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Image credit: Rick Osentoski-USA TODAY Sports

Traducido por Pepe Latorre

Entre el opener, el super relevista para las situaciones calientes y el que es capaz de lanzar varias entradas, las funciones del bullpen se han expandido y dilatado hasta llegar al colapso. Los brazos que hace no tanto tiempo estaban reservados para la sexta y la séptima entrada son ahora llamados en cualquier momento, poco importa que sea la primera o la novena, si las circunstancias lo requieren. Además, las aperturas que antes realizaba la parte baja de la rotación se han convertido en partidos del bullpen. Todo esto se ha traducido en un derrumbe de las estadísticas medias de los relevistas. Una consecuencia no prevista podría ser que el verdadero nivel de reemplazo del relevista moderno sea un poco más bajo de lo que nuestros cálculos actuales de WARP nos hacían creer.

A finales de agosto del 2019 vimos como se hacía realidad algo inimaginable: los relevistas que lanzaban más duro, aquellos reservados para la situaciones más calientes, estaban rindiendo a peor nivel que los abridores (la cosa se “arregló” a final de temporada, pero por poco. La ERA de los relevistas solo fue un 0.08 mejor que el de los abridores). Las exigencias depositadas sobre los bullpen los han llevado al límite. Ya no es como hace unos años, cuando los relevistas garantizan buenos resultados, ahora los abridores son más fiables.

El declive en el rendimiento de los brazos de relevo se debe en gran medida al aumento de la carga de trabajo. El siguiente gráfico nos muestra la cantidad de lanzadores con menos de 100 entradas por año.

Los equipos se han acostumbrado a meter y a sacar a los relevistas de la lista de lesionados y a moverlos entre Triple-A y las Mayores. Utilizan a un lanzador durante unos días seguidos y luego lo sacan del roster para meter a otro. En este proceso, a los pitchers les va muy mal. Tanto que han generado el peor Victorias Sobre Reemplazo (WAR, por sus siglas en inglés) de la historia. El gráfico nos muestra el total de WARP negativo acumulado por los lanzadores con menos de 100 entradas

Hace 50 años, cuando solo había 200 lanzadores que no llegaban a las 100 entradas, la contribución negativa de esos lanzadores era de unas 40 victorias perdidas más o menos. Hoy día, los relevistas triplican ese número, y la forma y la pendiente de la curva sugieren que irá a más de forma drástica.

El gráfico anterior utiliza la fórmula de victorias sobre el nivel de reemplazo de Baseball Prospectus, que en última instancia proviene de la estadística Promedio de carreras merecidas (DRA). Pero la misma tendencia a la baja también aparece en el WAR basado en el FIP que utiliza FanGraphs. Esto sugiere que la tendencia que comentamos no es fruto de un enfoque concreto.

Es importante señalar que la forma descendente en la gráfica no empieza hace cinco años (aunque se acelera notablemente en los últimos cinco). A los relevistas se les ha pedido que lancen más y con menos rutina durante períodos más largos. Y ha perjudicado su rendimiento. Esta tendencia se remonta a 1980. No es coincidencia que sea en ese momento cuando el papel de los relevistas aumenta tanto en tamaño como en responsabilidad.

Una parte importante del mal rendimiento de los relevistas está relacionada con los equipos que pierden a propósito. Estos envían malos lanzadores a la lomita sin preocuparse por el resultado. Lo único que quieren es que acumulen entradas. Los Tigers consiguieron la pasada temporada que sus peores lanzadores se combinaran para siete victorias negativas. Los Blue Jays para seis (si valoramos solo a aquellos lanzadores con menos de 100 entradas lanzadas). Esto no fue un privilegio único de los equipos del fondo de la clasificación. Los Yankees pusieron un par de victorias negativas y los Astros otra. Los malos equipos no son los únicos que alinean a jugadores por debajo del nivel de reemplazo. Los favoritos también lo hacen.

Con equipos utilizando a tantos relevistas por temporada y con una proporción tan grande de ellos resultando ser simplemente malos, puede que sea el momento de revisar lo que significa realmente el nivel de reemplazo. En un principio se afirmaba que el nivel de reemplazo era lo que aportaba un jugador al que se podía acceder sin dar nada (o casi nada) a cambio. Pensemos por ejemplo en un lanzador mediocre de Triple-A que podría ser elegido de entre las sobras de un equipo o intercambiado por “Consideraciones en efectivo” o como se suele decir por una bolsa de pelotas.

Pero el gráfico anterior muestra que el personal de pitcheo moderno ha fijado sus expectativas por debajo de la definición anterior. Si los jugadores de WARP cero estuvieran realmente disponibles todas las victorias negativas que acumularon los relevistas malos en 2019 no se habrían producido tan abruptamente. No, parece que el nivel de reemplazo para los relevistas se ha desplazado hacia abajo con mucha rapidez. Parece necesario redefinir el WAR.

Esto nos lleva a algunas implicaciones interesantes que afectan a la confección de los equipos. Los relevistas, especialmente los de fondo de armario, solían considerarse bastante prescindibles. Puedes deshacerte de uno mediocre y encontrar un sustituto en un instante. Esto va de la mano del concepto de nivel de reemplazo: si determinado nivel de rendimiento está disponible de forma gratuita, no es necesario pagar extra.

Pero en los tiempos del uso masivo del bullpen un lanzador capaz de darte un WAR de cero es una o dos victorias mejor del tipo que consigues por nada. Quizás los malos relevistas cuestan un poco más de lo que se creía. Además, todavía existe el problema de que los brazos del bullpen, sin importar lo buenos que hayan sido en un año concreto, son impredecibles más allá de unos meses. Con tantos equipos fracasando a la hora juntar un cuerpo competente de relevistas quizás haya algún valor en ser capaz de identificar a quien será simplemente malo en lugar de catastrófico.

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