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Image credit: Brett Davis-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Jacob deGrom está teniendo una gran temporada. Su desempeño hasta la fecha lo coloca en el tercer lugar en ERA y el cuarto en Carreras Merecidas Permitidas, pero en esta temporada de muestras pequeñas, es suficiente para un empate virtual en el primer lugar. En la carrera por su tercer Cy Young consecutivo, no es sorprendente que deGrom sea uno de los mejores lanzadores de la Liga. Lo que es asombroso es cómo lo está haciendo: a sus 32 años, deGrom lanza bolas rápidas a 99 millas por hora (160 kph) como un joven as, un logro sin precedentes en la era PitchF/X.

La velocidad es crucial para todos los lanzadores porque cada milla por hora en el radar equivale a más ponches y menos carreras permitidas. Pero como la mayoría de las herramientas físicas, la velocidad en las bolas rápidas tiende a alcanzar su punto máximo en los primeros días de un lanzador en la Liga, desapareciendo más rápidamente cada año que sobreviven pasados sus 30s. Los lanzadores mayores sobreviven agregando ofertas secundarias, mejorando su comando o control, o superando a sus colegas menos experimentados. Clayton Kershaw es un buen ejemplo en la clase de deGrom: aunque nunca fue un lanzallamas, su bola rápida de 94 mph (151 kph) en sus primeros años en la Liga está muy lejos de su velocidad actual de 91 mph (146 kph), a pesar de que ha encontrado otras formas de vencer a sus rivales.

El envejecimiento llega incluso para los mejores, con los estragos del tiempo restando alrededor de una milla por hora (1.6 kph) de la velocidad máxima de un lanzador a la edad de 29 años. Y, cruelmente, el proceso se acelera después de los 30, con los lanzadores a menudo viendo que sus bolas rápidas se vuelven cada vez más lentas en cada año subsiguiente. Esta erosión en la velocidad es una de las principales fuentes de atrición, a menudo quitándoles la herramienta característica de un abridor y exiliándolos de la Liga (Las lesiones a menudo coinciden con la pérdida de velocidad, lo que hace que se sacrifiquen aún más lanzadores).

Así es como funciona normalmente. Pero deGrom no obedece esas reglas. En lugar de perder velocidad, ha ido añadiéndola cada año desde 2016. Es insólito que un lanzador gane velocidad significativa desde sus años pico hasta los 30, pero es aún más inaudito añadir tanto “picante” (+5 mph, u 8 kph) como deGrom lo hizo. Igualmente notable es cómo lo ha hecho: en lugar de un viaje turbulento, deGrom ha añadido una sola milla por hora cada temporada como un reloj. Desde 2016, nadie ha añadido tantos kilómetros por hora como él.

En toda la era PitchF/X (desde 2008, cuando obtuvimos las primeras medidas fiables del sistema de rastreo), sólo unos pocos lanzadores han añadido tanta velocidad como deGrom: Charlie Morton (entre 2012-2017), y las temporadas consecutivas de Brandon McCarthy (2008-2014). Las lesiones complican los casos de McCarthy y Morton. En ambas situaciones, registraron velocidades inferiores a las esperadas en las temporadas de lesiones al comienzo del tramo del que se recuperaron más tarde. En contraste, la velocidad de deGrom en 2016 (en una temporada de 24 aperturas) también fue comparable a su velocidad en las dos temporadas anteriores. No se está recuperando de una baja aberrante, sino que está moviendo su línea de base cada vez más alto.

La milagrosa ganancia en las bolas rápidas de deGrom ha culminado este año en una temporada que simplemente no tiene igual, ya que tenemos datos de seguimiento de los lanzamientos. La velocidad es normalmente el juego de un joven (y el pan y la mantequilla de un relevista), pero el viejo deGrom es la excepción. Ningún lanzador abridor de más de 26 años ha obtenido una velocidad media de bola rápida incluso por encima de las 98 millas por hora desde que deGrom en 2008—se asienta a más de 99 mph (y subiendo). Hay una diferencia de seis años entre deGrom y la única otra competencia de lanzamiento abridor que tiene para lanzar tan rápido. Los ases del relevo tienen el beneficio de lanzar menos lanzamientos y así poder poner más esfuerzo en cada uno, pero ningún relevista mayor de 30 años ha lanzado más rápido que deGrom hasta ahora en esta temporada.

La era PitchF/X es la única etapa en la que tenemos mediciones fiables de las velocidades de las bolas rápidas, lo que pone una especie de guinda a la magnificencia del logro de deGrom. No tenemos ni idea de lo rápido que los ases de antaño lanzaban a los 30 años. Antes de 2008, los datos son escasos, incompletos y de dudosa veracidad. Las pistolas de radar de los visores podían estar mal calibradas y podían medir desde la mano del lanzador o más cerca del plato, no toda la trayectoria. Y antes de los radares portátiles, la tecnología es tan diferente que casi desafía la comparación con los sistemas modernos. Es difícil cuadrar las bolas rápidas de Steve Dalkowski—medidas en una base militar usando un radar—a las condiciones modernas y estandarizadas del juego.

Incluso considerando esas limitaciones, la lista de ejemplos históricos similares a deGrom es escasa. Quizás el único paralelo real al reciente logro de deGrom viene de Nolan Ryan. Según el libro de Ryan, el famoso lanzallamas lanzaba bolas rápidas a unas 95 mph (153 kph) en 1980, a la edad de 33 años. Eso está muy por debajo de la marca de DeGrom de 99 mph (159 kph), pero podría decirse que es más impresionante en relación con la competencia de Nolan: aunque se desconoce la velocidad media de las bolas rápidas de la Liga en la década de los 1980s, es probable que cayera en algún momento por ahí de las 85 mph (137 kph). Si lo comparamos con el actual promedio de 92 millas por hora (148 kph), Ryan seguramente lanzaba más fuerte en relación a sus colegas que lo que lo hace hoy deGrom. Y Ryan continuó siendo un extremo atípico hasta bien entrados sus 40s, capaz de lanzar bolas rápidas de 95 mph (153 kph) hasta el final de su carrera.

Es poco probable que deGrom iguale esa hazaña, considerando el estrés tan grande que se ejerce sobre los brazos de los lanzadores de hoy en día y las trayectorias profesionales más cortas que resultan. Pero hasta ahora, deGrom ha logrado no sólo evadir los efectos esperados del envejecimiento, sino incluso revertir la marcha del tiempo. Como un lanzador equivalente a Benjamin Button, deGrom está envejeciendo al revés, convirtiéndose en una versión de sí mismo cada vez más fuerte, afilada e incluso más saludable. ¿Cuánto tiempo puede seguir así?

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