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Image credit: David Richard-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

El martes pasado supimos de que el nuevo pero también viejo mánager de los White Sox, Tony La Russa, había sido acusado hace sólo unas semanas de conducir en estado de ebriedad en la zona metropolitana de Phoenix. Apenas unos días después de su contratación y del despido de Rick Renteria, los hechos generaron serias dudas sobre el proceso que Jerry Reinsdorf había seguido para contratar a La Russa. El nuevo trabajo de La Russa representa de alguna manera una perfecta encapsulación del racismo sistémico que los mánagers de color del béisbol (como el hombre al que reemplazó, Rick Rentería) enfrentan. Aunque los mánagers BIPOC [acrónimo en inglés de “personas de raza negra, indígena y de otras etnias”, utilizado en los EE.UU., ampliamente descrito aquí por si te interesa aprender sobre el término y su uso sociológico] han hecho algunos avances en la MLB, tienden a tener carreras más cortas a pesar de tener el mismo rendimiento que sus colegas blancos.

No hay una base de datos pública de información demográfica sobre el grupo de jugadores o mánagers de la MLB, por lo que a veces no se examinan las cuestiones de racismo en el juego. Pero debido a que la gran mayoría de los mánagers de la MLB son ex-jugadores, pude usar la base de datos de raza y etnia reunida por Mark Armour y Dan Levitt para asignar una categorización a casi todos los mánagers del béisbol en los últimos 20 años. Para los 17 mánagers restantes sin datos, recogí los datos yo mismo, tratando de imitar el procedimiento de Mark y Dan para que la información fuera compatible.

Las salvedades habituales aplican cuando se utiliza esta base de datos, que he empleado en el pasado para analizar el racismo en los ascensos de las ligas menores y (junto con Dan Epstein) en las asignaciones de puestos. La categorización es imperfecta y no tiene en cuenta a las personas multirraciales (en particular, la población afrocaribeña del béisbol está categorizada como latina) ni la experiencia vivida por cada jugador o directivo.

Con estas importantes salvedades señaladas, la absoluta escasez de mánagers de color en la liga es notoria. De las más de 500 temporadas de mánagers en los datos (excluí las temporadas parciales y los mánagers interinos), los mánagers blancos fueron responsables de un asombroso 83%, los mánagers negros de un 10% y los mánagers latinos de sólo un 8%. (Ha habido exactamente una sola temporada completa de un mánager de ascendencia asiática en la historia del béisbol: Don Wakamatsu en 2009 en Seattle, aunque también tuvo dos temporadas separadas como manager interino). Un solo mánager (Dusty Baker) es responsable de casi un tercio de las temporadas que los mánagers negros han ocupado; sin su ilustre carrera, estas disparidades serían aún mayores.

La demografía de los mánagers de la MLB está tan desfasada con su población de jugadores que es impresionante. En 2016, Armour y Levitt estimaron que alrededor del 64% de los jugadores de la Liga eran blancos, el 6.7% negros, el 27.4% latinos y el 2.1% asiáticos. La composición demográfica de los mánagers interinos reflejaba ligeramente más la base de jugadores de la MLB que los patrones de temporada completa, con sólo un 73% de blancos. Los propietarios están claramente dispuestos a entregar las riendas a los mánagers de color cuando se pierde la temporada, pero menos dispuestos a mantenerles después. Algunos argumentan que la desproporción por sí sola no es una evidencia de racismo, pero aquí la abundancia de mánagers blancos cuando hay tantos jugadores BIPOC en la Liga sugiere lo contrario.

Y hay más evidencia que puede ser traída aquí que muestra que el sesgo racial está en última instancia detrás de la disparidad en la población gerencial. Como Jared Diamond señaló en un artículo el jueves, una gran razón para la falta de mánagers BIPOC es la escasez de jugadores del BIPOC en la posición de captura. Debido a que los equipos contratan aproximadamente a un tercio de todos sus mánagers a receptores en retiro, el mismo racismo estructural que canaliza a los jugadores BIPOC lejos de jugar de receptor también los hace menos propensos a convertirse en generales de campo. Rentería, por ejemplo, era el inusual jugador de cuadro convertido en mánager, mientras que Dusty Baker llegó al banquillo desde el jardín.

Pero el bloqueo de los talentos de las Grandes Ligas sólo explica parte del déficit de los mánagers BIPOC. Otro factor es que una vez que se incorporan a las filas de los directivos de la MLB, tienden a no quedarse tanto tiempo, a pesar de contar con niveles similares de rendimiento. El mánager blanco promedio dura un poco más de cinco años en la Liga, mientras que el mánager BIPOC promedio sólo dura 3.6 años, aproximadamente un 30% menos.

Es muy difícil determinar el éxito de cualquier mánager. Las consideraciones tácticas son la categoría de actividad más observada, pero hacen diferencias relativamente menores en términos de victorias y derrotas en una temporada completa. Las llamadas “habilidades blandas” como el manejo de la moral y el mantenimiento de la cohesión del club son probablemente más importantes, pero mucho más difíciles de medir.

A falta de pruebas concretas sobre el rendimiento de los mánagers, la razón última por la que la mayoría de ellos son despedidos es simple: victorias y derrotas. Y según este estándar, los mánagers de color son exactamente tan buenos como sus colegas. Los mánagers blancos y los BIPOC tienen exactamente el mismo medio y promedio de porcentajes de triunfos. Las carreras más cortas de los mánagers de color, por lo tanto, tienen poco o nada que ver con el rendimiento en el campo.

Debido a todos los factores que dificultan la calificación de los mánagers, es difícil decir con realismo si Rentería o La Russa es mejor general de campo. Pero fuera del campo, realmente no hay competencia. La Russa ha sido una elección problemática desde el principio, con serias preocupaciones en varias áreas diferentes: su habilidad para usar la Sabermétrica moderna, su voluntad de relacionarse con sus jugadores, y su largo período fuera del banquillo. Pero cometer un delito grave, y sí, a pesar de algunos esfuerzos de la prensa por minimizar la conducción bajo los efectos del alcohol, es un delito grave, potencialmente mortal, que hace que la contratación pase de dudosa a claramente errónea.

Mientras tanto, Renteria había sido un mánager superior al promedio para los White Sox. Después de guiarlos a un porcentaje de victorias de .583 y a un puesto en la postemporada de 2020, quedó en segundo lugar en la votación al Mánager del Año de la Liga Americana. Aunque hubo quejas sobre las tácticas de Rentería, todo indica que a sus jugadores les gustaba y sus vestidores estaban a gusto.

Pero Reinsdorf no pensó en despedir a un exitoso mánager BIPOC en favor de su amigo, aparentemente sin entrevistar a otro candidato. La crueldad de los prejuicios en el béisbol debe ser excepcionalmente dura para Rentería, ahora reemplazado por segunda vez en cinco años por un señor de raza blanca con más experiencia. Se ganó su éxito con los White Sox, pero no fue suficiente para salvar su empleo. Tanto si Reinsdorf tomó conscientemente una decisión racista como si no, el Club de Vejetes (en este caso, un Club de MUY Vejetes literal) perpetuó las ventajas sistémicas e inmerecidas que poseen los mánagers blancos, desplazando a un exitoso mánager de color a favor de un anciano semi-jubilado quien también enfrenta cargos criminales.

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