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Image credit: Brad Penner-USA TODAY Sports

Traducido por Marco Gámez

Los jonrones vuelan en los playoffs, al ritmo de actuaciones récord en San Diego y Los Angeles. La sospecha, naturalmente, debería recaer en un cambio en la propia pelota de béisbol. Hemos escrito de tantas travesuras con la pelota de beisbol durante los últimos cinco años que casi se convierte en una sorpresa cuando no cambia. Después que la resistencia al aire de la pelota demostró ser responsable de índices récord de jonrones en 2017 y 2019 (así como de una breve reducción durante los playoffs en la postemporada de 2019 y este año), es fácil olvidar que hay múltiples formas de producir más jonrones. En esta postemporada, parece que la resistencia al aire de la pelota se ha mantenido constante con la temporada regular de 2020, pero la velocidad de salida está aumentando inexplicablemente.

Cuando los jonrones comienzan a aparecer, el primer lugar hacia dónde mirar siempre es la resistencia al aire. La resistencia al aire de la pelota de béisbol ha fluctuado constantemente en las últimas temporadas, y cada caída y aumento ha arrastrado a la tasa de jonrones con ella. Cuando un batazo elevado inusualmente suave cruza la cerca o cuando lo que parece un batazo inmenso muere en la pista de seguridad, es natural preguntarse si la aerodinámica de esa pelota en particular tuvo algo que ver.

Pero resulta que la avalancha actual de cuadrangulares no tiene nada que ver con la resistencia. Este gráfico muestra el coeficiente de resistencia al aire por fecha.

La resistencia al aire ha estado por todas partes esta temporada. Por alguna razón, la pelota de beisbol ha sido menos consistente de lo habitual. Pero no se ha vuelto más aerodinámica en octubre. No hay sorpresa en los playoffs como el año pasado.

Cómo vuela una pelota de béisbol es solo una parte de la historia. La velocidad con la que sale del bate es el elemento más importante para determinar si un determinado batazo elevado abandona el parque o simplemente llega hasta los jardines. Y aunque la resistencia ha sido relativamente constante, la velocidad de salida ha ido cambiando. (El siguiente cuadro, que muestra las velocidades de salida diarias en mph, limita los datos a solo los equipos de la Serie Divisional, ya que constituyen el paquete de las pelotas bateadas durante los playoffs y no sería justo comparar sus excelentes ofensivas con la liga en general.)

La línea de tendencia cuenta la historia, con una velocidad de salida media aumentando alrededor de dos millas por hora (3.2 kph) desde donde terminó la temporada. Tres de las cuatro velocidades de salida diarias más altas se han producido en la postemporada. Y debido a que estoy usando la mediana aquí, es poco probable que estos números estén sesgados por un puñado de batazos de velocidad extremadamente alta, como el monstruoso jonron de 118.3 mph (190.4 kph) conectado por Giancarlo Stanton el martes.

El problema con la velocidad de salida es que, a diferencia de la resistencia al aire, es un producto que depende de quién batea la pelota, quién la lanza, dónde se ubica el lanzamiento en la zona y qué tan rápido viene, entre otros factores. Entonces, simplemente revisar los promedios brutos de la velocidad de salida no cuenta toda la historia. Para tener una idea más clara, construí un modelo estadístico que neutralizó todos esos otros efectos para ver cuántas millas más por hora por encima de lo que podríamos esperar sale la pelota del bate. Incluso teniendo en cuenta los lanzadores de alta velocidad que están lanzando y los bateadores que están bateando la pelota, la velocidad de salida es significativamente más alta de lo esperado en lo que va de postemporada.

Los cambios anteriores en la pelota se han centrado principalmente en la resistencia del aire. Casi todos los aspectos de la pelota de béisbol pueden influir en su resistencia al aire, desde su tamaño hasta la altura y el ancho de las costuras e incluso si el interior es perfectamente simétrico (una pelota de béisbol que se tambalea desplaza más aire y la hace volar menos lejos). Pero la velocidad de salida es realmente un producto de los materiales de la pelota de béisbol. Cuanta más capacidad de rebotar tiene, más energía sale del bate por cada unidad de fuerza puesta en la pelota de béisbol. Este parámetro se llama coeficiente de restitución (COR, por sus siglas en inglés): cuanto más alto es, mayor es la velocidad del bate para el mismo swing.

No podemos medir COR de la forma en que lo hacemos con el coeficiente de resistencia al aire, utilizando el mismo sistema de seguimiento de MLB. La mejor pista que podemos obtener es con estas velocidades de salida observadas. Para calcular rigurosamente el COR, se deben realizar experimentos disparando pelotas de béisbol desde un cañón de aire contra una superficie plana, y no hay equivalente a esos experimentos que se puedan encontrar en el campo de béisbol (si tuviéramos la trayectoria completa de cada bola bateada, podríamos calcularlo, pero esa información no se divulga públicamente).

Eso hace que sea difícil decir con certeza que la pelota es la culpable del aumento en la velocidad de salida y de los batazos más grandes. Además de eso, la velocidad de salida es una variable mucho más imprecisa que la resistencia al aire. Mientras que la resistencia al aire es casi completamente un producto de la propia pelota de béisbol, la velocidad del bate proviene de un complejo conjunto de interacciones entre el bateador, el lanzador y la pelota. Entonces, podría ser que haya alguna variable inexplicable (más preparación de los bateadores, lanzadores sin aliento después de la temporada o algo más) que podría explicar este repentino aumento de la velocidad de salida.

Aún así, cada una de estas alternativas no logra explicar la rapidez con la que la velocidad del bate aumentó justo cuando comenzó la postemporada. Y dados los problemas previos que ha tenido la MLB para mantener la consistencia de la pelota desde la temporada regular hasta los playoffs, el principal sospechoso en este misterio tiene que ser la propia pelota. Aunque es una modificación en la forma de adulterar con respecto a la que estamos acostumbrados, este cambio es igual de efectivo para producir más jonrones. Y a diferencia de los suaves batazos que pasan volando por los jardines a los que nos hemos acostumbrado, la velocidad de salida elevada está alcanzando cifras impresionantes. Como valor adicional al entretenimiento, por lo menos, una pelota de béisbol con una mayor velocidad de salida puede ser el camino por seguir.

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