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Image credit: Joe Camporeale-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Robbie Ray es un enigma. El zurdo de 28 años arrancará la temporada más importante de su carrera al tiempo que ingresará en la agencia libre el siguiente invierno. Por momentos, ha sido impresionantemente dominante. En otros, es una frustración continua.

Las ventajas de Robbie Ray son obvias: su tasa de ponches es la quinta más alta desde 2017 entre todos los abridores cualificados. Las desventajas también lo son: su índice de bases por bolas es el tercero más alto durante el mismo período. Ha tirado muchos lanzamientos durante los últimos tres años, pero no en el sentido de “caballo de batalla” que uno podría pensar. Ray ha realizado 85 aperturas durante ese trecho, pero ha entrado en la séptima entrada sólo 17 veces. Es más, no ha llegado a la sexta entrada 32 veces. Sin embargo, todavía acumula enormes totales de ponches y un montón de entradas, dejando a menudo a uno con la duda de qué podría ser si Ray realmente hiciera click consistentemente.

La versión actual de Robbie Ray surgió a principios de 2017. Como prospecto, batalló mucho para desarrollar un verdadero arsenal de abridor. Se pensó que un cambio de velocidad sería la clave de su desarrollo, pero el lanzamiento nunca llegó y ha sido efectivamente desechado desde el final de la temporada 2016. Ray se deshizo de su sinker al mismo tiempo, confiando en su bola rápida de cuatro costureras y en un par de lanzamientos rompientes. Eso le funcionó a medida que afinaba esos lanzamientos de ruptura—se volvieron más efectivos a medida que se volvían más verticales por naturaleza.

Sin embargo, en 2019 el sinker reapareció de forma limitada. Esto podría tener algo que ver con el hecho de que la velocidad de la bola rápida de cuatro costuras de Ray ha estado disminuyendo. Se asentó en 94-95 mph (151.2-152.8 kph) en 2017 con esa bola rápida desde el lado izquierdo. En 2018, perdió cerca de media milla por hora, y en 2019, las cosas tomaron un giro más pronunciado hacia abajo. Hace una temporada, su bola rápida de cuatro costuras iba a 92-93 mph (148-149.6 kph) y en septiembre, promediaba 91.6 mph (147.4 kph). Sin embargo, el asunto no le ha costado mucha producción. Su tasa de ponchados en 2019 se mantuvo por tercera temporada consecutiva por encima del 30% y fue la más alta del mes de septiembre a pesar de la disminución de velocidad. Como podrías imaginar, su tasa de giro en la bola de cuatro costuras cayó ligeramente en el proceso y el otrora poderoso lanzamiento que impulsó su arsenal parecía bastante promedio.

Sin mirar la pistola de radar, uno podría no saber que los lanzamientos de Ray cambiaron en absoluto. Esa tasa de ponches de élite permaneció intacta, pero la disminución de la velocidad no ha resultado necesariamente en más strikes—su tasa de bases por bolas permanece firmemente anclada en dos dígitos. Lo que es más importante, Ray sigue siendo uno de los lanzadores más conectados con fuerza en el béisbol. Aunque se pone en juego un número relativamente bajo de pelotas en su contra, las que lo son han sido asesinadas con frecuencia. Su índice de bateo duro ha sido superior al 40% en cada una de las últimas tres temporadas (sólo Shane Bieber de los Indians ha recibido un bateo más duro). Desde 2017, el índice de hits duros de Ray ha sido aproximadamente un 7% más alto que el promedio.

Todo esto es muy familiar para los aficionados de los Diamondbacks y seguramente también para la gerencia deportiva. Ray fue considerado un fuerte candidato a ser intercambiado este invierno—un estatus que ha mantenido por más de un año. Esos ponches siguen siendo atractivos para otros equipos, pero sus bases por bolas y sus fracasos en el lanzamiento profundo lo hacen prescindible al mismo tiempo. El estatus de Ray con el equipo estaba en duda mucho antes de que los Diamondbacks firmaran a Madision Bumgarner. Los D-backs pueden retenerlo fácilmente con su proyectado salario de arbitraje de alrededor de $10.5 millones de dólares. Después de todo, agregar a Bumgarner y restar a Ray es un movimiento lateral en el mejor de los casos. Manteniéndolo, ellos pueden realmente reforzar su rotación a tarifas inferiores a las del mercado y esperan retenerlo hasta finalizado el 2020 con la esperanza de extender una oferta calificada al futuro agente libre y recuperar una selección del draft. Cualquier equipo que lo adquiera tendrá probablemente las mismas esperanzas, y los D-backs lo saben. Su precio de venta probablemente lo refleje y ha evitado que se llegue a un acuerdo hasta la fecha.

No importa para quién lance en el 2020, a Ray le caería bien ver una o dos cosas que le faciliten la vida. Una mayor velocidad en su bola rápida podría ayudar, aunque sólo fuera para probar la salud de su brazo izquierdo. El superar, por lo menos, la sexta entrada con más frecuencia podría ayudar mucho también, particularmente durante una época en el que cada vez menos lanzadores regularmente lanzan profundamente en un juego. Contacto más débil y/o menos bases por bolas también sería un buen apoyo. Ray tiene mucho dinero apostando por estos indicadores la próxima temporada. Otro año de resultados frustrantes le vendría en mal momento.

Mientras que la cosecha de 2020 de lanzadores abridores agentes libres ciertamente no carecía de potencial de estrellas, el grupo de 2021 es mucho menos apetitoso. Ray será más joven que casi toda su competencia esperada en el mercado abierto, incluyendo a Jake Arrieta, Masahiro Tanaka, Jeff Samardzija, Trevor Bauer, Jake Odorizzi, James Paxton y Marcus Stroman. También es capaz de ser tan bueno o mejor que la mayoría de ese grupo. Si Ray puede inclinar la balanza en una dirección más favorable en el 2020, podría ser el lanzador más altamente compensado en la agencia libre del próximo año. Si no lo hace, podría terminar siendo obligado a tomar la oferta calificada, siempre y cuando haya recibido una. La brecha entre ser Zack Wheeler y Jake Odorizzi es algo notable en el campo, pero descaradamente obvia cuando se comprueban las cuentas bancarias.

Llamar a Robbie Ray un enigma no es una hipérbole. Tiene una o dos habilidades de élite, pero se queda atrás drásticamente en otros aspectos. Sus salvajes fluctuaciones entre la dominación y la frustración son más extremas que las de la mayoría. El potencial está ahí para más, pero ese potencial no es nuevo, ha estado burbujeando bajo la superficie desde hace algún tiempo. Los Diamondbacks pueden tener mayor incentivo para retenerlo ahora que cuando empezó el invierno, pero otros equipos seguramente siguen interesados. Sin embargo, todo lo que Ray puede controlar es a sí mismo, y en ese sentido, los espacios para mejorar son obvios. Una mejora mensurable en cualquiera de ellos podría impulsarlo a nuevas alturas, proporcionar un gran impulso a los Diamondbacks (o a cualquier equipo que le adquiera), e incrementar sus futuras ganancias de manera notable. Mantener el status quo no arruinará sus perspectivas por completo, sino que seguirá dejando algo que desear. El Año Nuevo acaba de comenzar, pero Robbie Ray ya debería estar cerca de la cima de la lista de jugadores más interesantes en el 2020.

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