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Image credit: © Kamil Krzaczynski-USA TODAY Sports

Traducido por Marco Gámez

En el transcurso de 11 temporadas y más de 1500 entradas lanzadas en su carrera, Jake Arrieta ha sido de todo, desde uno de los mejores lanzadores en la historia del béisbol hasta significativamente peor que cualquier lanzador de Triple-A. Su último capítulo terminó con un estruendo cuando los Cubs lo dejaron libre hace aproximadamente una semana luego de una temporada sin éxito con los Phillies y un intento de ser rescatado en Chicago.

Por lo visto, la historia de Jake the Snake (probablemente) llega a su fin, durante la misma él tuvo uno de los períodos más dominantes en cuanto a pitcheo se refiere en la historia del béisbol junto con otras nueve temporadas con rendimiento similar al de un lanzador de nivel de reemplazo. La suerte de la carrera de Arrieta se definió por un ajuste mecánico con el que lo ayudaron los Cubs, pero que no pudo rescatarlo de los efectos del envejecimiento.

Es fácil olvidar cuan dominante fue Arrieta. Aunque no está ni cerca de ser un aspirante al Salón de la Fama, puede jactarse de una de las mejores rachas de pitcheo abridor de calidad de cualquier jugador en la MLB. Durante un período de tres temporadas poco después de unirse a Chicago, Arrieta acumuló 19 WAR. Su temporada de 2015, donde acumuló más de ocho WAR, se ubica entre las más grandes de las últimas décadas: ese año, registró el sexto WHIP más bajo de cualquier lanzador calificado desde 1990. Del puñado de lanzadores por encima de él, dos son miembros del Salón de la Fama, electos en la primera votación (Greg Maddux, Pedro Martínez) y los otros tres, tarde o temprano, encontrarán su camino hacia allá (Clayton Kershaw, Justin Verlander, y Zack Greinke).

Desde 2015 hasta principios de 2016, Arrieta tuvo la racha más larga de aperturas (29) permitiendo tres carreras o menos. En la mitad de ese período, el as de los Cubs tuvo la efectividad más baja en la historia para segunda parte alguna de una temporada. Hilvanó una racha al estilo Gibson de 24 aperturas de calidad consecutivas en el transcurso de esa buena actuación, registrando una efectividad por debajo de 1.00 y un WHIP (0.76) que, si hubiese en una misma temporada completa, ocuparía el segundo lugar desde 1901, solo superada- -escasamente- por la temporada en 2000 de Pedro Martínez (cuando tuvo un WHIP de 0.74).

Hay bastante distancia entre un período de dominio como ese, en más de una temporada completa de inicios, hasta un nivel sustancialmente peor que el de reemplazo, como algunas métricas lo muestran este año. Pero así como el ascenso de Arrieta fue bastante meteórico, su fase de declive se produjo rápidamente. En 2017, las estadísticas de Arrieta se desplomaron, con una tasa de jonrones que casi se duplicó con respecto al año anterior y tres veces más alta que en 2015. En las últimas cinco temporadas, Arrieta ha promediado solo 1.2 WAR por temporada, después de promediar más de seis por año durante su período dominante. Alrededor del 90 % del valor total de la carrera de Arrieta se produjo durante ese intervalo de tres temporadas de 2014 a 2016.

Este año ha sido muy malo, no solo en comparación con lo mejor de la carrera de Arrieta, sino desde cualquier punto de vista. Con una efectividad cercana a siete en 20 aperturas, el intento de revitalización de los Cubs ha fallado por completo.

La oficina principal de Chicago pudo haber creído que estarían en capacidad de devolver a Arrieta a la gloria, reconfigurando su mecánica de lanzar, tal como lo hicieron cuando lo obtuvieron de los Orioles en 2013. Después de dos temporadas en las que registró WAR de -2.5, los Cubs trabajaron con Arrieta para elevar la altura del punto donde soltaba la pelota y empujarlo más hacia el centro de la goma de lanzar.

Los resultados no fueron instantáneos, les tomó tres temporadas para que surtieran efecto, pero fueron asombrosos. A medida que el punto de liberación de Arrieta mejoró, también lo hizo su consistencia y su tasa de bases por bolas también disminuyó. Su velocidad de bola rápida aumentó y la combinó con una poderosa sinker como otra arma para ayudarse a dominar a los bateadores. La transformación de Arrieta se convirtió en un ejemplo de libro de texto de cómo los equipos y los jugadores trabajaban juntos para mejorar el rendimiento de cada brazo, optimizando el arte de lanzar y la biomecánica para hacerlo.

Una vez establecida la receta (punto de lanzamiento más alto, mejores mecánicas y un lanzamiento que se hunde, sinker), sería razonable pensar que el rendimiento de nivel as de Arrieta podría continuar. Pero a partir de 2017, justo cuando sus estadísticas superficiales como ERA colapsaron, su punto de lanzamiento comenzó a hundirse. En 2018 y 2019, la altura desde la que estaba lanzando había regresado a donde estaba en los viejos tiempos de 2011-2012, cuando Arrieta estaba en un nivel por debajo de los lanzadores de reemplazo. Incluso regresar a Chicago esta temporada no pudo rescatarle su mecánica de lanzar; aunque su altura de soltar la pelota comenzó alta en abril (presumiblemente aconsejado por los Cubs), cayó de nuevo al sótano en julio.

Ken Rosenthal informó que los Padres están interesados ​​en firmar a Arrieta por el resto de la temporada, con la esperanza de que pueda reforzar una rotación acosada por las lesiones. Quizás San Diego cree que pueden hacer que Arrieta se amolde a la estrategia que lo hizo efectivo, o que le queda algo más en el tanque.

El destino de Arrieta puede haber sido parcialmente marcado por los ajustes a la pelota de beisbol que comenzaron en 2015 y nos llevaron a la tasa de jonrones más alta de la historia en 2017 y 2019. Su trayectoria profesional parece inclinarse en descenso con la tasa de Jonrones / Batazos Elevados de la liga durante ese lapso. Su sinker llegó justo cuando era uno de los lanzamientos más efectivos, pero su efectividad disminuyó a medida que los lanzadores cambiaron a una estrategia más alta en la zona, centrada en la bola rápida alta y cuando los bateadores se ajustaron a los lanzamientos bajos.

Obviando los cambios en la pelota de beisbol, el hecho de que los ajustes mecánicos que hizo para convertirse en el abridor número uno resultaron frágiles es una lección considerable sobre el desarrollo y el entrenamiento de los jugadores. A menudo asumimos que una vez desbloqueados, estos ajustes pueden hacerse permanentes. La realidad del caso de Arrieta parece ser que requieren mantenimiento y esfuerzo para que permanezcan consistentes. Aunque el as de los Cubs parece haber sabido lanzar desde un punto de lanzamiento más alto, no necesariamente podía repetirlo indefinidamente. Y cuanto más se alejaba de descubrir su mejor mecánica, peor se volvía su rendimiento.

La carrera de Arrieta ha abarcado algunos de los máximos y mínimos topes que puede experimentar un jugador de Grandes Ligas. Por un breve momento de tres o cuatro temporadas, pareció descubrir una forma superior de sí mismo, y durante un período de una temporada alcanzó el nirvana del pitcheo. Pero además del conocimiento, la transformación de Arrieta requería mantenimiento y ajustes para continuar. El sueño de ser miembro del Salón de la Fama que emergía a los 28 años no fue sostenible, y Arrieta probablemente terminará pronto su carrera como una fascinante nota al pie de página, el dueño de una temporada en una tabla de clasificación poblada por algunos de los mejores lanzadores de su época.

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