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Image credit: Jerome Miron - USA TODAY Sports

Traducido por Pepe Latorre

Muchos lanzadores pasan por distintas fases a lo largo de su carrera. Suelen tener un momento en el que están en lo más alto y otro en el que su rendimiento es muy pobre. En ocasiones tienen años un poco feos, especialmente si tienen problemas físicos o cuando comienza su declive. Lance Lynn comenzó su carrera con actuaciones dignas y de nivel medio en 2012 y 2013. Alcanzó el siguiente nivel en 2014: un ERA de 2.74, 15 victorias y 24 aperturas de calidad. Volvió a rendir a buen nivel en 2015 y 2017 (se perdió el 2016 por la cirugía Tommy John).

Todo se torció en 2018. Es cierto que lanzó más duro y que tanto su ratio de swinging-strikes como de ponches aumentó, pero la falta de control le penalizó mucho. Su ratio de BB/9, que ya llevaba cuatro temporadas en ascenso, alcanzó 4.4. También tuvo que lidiar con el peor BABIP y porcentaje de corredores dejados en base de su carrera. Las bases por bolas y el BABIP hicieron que su WHIP se fuera hasta 1.53 y su ERA a un muy feo 4.77. A principios de 2019 no tenía demasiada fe en él debido a su poco control y al mayor número de contactos duros (para Statcast) permitidos de su carrera (37%).

Para Lynn las cosas fueron mucho mejor de lo esperado en 2019. Lo que nos toca preguntarnos ahora es si consiguió enderezar el rumbo de su carrera y va a entrar en otro período positivo o si fue todo suerte y esta temporada volverá a experimentar problemas. Vamos a profundizar en los números.

Lo primero para ver por qué Lynn rindió bien es fijarnos en como mezcló sus lanzamientos. En 2018 recurrió a su sinker el 33% de las ocasiones, y los resultados no fueron buenos. Se la batearon para un promedio de .309 y generó la ratio de Whiff más bajo (18%). Poco importó que fuera el lanzamiento que más bolas rodadas provocó. La sinker volvió a ser poco efectiva en 2019 (.325 de promedio), pero al menos Lynn recortó su uso a la mitad (hasta un 17%). Volvió a confiar en su bola de cuatro costuras más que en cualquier otro lanzamiento. También incrementó el uso de su curva y su cutter. Lynn sumó gracias a limitar sus debilidades. Es cierto que sus otros lanzamientos fueron buenos, pero evitar su sinker fue lo que más le ayudó.

En 2019 consiguió lanzar dentro de la zona con más éxito que en años anteriores. En 2018, por ejemplo, se centró más en que los bates persiguieran sus bolas. Atacó desde muy pronto (el 63% de sus primeros lanzamientos fueron dentro de la zona) y dominó el conteo. Limitó los boletos y generó más ponches por medio de abanicos (el máximo de su carrera: 13%). No se ve muy a menudo a un lanzador que sea capaz de reducir sus bases por bolas a la mitad, pero los resultados tienen sentido por los cambios que Lynn hizo.

Cuando nos fijamos en los emparejamientos vemos que mejoró mucho contra bates zurdos, lo que no era difícil si tenemos en cuenta que venía de su peor temporada antes ellos. Dobló su ratio de K/BB ante ellos y vio como empeoraba la línea de bateo de los rivales. Consiguió su mejor ratio de boletos de su carrera y su mejor ratio de ponches desde su corta temporada como novato.

Ser un lanzador más efectivo para los bateadores de ambos perfiles le llevó a lograr el mejor DRA de su carrera (3.15), lo que sugiere que verdaderamente se merece todo el crédito por los resultados obtenidos en 2019. La mejora en su tasa de ponches y swinging-strikes en la segunda mitad de la temporada sugieren que puede lograr dejar corredores en base a un nivel superior a la media y acumular un ERA bajo durante toda una temporada. Hubo algunas variaciones de BABIP y WHIP de mes a mes, aunque al final se compensó bien. Sus malos meses generalmente se caracterizaron por un aumento de las bases por bolas y las líneas, pero cuando llegaron los meses cálidos y limitó este problema vimos muy buenos resultados: ERA de 2.90 y WHIP de 0.92 en junio, y ERA de 3.13 y 1.07 de WHIP en septiembre.

¿Qué esperar en 2020? Algo que Lynn nunca ha logrado tener es un WHIP por debajo de la media, estar en torno al 1.20 parece razonable para él. En la era de la bola “dopada”, está logrando defenderse contra los cuadrangulares y su capacidad para lograr ponches nos hace pensar que conseguirá dejar a más corredores en bases. PECOTA estima que su ERA será de 4.14, pero me atrevo a decir que estará muy por debajo. No es una locura creer que repetirá o mejorará el 3.67 conseguido en 2019. Las claves son que siga limitando los boletos y que el BABIP le vuelva a sonreír. Se estima que su puesto en los drafts de Ligas de Fantasía será el 121. El riesgo vale la pena. Lynn estuvo entre los 15 mejores abridores de la liga la temporada pasada (variando según el formato). Hacerse con él en la octava o décima ronda tiene mucho sentido para mí, dará muchas opciones de cara al 2020. En una época en que la que los abridores de élite salen elegidos muy arriba, Lynn podría funcionar como un número dos para una rotación económica.

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Kevin Jebens

Editor and writer obsessed with the Cubs, fantasy baseball, and nerd culture.

@KevinJebens
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