al lanzador abridor para obtener una victoria?

Hace sólo 10 años, alcanzamos un máximo en la Era de la Expansión, con un 86% de todas las aperturas que duraron cinco entradas o más, suficiente para calificar para una victoria. Eso es más que en 1971-1974, cuando un total de 186 lanzadores, un promedio de dos por equipo por año, registraron al menos 225 entradas. (Este año vamos camino de cero.) ¿Sabías que esto ocurría? Yo no lo sabía.

Pero mira cómo ha caído de la mesa desde entonces. Solo el 77% de las aperturas duraron al menos cinco entradas en 2017, un nadir de la Era de la Expansión. Cayó al 74% en 2018 y al 71% en 2019. Este año, es solo el 67%.

El punto aquí no es que haya menos oportunidades para que los abridores registren victorias. Ya no nos importan las victorias, ¿verdad? Pero es un síntoma, un síntoma de que los abridores duran menos entradas que antes.

Los abridores están lanzando con menos frecuencia—más días de descanso entre salidas—y cuando lanzan, no duran tanto—menos entradas por salida. Último gráfico de este artículo:

Hasta 2015, los abridores habían representado al menos el 65% de las entradas lanzadas cada temporada. En 2016, cayó al 63.3%, seguido por el 61.9% en 2017, el 59.9% en 2018 y el 57.9% en 2019, seguido por un aumento insignificante al 58.1% en lo que va del año. A través de apariciones menos frecuentes y más cortas, han pasado de lanzar más de dos de cada tres entradas lanzadas hace apenas una década a menos de tres de cada cinco.

¿Qué puede estar pasando y qué puede significar? Abordaremos estas dos cuestiones en los dos próximos artículos.

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