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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Pepe Latorre

Tyler Skaggs, descansa en paz.

Nunca llegué a conocer a Tyler Skaggs en persona. Los más cerca que estuve de él fueron un par de aperturas en el Angel Stadium durante el verano pasado.

Aunque no era uno de los más populares, Skaggs formaba parte de nuestra rutina de aficionados fieles al béisbol. Poseía un trabajo peculiar, uno que solo poseen unas 120 personas en el planeta: miembro de una rotación de las Mayores. Verle salir a la lomita cada cinco días significaba que las cosas iban bien. Ver la frase “abridor esperado: Skaggs” era una de las pocas cosas buenas de este mundo.

Yo mismo acabo de cumplir 27 años y he hecho bromas negras, por no decir de mal gusto, sobre mi posible muerte en los próximos 12 meses. Es la edad a la que murieron Kurt Cobain, Janis Joplin y Jimi Hendrix. Las hago presuponiendo que mi vida no está en riesgo. A los 27 años y sin ningún problema grave de salud, doy por sentado el hecho de estar vivo.

Seguramente a Skaggs le pasaba lo mismo. Imaginó que nunca, ni siquiera por un momento, se le ocurrió pensar que no iba a llegar a su 28º cumpleaños ( que es en dos semanas). ¿Cómo iba a pensar, al bajar vestido de vaquero del vuelo temático de los Angels a Texas, que le quedaba menos de un día de vida?

Es difícil procesar la muerte de un atleta de élite en su plenitud física. Nuestro mundo está destrozado. Pero incluso los que seguimos su carrera de cerca acabaremos volviendo a la rutina antes o después. Aunque un evento tan trágico siempre se quedará con nosotros.

Sin embargo, para aquellos que lo conocieron personalmente: los reporteros que cubrían el equipo, amigos, familia y sobretodo su esposa Carli, con la que se había casado el invierno pasado, era mucho más que su bola curva de autor, sus strikeouts, su DRA y la rotación de sus lanzamientos. Era mucho más importante en sus vidas de la que lo fue en las nuestras. Ellos han perdido a un amigo, a un familiar, a un esposo.

El brillante futuro lleno de esperanzas que tenía por delante se ha ido, como dijo Billy Eppler, General Manager de los Angels. Nunca le vamos a ver jugando con sus hijos en el outfield. Nunca va a ser padre. Me hundo solo de pensarlo.

Espero que los Angels, una organización que ha sido golpeada por varias muertes prematuras en el pasado, se recupere de esto y sea capaz de llegar a esa postemporada que llevan tanto tiempo buscando. Sería muy bonito ver como sirven una copa de champagne junto a la taquilla vacía durante la celebración. Algo parecido a lo que se hizo ante la foto de Nick Adenhart (otro lanzador de los Angels que murió de forma trágica) que hay en el jardín derecho cuando el equipo ganó la división en 2009.

Los recuerdos sobre Skaggs vivirán en nosotros, y sus numeritos en las bases de datos de Internet. Él nos ayudó a olvidar los malos momentos de nuestras vidas con sus lanzamientos. Descansa en paz, Tyler.

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