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Image credit: USA Today Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

Estamos a finales de agosto, y sin el drama vacío del periodo de intercambios, puede ser este un tiempo medio pobre en cuanto a historias sobre el béisbol. Las carreras por los cetros se empiezan a encender, y hubo acción muy interesante en los terrenos de juego este fin de semana, pero debido a la estructura de la competencia por los Comodines (la cual enturbia las aguas de las dos competencias divisionales, y las cuales no pintan mucho para los aficionados, gracias al truño que resulta el premio), es difícil para mucha gente sumergirse en los acontecimientos del día a día todavía.

Sin embargo, el Juego de las Estrellas y la fecha límite para intercambios en el espejo retrovisor hace que sea un poco difícil encontrar narrativas que no se valgan de los resultados del día. Lo que necesitamos es la persecución de un récord, y por muy buenos que sean Christian Yelich, Cody Bellinger y Mike Trout, no van a conectar 30 cuadrangulares en las próximas seis semanas para perseguir ese récord. Tampoco, a pesar de la increíble durabilidad de Justin Verlander y su desafío a la curva de envejecimiento, va a ponchar a 383 bateadores o a ganar 30 juegos.

No, si queremos encontrar una buena persecución de un récord para captar nuestra atención durante un tiempo, vamos a tener que cavar un poco más profundamente. Aquí hay algo: el récord de una temporada para el promedio de bateo de un bateador sobre pelotas en juego (BABIP por sus siglas en inglés) está bajo la amenaza más seria en por lo menos una década.

En 1977, el año en que coqueteó con el .400 y finalmente bateó .388, Rod Carew bateó .408 sobre pelotas en juego. Esa es la cifra más alta que un bateador ha obtenido desde 1930, cuando había una bola de conejo, un grupo de gordos poblando los jardines, y ningún semblante de la sabiduría moderna sobre defensivas. Aunque Ty Cobb, Shoeless Joe Jackson y Rogers Hornsby obtuvieron BABIP en ciertas temporadas que harían que te salieran los ojos, Carew es el poseedor del récord, correctamente entendido.

Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, ese récord está en peligro. Cuando Fernando Tatís Jr. cayó lesionado por el resto de la temporada con una dolencia de espalda la semana pasada, lo hizo con un BABIP de .410 en 372 apariciones en el plato. Ningún bateador había llegado al 15 de agosto con un BABIP tan alto desde el Chris Johnson de Atlanta en 2013, cuando se mantuvo en .414 hasta esa fecha y terminó con .394. Sin embargo, esta temporada, Tatís ni siquiera lideraba las Ligas Mayores en esa categoría, porque Bryan Reynolds de los Pirates tenía un BABIP de .415 en 383 viajes al plato. Reynolds cayó un poco y abrió el domingo con .406, pero sigue siendo una amenaza para Carew.

Si has leído análisis sabermétrico durante algún tiempo, es probable que estés preparando un camión lleno de advertencias y desestimaciones, listo para volcarlos en este recuento. Por favor espera. Por un lado, aunque la teoría de DIPS se ha mantenido en gran medida para los lanzadores, ya hemos pasado la noción de que se debe esperar que los bateadores corten hacia cualquier número de BABIP que sea de importancia, a lo largo de una temporada. Esbozando el perfil de un bateador, debería ser posible estimarle un BABIP, y los extremos en esa columna todavía señalan a menudo la regresión que viene, pero no siempre es así.

Más importante aún, cuando no es así, es crucial que reconozcamos el hecho y lo aceptemos. Los peloteros quienes pueden generar hits consistentemente con pelotas en juego a un ritmo mucho más alto que sus compañeros no sólo son valiosos, sino realmente excitantes, y una especie cada vez más amenazada. Carew tuvo 10 temporadas con un BABIP de al menos .350. Derek Jeter tuvo nueve, Wade Boggs siete. Sólo tres jugadores activos—Miguel Cabrera, Joey Votto y Dexter Fowler—tienen cinco o más temporadas de este tipo, y ninguno de ellos lo ha hecho desde 2016.

Existen, al menos a mi parecer, dos maneras diferentes de generar un excelente BABIP de una manera no suertuda, y aunque una es más repetible que la otra, ambas hacen que un jugador sea divertido de ver al plato. Felizmente, Reynolds y Tatís representan cada estilo, por lo que podemos utilizarlos como casos de estudio, en el camino para decidir si se trata de una persecución de récord seria.

