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Image credit: Jason Getz-USA TODAY Sports

Traducido por Carlos Pérez

Es la séptima entrada y tu abridor está acabado. La buena noticia ¡es que ganas por dos carreras! Necesitas sobrevivir las próximas tres entradas, pero hay más noticias buenas. Tus tres mejores relevistas están descansados y disponibles, y en juegos como este, normalmente los llamas para las entradas séptima, octava y novena. Mirando a tus relevistas, crees que Smith es mejor que Jones, y este mejor que Pavlidis. ¿En qué orden deberías mandarlos al montículo? O, más inmediatamente, ¿a quién deberías mandar en la séptima entrada? La estrategia estándar es, asumiendo que todos son relevistas de una entrada, enviar a Pavlidis en la séptima, y si el juego todavía está apretado, Jones en la octava y Smith en la novena.

Pensamos justo lo contrario. Obviamente, si algo es una estrategia estándar, debe ser un error.

Reestructurar el bullpen moderno es una de esas cosas que los sabermétricos hacen por diversión. El asunto es que lo que se suele sugerir no se ha aplicado del todo en la vida real. Los equipos parecen más dispuestos a insertar al cerrador en un encuentro empatado en la novena entrada cuando juegan fuera de casa (Zach Britton en la línea uno…), pero a pesar de todo lo que se ha escrito digitalmente sobre la materia, se puede decir que el método de enviar al “especialista de la octava entrada” seguido por el “cerrador” está bastante asentado.

Hace unos años, Atlanta intentó un sistema donde usaban al cerrador Aroldys Vizcaíno en la octava o la novena entrada de un juego apretado, según los enfrentamientos. Vizcaíno se enfrentaba al grupo más complicado de los bateadores proyectados, incluso si era en la octava entrada. No duró mucho.

Las gloriosas ideas de uso de relevos según el perfecto sistema de importancia, con el cerrador entrando en el partido en el punto de inflexión más importante (¡incluso en la séptima entrada!) sufre del hecho de que un mánager tendría que ser psíquico para saber que a) ningún punto de inflexión será tan grande después de la séptima entrada y b) tendría que suceder una catástrofe en la séptima entrada para que el mánager tuviera que llamar al cerrador y que calentara a tiempo.

El otro problema que sucede en estos análisis es que el jugo que se puede exprimir como resultado de cambiar la estrategia de tu bullpen es mínimo, y eso cuando no lo haces en el mundo ficticio de los electrones. Aun así, hay algo de jugo por exprimir, y si algo funciona en el mundo digital podría funcionar en el mundo real también. El valor es el valor.

La pieza sobre la que nunca se debate es que cuando usas un relevista, hay repercusiones al día siguiente. Es difícil, aunque posible, lanzar en días consecutivos. De alguna manera, por definición, la mayoría de las ideas de “mejora” para el cerrador son: “Deberías estar dispuesto a usar a tu cerrador antes de la novena entrada”. Y hay un riesgo inherente en hacer eso. Si usas a tu cerrador en la octava entrada, por definición, tienes otro turno al bate, y hay una oportunidad de que tu ofensiva pueda anotar 5 carreras. Tu cerrador acaba de lanzar en un juego en el que podría no haber sido necesaria su aparición.

La noción de la idea de “Quieres que tu mejor relevo lance en juegos donde sea importante” puede llevar a error. Creo que es más apropiado decir: “No quieres que tu mejor relevo lance en juegos donde no sea importante”. Cuando lo enuncias en negativa, tiene algo más de sentido. Hay un precio a pagar el día siguiente. ¿Quizá ese precio es algo excesivo?

¡Cuidado! ¡Hay detalles matemáticos explícitos!

Usando los juegos de la MLB desde 2020, encontré todas las instancias donde un equipo jugó en días consecutivos, y en el segundo de esos juegos, entraron en la mitad de lanzamiento de la novena entrada con una ventaja de tres carreras o menos. La situación de un salvamento.

Miré su probabilidad de victoria basada en si se habían enfrentado a una situación de salvamento el día anterior. Si lo habían hecho, entonces el cerrador del equipo era probable que lanzara en días consecutivos. ¿El resultado?

Situación Sin situación de salvamento ayer Situación de salvamento ayer
9ª alta, ventaja de 3 carreras 96.9% 96.2%
9ª alta, ventaja de 2 carreras 92.0% 92.6%
9ª alta, ventaja de 1 carrera 81.5% 84.4%
9ª baja, ventaja de 3 carreras 98.3% 97.7%
9ª baja, ventaja de 2 carreras 94.4% 93.4%
9ª baja, ventaja de 1 carrera 87.9% 86.9%

Normalmente (aunque no siempre) vemos una penalización a pagar por el equipo que tiene a su cerrador lanzando en días consecutivos. No es muy alta, pero está ahí. También hay un problema en esos números. Esperamos que los equipos en la segunda columna ganen un poco más que en la primera. Los equipos que tienen oportunidades de salvamento (y, por tanto, más oportunidades para culminar sus oportunidades de salvamento), por definición, han superado a sus oponentes durante ocho entradas, y es más probable que sean mejores equipos. Si usamos un promedio ponderado de su porcentaje de victorias general en una temporada, esperaríamos que esos equipos ganaran entre el 0.5% y 1% de las veces. El hecho de que su porcentaje de victorias generalmente caiga es más preocupante.

Así que, digamos que tienes un modelo que demanda que tu cerrador entre en el juego en la octava entrada. Viendo de nuevo ese espacio de tiempo, miré los juegos en los que un equipo entró en la mitad de la octava entrada en la que le tocaba lanzar con una ventaja de tres o menos carreras (una situación de “salvamento”), pero miré cuántos de esos juegos todavía tenían situaciones de salvamento en la novena entrada. Resulta que el 23.9% de los juegos ya no tenían. Es posible que un equipo haya quemado a su cerrador para un juego que no necesitaba ayuda extra. El cerrador podría ser capaz de lanzar mañana, pero vemos que hay probablemente una penalización de alrededor de 1% de victoria que pagar.

Los juegos en los que un equipo tuvo una situación de salvamento en la novena entrada fueron seguidos al día siguiente por otro juego con otra situación similar en la novena el 25% de las veces. Así que, por usar un cerrador en la octava entrada, un equipo acepta un 24% del riesgo de que ese movimiento sea innecesario en retrospectiva, y una probabilidad del 25% al día siguiente, el equipo estará desgarrado por el movimiento… o al menos desgarrado por un descenso de un 1% en sus probabilidades de ganar. Así que, el precio a pagar es de 0.0006 victorias.

No parece mucho, pero está en el mismo orden de magnitud del beneficio por juego que tienes sobre el papel cuando cambias tu estrategia de bullpen. Y la mayoría de los escenarios “sobre el papel” asumen cosas como que “los lanzadores jugarán similarmente en la segunda entrada de trabajo respecto a cómo lo hicieron en la primera” o “la incertidumbre de cuándo llegará la llamada no afectará al lanzador”. Ambos argumentos tienen pruebas que los contradicen.

A pesar de que nos encantaría reestructurar completamente el bullpen, la evidencia sugiere que podrías quedarte tal cual estás, considerando todo. Así que, el sistema estándar de orden contrario, donde el mejor lanzador se guarda para el final, probablemente esté aquí para quedarse.

Parece que la “tradición” ha ganado esta batalla.

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