
Traducido por Marco Gamez
El lunes, los Mets informaron que el derecho Zack Wheeler está lesionado. La gravedad de la lesión es, como es habitual con los Mets, incierta. El propio Wheeler lo describió como un “pinzamiento del hombro”, pero los médicos de los Mets fueron más parcos, y lo llamaron “fatiga”. Lo primero es, ciertamente, más preocupante que lo segundo, ya que las lesiones en el hombro a veces pueden ser el beso de la muerte para los lanzadores.
A raíz de su traslado a la lista de lesionados, los reporteros expresaron su preocupación sobre la carga de trabajo de Wheeler esta temporada. El manager de los Mets, Mickey Callaway, fue claramente desafiante en su respuesta, diciendo: “Si no puedes lanzar cada cinco días en las Grandes Ligas, no mereces ser un lanzador abridor”.
Un examen detallado de las cargas de trabajo de los lanzadores de los Mets muestra que han estado siguiendo una estrategia atípica en su uso de lanzadores. Pero el vínculo entre esa estrategia y las lesiones posteriores es mucho más obscuro.
Una de las muchas tendencias basadas en la sabermetría durante la última década ha sido un movimiento para limitar la cantidad de lanzamientos. Mientras que anteriormente los lanzadores abridores completaban los juegos o al menos permanecían en él hasta que se volvían muy ineficaces, las oficinas principales y los gerentes modernos parecen establecer límites estrictos sobre cuántos envíos puede totalizar un lanzador. Estas restricciones pueden ser tanto para maximizar el rendimiento y evitar que los lanzadores pasen por el orden de bateo tres veces como para minimizar las lesiones.

Cada línea en el cuadro anterior representa la mediana de lanzamientos de un equipo por apertura desde 2010. Observe que casi todos los equipos han recortado significativamente la duración de las salidas de los lanzadores abridores. He destacado dos líneas que son de particular importancia aquí: en negro está el promedio de las grandes ligas, que ha disminuido en casi 10 lanzamientos por apertura durante la última década. En azul está la línea de los Mets.
(Aparte de eso, hay otra línea a la que hay que prestar especial atención: la rosada, que muestra la mediana más baja para cantidad de lanzamientos por lanzador de un equipo en los últimos 10 años y es de los Rays, que usaron varias estrategias no tradicionales de tipo “relevista abridor” la temporada pasada, disminuyendo la mediana de la cantidad de lanzamientos realizados por lanzador)
La tendencia a lo largo del béisbol es muy clara: los lanzadores abridores son retirados más y más temprano, y rara vez alcanzan 100 lanzamientos en el juego moderno. Sin embargo, los Mets de 2019 se resisten a esa tendencia, alcanzando la mayor mediana en cuanto a cantidad de lanzamientos se refiere en las grandes ligas desde los Red Sox de 2017 y la mayor carga de trabajo para los lanzadores de los Mets desde hace casi una década (2010).
Ajustados por el número promedio y desviación estándar de lanzamientos por de la liga, los Mets de 2019 presentan la sexta cantidad más alta de lanzamientos por apertura en comparación con las grandes ligas desde 2010. Están haciendo algo muy inusual en una era en la que los equipos son cada vez más consistentes en limitar la cantidad de lanzamientos.
Es probable que no sea una coincidencia que los Mets también hayan tenido también uno de los cuerpos de abridores más exitosos en el béisbol, según el Promedio de Carreras Merecidas (Deserved Run Average o DRA, por sus siglas en inglés), donde ocupan el tercer lugar en las grandes ligas. Cuanto más exitoso es un lanzador, mayor es el incentivo para que el mánager les permita seguir en su apertura, totalizando más lanzamientos. Pero hay más de una forma de destacar en el departamento de lanzadores abridores: los Dodgers que ocupan el primer lugar en su división tienen a sus lanzadores abridores lanzando 10 veces menos que los Mets y acumulan un DRA menor por media carrera.
Como se mencionó anteriormente, una gran parte de la tendencia hacia reducir la cantidad de lanzamientos no tiene nada que ver con la gestión de la fatiga y si está muy relacionado con evitar la penalización por la mayor cantidad de veces que enfrenta a la alineación rival. Cuantas más veces un lanzador se enfrenta a la misma alineación en un juego, menos efectivos se vuelven. Las oficinas centrales son fieles a esta premisa y han abastecido de mejores relevistas su plantilla, permitiendo a los managers retirar a sus abridores y usar un carrusel de brazos de relevistas.
Pero, incluso si las limitaciones en el número de lanzamientos fuesen únicamente por razones de rendimiento, también debe tomarse en cuenta que pueden evitar lesiones en los lanzadores abridores. Por ejemplo, se han registrado 46 cirugías de Tommy John en 2019, en comparación con 74 hasta la misma fecha en 2016 y 93 al mismo tiempo en 2014 (basándonos en la lista de cirugía indispensable del tipo Tommy John elaborada por Jon Roegele, y descartando las cirugías con incertidumbre en sus registros). Eso no quiere decir que MLB haya resuelto las lesiones del lanzador, pero lo que antes parecía una epidemia ahora es mucho más manejable.
Sin embargo, las tendencias de todas las grandes ligas no son una prueba de que todos los jugadores eviten lesiones al lanzar menos lanzamientos. Aunque la gente ha intentado crear reglas estrictas y rápidas (como en el ahora desacreditado efecto Verducci), la conexión sigue sin estar clara. Parece indiscutible que el acto mismo de lanzar causa desgaste, así que es lógico pensar que limitarlo reduciría la fatiga y las lesiones. Y varios artículos más recientes han encontrado conexiones entre la cantidad de lanzamientos y las lesiones o ineficacia.
Un estudio realizado por J.C. Bradbury y Sean Forman encontró que cada lanzamiento adicional lanzado redujo el rendimiento en la siguiente apertura. El efecto fue pequeño en la escala de cada lanzador individual, pero al sumar entre 5 y 10 lanzamientos adicionales que los Mets permitieron que lanzaran colectivamente sus abridores, es lo suficientemente significativo como para impactar la efectividad del equipo en un par de décimas de carrera.
Fuera de las grandes ligas, hay cada vez más pruebas de que las limitaciones en la cantidad de lanzamientos ayudan a los lanzadores más jóvenes a evitar lesiones. Investigadores de la Universidad Ohio State descubrieron que había más lesiones en la medida en que los lanzadores de la escuela secundaria lanzaban más. Investigadores japoneses obtuvieron resultados similares enfocándose en 149 lanzadores aún más jóvenes.
Pero ¿esos resultados se extrapolan a MLB? Hay mucha menos certeza a nivel profesional y no hay disponibilidad para realizar el tipo de experimentos que los investigadores usan para analizar a los lanzadores juveniles. A medida que la cantidad de lanzamientos por lanzador disminuye uniformemente en toda la liga, también hay menos variación contra la cual probar. ¿Cómo le habría ido a Wheeler si se le pidiera que lanzara 120 lanzamientos por inicio, como solían hacerlo los lanzadores en Grandes Ligas? En el juego moderno, es imposible averiguarlo.
Incluso con toda esa incertidumbre, es interesante y destacable que los Mets están oponiéndose a una tendencia que ha dominado en MLB durante la última década. Al igual que con la mayoría de las estrategias que se oponen a la sabiduría de la liga, solo el tiempo puede proporcionar una respuesta definitiva sobre si fue sabio o temerario. La lesión de Wheeler podría ser un presagio de muchos más problemas por venir o, simplemente, una nota al margen de una temporada exitosa para los lanzadores abridores de Nueva York.
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