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Image credit: Soobum Im-USA TODAY Sports

Traducido por Marco Gámez

Si hay un problema que los fanáticos citaron en referencia a ir a los juegos de las grandes ligas en 2019, no es el ritmo, la inexactitud del árbitro o los equipos no competitivos. Los precios de los boletos encabezan la lista, con personas preocupadas, y con razón, por el creciente costo por simplemente entrar al estadio (sin mencionar adquirir un lugar en el estacionamiento, una bebida fría y una comida suntuosa).

Un análisis estadístico de la asistencia desde 2012 muestra que el aumento de los precios puede haber disuadido a cerca de dos millones de fanáticos de asistir en los últimos cinco años. Pero a pesar del impacto masivo en las cifras totales de asistencia de la liga, el mismo análisis muestra que el aumento de los precios de las entradas genera más ingresos de los que quita, lo que significa que los propietarios tienen todos los incentivos para aumentar las tarifas.

En septiembre, examiné la relación entre “el hundimiento” o equipos no competitivos y la asistencia. Creé un modelo para predecir cuántos fanáticos asistieron a cada juego de 2012 a 2019, teniendo en cuenta una serie de factores que determinan las multitudes: el clima, el día de la semana, el momento de la temporada, y, lo que es más importante, las probabilidades de clasificar que tienen los equipos, tanto local como visitante. Ese modelo fue altamente preciso, con valores de R2 alrededor de 0.9. No es sorprendente que miles de personas más asistieron para ver a los héroes de su ciudad natal cuando eran contendientes a los playoffs que cuando estaban fuera de la competencia.

Esta vez, tomé el mismo modelo básico y lo apliqué a la pregunta: ¿hasta qué punto los precios de las entradas disuaden a los fanáticos de ir al estadio? Utilicé datos anuales sobre los costos totales de asistir a cada juego de pelota en cada año desde 2012, originalmente recopilados por la compañía Team Marketing Report en un informe y reunidos por el profesor Rodney Fort de la Universidad de Michigan. (Faltaban datos de 2017, por lo que supuse que los precios cayeron en el punto medio entre 2016 y 2018 para ese año extraviado). El Índice de Costos para el Fanático (FCI, por sus siglas en inglés) que utilicé refleja el precio de cuatro boletos promedio, así como alimentos, bebidas y estacionamiento. Los propietarios establecen los precios de cada uno de esos artículos y casi todo el dinero resultante se enrumba hacia sus bolsillos.

El promedio del Índice de Costo del Fanático ha aumentado en aproximadamente $23 en los últimos cinco años. Teniendo en cuenta que aumentó solo $4 en los cuatro años anteriores, los precios en alza son un fenómeno bastante reciente. Pero ya están teniendo un gran efecto.

Tomé las predicciones del modelo sobre cuántos fanáticos asistirían a cada juego y luego calculé cuántos más o menos realmente lo hicieron. Hubo una correlación significativa entre el FCI y el superávit o déficit de los fanáticos en cada juego, lo que indica que los costos estaban relacionados con el número de fanáticos que asistieron. Una regresión lineal simple mostró que, por cada dólar de aumento en el FCI, unas 37 personas menos asistían a un juego.

Vamos a jugar un poco a las matemáticas. Desde 2015, la asistencia ha disminuido en más de 5 millones de personas. En el mismo período, el FCI ha aumentado un poco menos de $23. Si aparecen 37 fanáticos menos en cada juego por cada dólar adicional que necesitan gastar, la disminución total de asistencia que puede atribuirse al aumento de los costos termina en aproximadamente dos millones de personas en los últimos cinco años.

Antes de continuar, hay un par de advertencias importantes para tener en cuenta sobre el FCI. Una es que el Team Marketing Report no publica una metodología detallada sobre cómo se recopilan los datos, por lo que no siempre está claro cómo se calculan estos números. No sé en qué tipo de comida basan el costo o si usan las opciones de estacionamiento más baratas. Pero es justo suponer que el mayor contribuyente al FCI son los precios de los boletos y que las clasificaciones de FCI coinciden razonablemente bien con los precios promedios publicados de los boletos.

En segundo lugar, los costos reales dependen en gran medida del juego en particular al que asista una persona. Es probable que los juegos de fin de semana y aquellos contra adversarios especialmente atractivos cuesten más, pero solo tengo un precio promedio para todo el año. En promedio, todas las diferentes circunstancias que provocan costos más altos o bajos deberían igualarse en el transcurso de una temporada, pero introduce mucho ruido en los efectos estimados en la asistencia. En tercer lugar, como siempre, la correlación no implica necesariamente causalidad, aunque en este caso existe una relación económica directa y conocida entre el precio de los bienes y la demanda de esos bienes. Aún así, tomé el resultado con la debida precaución.

Suponiendo que la relación aquí es causal, estos resultados implican que aproximadamente el 40% de la caída en la asistencia en los últimos cinco años se debe al aumento de los costos. En investigaciones anteriores descubrí que otra caída de un millón de personas es atribuible, al menos en parte, a los efectos del “hundimiento”. Eso nos da una explicación de la mayoría, pero no de todos, de los recientes problemas de asistencia de MLB. (Desde una perspectiva contable, la disminución total de estas dos fuentes es de 3.4 millones, mientras que la asistencia real se redujo en 5.2 millones. Esto implica que otros factores pueden estar contribuyendo a la reducción de la asistencia en los últimos años).

Este resultado también arroja algo de luz sobre la forma en que los precios de los boletos continúan aumentando. Si un solo dólar de aumento en el precio de las entradas solo disuade a unos 3.000 fanáticos por temporada, el equipo pierde menos de $200,000 (suponiendo un precio medio de $60). Esa pérdida de $150,000 se ve eclipsada por el dinero extra que los aproximadamente 28.000 fanáticos por juego gastan para adquirir sus asientos. Por cada dólar que pierden al aumentar los costos, obtienen alrededor de 10 de vuelta de su base más pequeña de fanáticos pagando más.

Por supuesto, hay un límite en la cantidad de personas que estarán dispuestas a pagar para asistir a un juego de grandes ligas y los aumentos de precio por encima de ese límite deberían reducir drásticamente la asistencia. Pero ningún equipo parece haber alcanzado ese umbral todavía, ni muestran signos de acercarse. En 2019, los Chicago Cubs y New York Yankees cobraron más del doble del precio promedio de las entradas y aún así se ubicaron cerca de la cima de sus respectivas ligas. Para los propietarios, parece una obviedad: ¿por qué no cobrar más?

El aumento de los precios de las entradas vale la pena a corto plazo, pero el impacto a largo plazo es menos seguro. La base de fanáticos de las Grandes Ligas de Béisbol es mayor en comparación con otros deportes, y los jóvenes son precisamente el grupo que más tiene que perder al gastar un dólar extra. Si el aumento de los costos afecta desproporcionadamente a los fanáticos veinteañeros y treintañeros, los propietarios podrían estar exprimiendo sus ganancias en el presente, mientras la próxima generación de fanáticos traslada su preferencia a otros pasatiempos.

Incluso dejando de lado las preocupaciones relacionadas con la edad, una parte del disfrute de los deportes proviene de la experiencia en persona. Es difícil creer que el futuro a largo plazo de la liga sea viable si los equipos continúan cobrando un precio cada vez mayor a un público cada vez más reducido. Pero sin ninguna penalización financiera inmediata para detenerlos, y sí recompensas significativas por cobrar más, no veremos esta tendencia detenerse en el corto plazo.

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