Reynolds es lo que yo llamo un agrupador de ángulo de salida. Escribí sobre la agrupación de ángulos de salida de una manera muy enfocada a principios de esta temporada, cuando Byron Buxton se mantuvo brevemente a ritmo de 100 dobles. Lo que descubrí fue que Buxton lo estaba logrando en gran parte bateando la bola con fuerza en una banda de ángulo de salida de línea baja, y haciéndolo muy seguido. Sin embargo, también encontré que tal agrupamiento es difícil de mantener (al menos en una banda lo suficientemente estrecha como para seguir generando cualquier resultado, como un doble), y de hecho Buxton (además de ser descarrilado por su cita anual con la lista de lesionados) ha comenzado a batear por debajo de la pelota mucho más a menudo.

Reynolds es un tipo diferente de agrupador, o al menos estamos buscando una forma mucho más flexible de agrupamiento, porque hay un montón de lanzamientos que son propicios para  sencillos pero no para dobles, y los sencillos hacen tanto por tu BABIP como lo hacen los dobles. No es un término terriblemente preciso, pero este tipo de agrupación—la eliminación de los errores, el énfasis en la precisión del barril del bat y el hecho de que la precisión del barril se mantenga constante en el plano con el lanzamiento—está en el centro del desarrollo moderno del bateo, mucho más que la noción simplificada de elevar más los batazos, tema que ha llegado a dominar la conversación en torno a los ángulos de salida.

Reynolds también es el mejor practicante de este arte. De todas sus pelotas bateadas, el 38.5% han sido entre 0 y 20 grados de ángulo de salida. Amplíe los umbrales a -5 grados y 25 grados, y el número es 53.4%. De cualquier manera, Reynolds lidera a todos los bateadores con al menos 150 bolas bateadas en esa agrupación. Aunque también cuenta con algo de poder, Reynolds no va a iluminar el extremo superior del medidor de velocidad de salida; pero consistentemente batea coletazos duros y roletazos.

También es muy bueno usando el centro del diamante y va en sentido contrario casi tan a menudo como jala los batazos, así que es difícil de defender. Basado en las características de bolas bateadas, Statcast genera una lista de cinco bateadores comparables para cada jugador, y dos de los de Reynolds son las versiones actuales de Fowler y Cabrera. Sin embargo, es más rápido de lo que ellos son ahora, y su juventud funciona en formas que van más allá de eso. También, de vez en cuando es capaz de golpear la pelota con más autoridad en un swing de emergencia que sus contrapartes más veteranos.

Tatís, por su parte, representa menos la clase Fowler/Cabrera/Votto de los valores atípicos de BABIP, y más la clase que incluye versiones jóvenes de chicos como Mike Trout, Andrew McCutchen, Javier Báez y Ronald Acuña. Ilumina el extremo superior del medidor de velocidad de salida, y muy a menudo. Golpea mal la pelota, debido a la violencia de su swing, pero casi nunca la levanta o incluso levanta un fly lento hacia el jardín. Más bien, la mayoría de sus fallos van justo al piso, y con esos su velocidad de élite todavía puede crear hits.

Tatís y Báez están juntos en la lista de peloteros que menos frecuentemente ponen una pelota fácil para la defensa, y ambos están en lo más alto. Tatís también usa todo el campo, pero lo más importante es que cambia algunos ponches por contacto más duro—un intercambio que Reynolds, con razón, hace mucho menos voluntariamente, ya que su contacto duro no es tan duro y no va a conseguir bases extras tan frecuentemente.

Debido a sus posiciones, sus estilos de juego y sus trayectorias, el jugador comparable más natural de Tatís aquí es Báez, pero mientras que la disciplina del plato de Báez le impide ser tan consistente como podría ser, la de Tatís es avanzada. Es por eso que puede conseguir más a menudo un lanzamiento para aporrear, y es por eso que llegó a las Grandes Ligas (para siempre) mucho más joven de lo que lo hizo Báez. Eso también importa, porque tiene ese paso extra que Báez ha perdido desde que tenía 20 o 21 años, y la misma ventaja de unos pocos años de velocidad de ojos y manos que Reynolds tiene sobre Fowler y Cabrera.

Como casi siempre será el caso cuando uno se encuentra con una persecución de récords a mediados de agosto, es probable que este no caiga. Una mala semana o dos, un mal bote o dos, y Reynolds podría perder el ritmo. Tatís está ahora fuera de circulación debido a una lesión, la forma en que Mickey Mantle cayó de la persecución de cuadrangulares en 1961, dejando sólo un competidor consistente e impresionante (pero mucho menos famoso) para perseguir la historia.

Sería genial si Reynolds pudiera unirse al pequeño club de peloteros que se han clasificado para el título de bateo con un BABIP superior al .400: Carew, Manny Ramírez, José Hernández (sí, en serio, pero no el traductor de esta pieza) y Roberto Clemente. En caso de que lo haga, y especialmente si rompe el récord de Carew, ten cuidado y no lo confundas con una casualidad. Puede que Reynolds no pueda repetirlo, pero está muy lejos de ser algo que ha ocurrido por accidente.

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