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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Carlos Pérez 

Cuando una estrella aparece en el firmamento – mediante un traspaso o un fichaje – hay una buena oportunidad de que se rescate la historia de uno de los grandes de la historia y se utilice como antepasado. Tentador, por una parte; desafiante, por otra. Como es natural, estas comparaciones (normalmente injustas) están limitadas por espacios de tiempo y logística, y suelen provenir de un reflejo orgánico como un recuerdo de la infancia o una decisión respecto a los dorsales.

Algunas de esas comparaciones son tan desalentadoras que uno casi quiere olvidarlas por el bien del jugador. Así fue cuando Tyler Kepner del New York Times comparó al entonces nuevo fichaje de los Nationals, Max Scherzer, hace cuatro años:

Vistió el número 37 para los Detroit Tigers, su equipo durante las últimas cinco campañas. Stephen Strasburg viste el número 37 en Washington, pero Scherzer no lo quería. Eligió el 31: ¿quizás por Greg Maddux?

“De hecho, es cierto”, dijo Scherzer hace unos días junto a su taquilla en el Space Coast Stadium.

Es tan aspiracional como suelen ser estas cosas. Scherzer fue un lanzador excelente, claro, hacía un año había ganado el premio Cy Young, y hablaba de la obsesión de Greg Maddux sobre mejorar. Scherzer también era un lanzador de poder que se había convertido en un abridor de primera a los 27 o 28 años. Su ERA ajustada de toda su carrera en aquel entonces era un 17% mejor que el promedio de la liga, lo cual le ubicaba junto a Jon Lester, Chuck Finley o Jimmy Key hasta los 29 años, no en el camino de Maddux. Pero el desafío llegó de todas formas.

También ha envejecido bien. Scherzer tendrá 30 años durante la mayor parte de la temporada, como Maddux en 1996. Maddux completó todas las salidas en sus siete primeras temporadas de sus treintas, con un récord de 123-59 con un promedio de carreras limpias permitidas de 2.76.

Como la mayoría de comparaciones, esta no ha sido olvidada o cómica. En su lugar, parece profética. Después de haberse superado durante las primeras cuatro temporadas de sus treintas con ERA de 2.71 y un registro similar de salud, Scherzer ha mostrado un parecido a Maddux que llama la atención.

En este punto, avancemos: ¿qué tan cerca está Scherzer de su ídolo? ¿Y qué tiene que hacer para seguir así?

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(Starts  = Aperturas, Leader Points = Puntos de Líder, ERA+ rank = ERA+ Ránking)

Vamos a medir esto de maneras diferentes, por perspectiva. Las aperturas se explican por sí solas, y WARP casi también. Está basado en la estadística de DRA de BP ajustado por épocas. También es una estadística de conteo, lo que desvirtúa la balanza hacia Maddux y hacia cualquiera que haya trabajado en una época donde los lanzadores jugaban más, así que vamos a buscar “Puntos de Líder” WARP… que es algo que he inventado.

Funciona así: terminar como el mejor lanzador del béisbol por WARP vale 10 puntos, el segundo mejor vale nueve, y así. Ser el décimo mejor vale un punto, por debajo no hay puntos. Como verá, no es una cosa tangible en el universo de Maddux o Scherzer. Es rudimentario, no es científico, pero responde a la pregunta básica de qué tan alto están en el ránking.

Finalmente, he tomado ERA+ y comprobé dónde están los dos dentro del grupo de lanzadores desde la integración que mantuvieron un promedio de 30 o más salidas por temporada durante la época donde los lanzadores lanzaban tanto.

La temporada 1996 de Maddux es la séptima mejor temporada de 200 entradas según DRA, y fue una temporada de 245 entradas. Scherzer dio pasos importante en esa primera temporada en Washington. Pasó de ser un lanzador de strikes a atacar agresivamente fuera de la zona. También cambió los usos de su slider y su cambio de velocidad, e hizo del slider su mejor arma de poca velocidad.

