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Image credit: © Denis Poroy-Imagn Images

Traducido por Carlos Marcano

Los Atlanta Braves firman al LD Robert Suárez por tres años y $45 millones de dólares.

Es difícil no pensar en el dinero. Los números son grandes, especialmente porque las modas van y vienen, y la última moda es que los equipos les den a los relevistas—incluso a tipos a mediados de sus 30s—tres años. Un contrato de tres años para un relevista es, en muchos sentidos, similar a un contrato de seis años para cualquier otro jugador: no lo otorgas porque tengas grandes esperanzas para el final del mismo, sino porque eso es lo que se necesita para obtener esos primeros dos años, y has decidido que los primeros dos años valen la pena. Probablemente lo valgan.

Debido a todos estos acuerdos de varios años, también es difícil no empezar a compararlos. Específicamente, es difícil no comparar a Suárez con el cerrador al que le preparará el camino, Iglesias, quien gana un poco más en promedio anual ($16 millones) y mucho menos en salario total (también $16 millones) a pesar de ser solo un año mayor. El otro punto de comparación obvio es Devin Williams, quien firmó un contrato de tres años y $51 millones, pero después de tener en cuenta los pagos diferidos, resulta ser aproximadamente el mismo pago.

Casi todos tenían a Williams por encima de Suárez en sus rankings de agentes libres, incluidos nosotros, a pesar de que este último lideró la Liga en juegos salvados y tuvo un año generalmente mejor. Excepto, por supuesto, según el DRA-.

Pero hay una última razón por la que es difícil no mirar este contrato en términos de signos de dólar, y es porque es difícil mirarlo de cualquier otra manera. Suárez ha tenido un segundo acto extremadamente exitoso en Estados Unidos después de perfeccionar su oficio en la NPB, hasta el punto de que es difícil decir o sentir mucho sobre él. Es como detenerse a apreciar que tu lavaplatos no se ha roto, o que han pasado como cinco años desde la última vez que te torciste el tobillo.

Es un lanzador fácil de dar por sentado, particularmente porque el proceso es muy simple: la liga batea .219/.302/.327 ante lanzamientos de 98 mph o más, así que llena la zona con lanzamientos de 98 mph o más. (Esto es subestimar un poco a Suárez; la liga bateó .189/.243/.293 contra él).

Si todo sale bien, Suárez tomará el relevo de Iglesias en 2027 como el cerrador principal; mientras tanto, está feliz de ayudar al equipo en un rol de preparador (setup). También les dará a los Braves la oportunidad de proteger su inversión a futuro haciendo ajustes en su arsenal. Similar al caso de Kenley Jansen, el ex Padre comenzó a demostrar un poco más de desequilibrio según la mano del bateador (platoon split) en 2025, y la raíz de ello fue su cambio, no su recta. Lo lanza un tercio de las veces contra zurdos, independientemente de la cuenta, y el año pasado, no fueron engañados por él, conectando la bola para un porcentaje de slugging de .457 y abanicando mucho menos que en años anteriores.

Al elegir sus momentos con él en lugar de asignarle lo que sea que traiga el noveno inning, Atlanta puede experimentar para averiguar si esto es solo una muestra de relevista de una sola temporada, o una indicación de que se necesita un cambio. Pero estas son cosas pequeñas. Lo grande es solo el dinero, y la dificultad de ajustarse a un nuevo estándar de mercado para la posición, justo cuando estábamos preparados, con un contrato colectivo (CBA) inminente, para ajustarnos en la otra dirección.

Los Braves son ahora mejores a corto plazo; si eso conlleva un costo de oportunidad más adelante es algo que Atlanta Braves Holdings, Inc. decidirá en una fecha posterior. Estoy seguro de que tienen un buzón de sugerencias clavado en una pared en algún lugar, si desea darles sus opiniones.

Los Toronto Blue Jays firman al lanzador derecho Tyler Rogers por un contrato de tres años y $37 millones con una opción condicionada para un cuarto año.

El béisbol es un deporte de imitación, hasta el punto de que es fácil correlacionar la imitación con el éxito. Si algo no vale la pena copiar, ¿qué tan bueno podría ser?

Cuando Hoyt Wilhelm le enseñó a Wilbur Wood la bola de nudillos a principios de la década de 1970, básicamente le dijo (y parafraseo): No puedes hacer esto a medias. Si vas a lanzar este pitcheo tonto que absolutamente no debería funcionar, tienes que comprometerte con él. Lánzalo el 90% del tiempo o no lo lances en absoluto. Demasiados de estos tipos que recurren a los nudillos lo hacen por desesperación, el último suspiro antes de dedicarse a vender seguros. Pero para entonces ya es demasiado tarde. Requiere la misma cantidad de práctica, repetición y tiempo que el pitcheo regular, por lo cual nadie lo hace. Tienes que cerrarte a esas otras personas que podrías ser.

Probablemente no dijo todo eso, al menos no con esas palabras. Casi con certeza hubo muchas más malas palabras.

Pero el hecho es que nosotros, como fanáticos, tendemos a mirar estos casos extremos, los nudillistas y los tipos de un solo lanzamiento y los submarinos, como una especie de evolución natural, y pensamos que todos tienen la misma oportunidad de mutar en ellos si llegan a un punto en el que quisieran hacerlo. ¿Y no lo hacen, así que no debe valer la pena? Incluso para los grandes, es un triste compromiso por algo que podría haber sido aún mejor, un negativo que nunca tenemos que molestarnos en probar.

Yo mismo soy culpable. Cuando comenzamos a organizar nuestro Top 50 de agentes libres, tenía a Rogers cerca del final de la lista, debajo de todos los cerradores probados. (No estaba solo). Discutimos, y lo subí, luego repasamos a alguien más, y bajaba a ese tipo por debajo de Rogers, hasta que subió al puesto 40. Luego se nos acabó el tiempo, y se quedó justo antes de Seranthony Domínguez.

Eso fue un error. En este punto me pregunto si debería haber estado más cerca del 30, reflexionando, e incluso entonces creo que lo hubiera preferido sobre algunos de los nombres grandes de salvados.

Han sido seis años. Seis años lanzando por debajo del brazo —no solo por debajo del brazo, sino un gran total de dos lanzamientos por debajo del brazo— y siempre, siempre en la zona de strike. (Su tasa en la zona de 64.8% no solo es la primera entre todos los lanzadores con al menos 70 entradas el año pasado, sino que la brecha entre él y el segundo es tan grande como entre el segundo y el 50º). Es un acto de novedad, una banda de un solo éxito (one-hit wonder) que se niega a morir, se niega a perder su encanto.

Y no solo no deja de funcionar, ni siquiera toma un descanso, gracias al menor estrés de su mecánica. Nunca ha estado en la lista de lesionados a nivel de grandes ligas, y desde 2020 ha lanzado 37 ⅓ entradas más —media temporada extra completa— que cualquier otro relevista en el béisbol. Uno apenas necesita describir a Rogers como lanzador; si lo has visto aunque sea una vez, puedes cerrar los ojos y visualizarlo, imaginar las partículas de tierra levantándose mientras arrastra los nudillos contra el montículo.

Por supuesto, lo divertido de apostar contra alguien en el béisbol es que nunca te equivocas, a largo plazo. Rogers cumplirá 35 años esta semana, y si su opción se activa (lanzando en 110 juegos entre 2027-28 o 60 en 2028 solamente, cifras que ha superado cada uno de los últimos cinco años) verá la agencia libre a la edad de 39 años. Dan Quisenberry, el paralelo obvio aquí, se desgastó a los 35, a medida que más y más de ese contacto se traducía en hits con cada año que pasaba. Nunca sabremos qué tan fuertes fueron esos roletazos contra “Quiz”, pero conocemos los números de Rogers; su velocidad de salida promedio en contra es de 85.8 mph, en el percentil 99.

Rogers exige trabajo. Requiere que apagues tu cerebro, no todo, sino esa pequeña parte cínica que susurra que nada diferente puede durar. Ya ha durado. En lugar de preguntarte por qué todos no lanzan como él, tienes que aceptar que no pueden, que todos lo están intentando y fallando en los campos traseros y parques municipales, justo fuera de cámara.

Y luego, en lugar de ligar que falle para poder sentirte inteligente, puedes ligar que esa opción condicionada se active, para poder sentirte afortunado de presenciarlo.

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