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Nunca fue suficiente que Maddux pudiera poner la pelota justo donde quería. También concebía lo que ahora llamamos ‘tunneling’. Los cambios de Scherzer, por comparativa, podrían ser caracterizados como descubrimientos de fuerza bruta, pero eso quitaría el trabajo que va en diseñar y utilizar un lanzamiento como su recta cortada.

Después de alcanzar las 90mph en 2015, la recta cortada se convirtió en un lanzamiento real en 2016. Lanzar cuatro tipos de lanzamientos diferentes con efecto alrededor de las 90mph parecía que Scherzer estaba empujando a los bateadores fuera de la zona. El resultado: una temporada después de unas exhibiciones de lanzadores en 2015, fue que Scherzer estaba arriba mientras otros sufrían lesiones, regresiones o inconsistencia.

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Solo 162 lanzadores desde la integración han hecho 90 aperturas durante las primeras tres campañas de sus treintas, y pocos han lidiado con las ofensivas a las que Maddux y Scherzer se enfrentaron. Las primeras 728 2/3 entradas de los treintas de Maddux iban desde la temporada MVP de Ken Caminiti al verano de McGwire-Sosa. Durante esos tres años, solo permitió 33 vuela cercas. En comparación, Corey Kluber permitió 68 jonrones durante las últimas tres temporadas en 633 2/3 entradas de (casi igual trabajo dominante).

Scherzer nunca ha sido un líder en evitar jonrones. Parece que los deja por piedad. Los bateadores cierran los ojos y esperan lo mejor, pero se suelen ir de vació. A veces, José Iglesias se irá fuera de la barda a mitad de un partido de 20 ponches. En 2017, el año más extremo en jonrones de las mayores, Scherzer estuvo muy cerca de ser el mejor lanzador del mundo, con la mejor ERA de su carrera y el segundo mejor DRA por bebajo de los 50.

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La pasada temporad,a incluso con Jacob deGrom copando titulares, parecía que Scherzer se movía hacia un nuevo escenario. Parecía que perseguía al fantasma de Maddux en una partida de Mario Kart.

(Pausa. Pensemos qué tan intense sería ver a Max Scherzer jugar Mario Kart).

No hay parte fácil en esta misión, pero Scherzer está llegando a la parte dura. Donde 116 lanzadores post-integración han promediado 30 o más salidas durante las cuatro primeras temporadas de sus treintas, la lista se queda en 49 durante siete temporadas – que llevaría a Scherzer al final de su contrato y al punto de comparación de Kepner. Por ahora, su habilidad sobre el montículo han sobresalido, pero no hay que ser un genio para pensar cómo podría suceder lo contrario.

Incluso fuera del camino de Maddux, los Hall of Famers han convertido el declive de sus carreras en maravillas. No es que esta sea la única manera o la mejor manera de entrar en el panteón de los lanzadores en sus treintas. Es solo que parece la opción que más le pega a Scherzer.

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Esta es la clasificación sobre la que Scherzer está intentando aterrizar. Será duro alcanzar a Kevin Brown, cuyos treintas coinciden parcialmente con los de Maddux. Si el tiempo y las circunstancias no hubieran conspirado contra él, quizá él sería una leyenda que perseguir, pero en su lugar todos los lanzadores jóvenes miran a Maddux.

Otros contemporáneos podrían unírsele, teóricamente. Un año antes del camino, Zack Greinke podría formar parte de la conversación, pero hay márgenes que lo hacen difícil. Greinke fue el 12º mejor lanzador el año pasado, con 3.09 DRA, y eso – a pesar de ser asombroso – rompe el encantamiento.

“También envejeció bien”.

Después de ver a otros tratar de imitar a los grandes, la línea de Kepner sobre Maddux parece quedarse corta. Parece que ha evadido todo el proceso de envejecer y lo ha asustado, manteniendo todas las habilidades que en teoría tendrían que haber reducido. En un arrojo para mejorar todo, Maddux mejoró en la idea de lo que es posible. Mientras que Scherzer muestre signos de esa calidad, nada sobre él debería quedarse corto.

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