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Image credit: USA Today Sports

Traducido por Carlos José Lugo

A medida que la temporada pasada avanzaba, Byron Buxton floreció en una superestrella. Anteriormente limitado por su pobre enfoque y poroso swing, Buxton encontró su ritmo al plato y el antiguo dos veces prospecto número 1 del béisbol de BP, arrasó la liga durante los últimos dos meses y medio, bateando .314/.359/.553 con 12 jonrones y 15 bases robadas en 62 partidos después del Cuatro de Julio.

Impulsado por esa mejoría ofensiva, su valor alcanzó un nivel de elite. No fue únicamente el surgimiento de su producción con el bate lo que motorizó su estallido, sin embargo. Lo que atestiguamos durante la recta final del 2017 fue la maduración completa de un atleta tan especialmente dotado, que la única persona capaz de neutralizarlo es él mismo. De muchas maneras, Buxton ha aprendido a utilizar las incomparables herramientas con las que ha sido bendecido.

Para empezar, eso implicó reforzar un enfoque al plato enteramente opuesto. Brooks Baseball divide los lanzamientos que ven los bateadores en tres categorías: rápidos, curvas y lentos. En la primera mitad del 2017, Buxton hizo swing al 67 por ciento de los lanzamientos lentos, 48 por ciento de las curvas y 41 por ciento de los rápidos. Eso simplemente no es lo que ningún bateador debería estar haciendo. El que Buxton lo estuviera haciendo es un indicativo de qué tan descarrilado andaba. Con frecuencia lucía perdido y en desventaja al plato. Un bateador con habilidades de reconocimiento de lanzamientos tan pobres como las mostradas por Buxton a principios del 2017 está condenado.

Lo que hace especiales a los jugadores especiales es que estos pueden hacer ajustes y mejorar debilidades en formas que otros no pueden. En la segunda mitad, el jugador de 23 años redujo su proporción de swings a lanzamientos lentos a un 56 por ciento, hizo swing a casi la mitad de los pitcheos rápidos que vio, y solo persiguió los lanzamientos curvos el 41 por ciento del tiempo.

Sea que el coach de bateo de primer año, James Rowson, y el staff de terreno de los Twins hayan encontrado la forma de reparar el paradigma de reconocimiento de pitcheos de Buxton, o sea que hayan arreglado su enfoque mental en una forma que este estuviera mejor preparado para anticipar la selección de pitcheos y atacar solo aquellos envíos que quería, Buxton hizo bien. Su agresividad fue mayor, no menor, pero porque él sabía a qué le estaba haciendo swing, hizo mucho más contacto a los lanzamientos que le dieron mayor cantidad de problemas a inicios de la temporada.

Ese no fue, sin embargo, el único ajuste significativo de nivel-veterano hecho por Buxton. Se volvió un mejor defensor, adoptando un poco de la nueva sabiduría convencional: que los jardineros sirven solo a sus propios egos jugando a poca profundidad. De los 31 jardineros centrales que calificaron en la primera mitad del 2017, Buxton se posicionó menos profundo a la defensiva que todos a excepción de cuatro, con una distancia promedio de 311 pies del plato. En la segunda mitad, sin embargo, jugó más profundo que el jardinero central promedio, a 318 pies del plato. (De los 27 calificados que hubo en la segunda mitad, Buxton fue el duodécimo que jugó mas profundo.)

Buxton es un gran jardinero central defensivo no importa qué, y alcanzará a atrapar aproximadamente el mismo porcentaje de elevados y líneas conectadas en su dirección sin importar donde se posicione. Los Twins, de hecho (esto no es únicamente por Buxton, pero que así sea) permitieron un BABIP de .337 en elevados y líneas conectadas al jardín central en la segunda mitad, casi justo al mismo nivel que la cifra de .336 que concedieron en la primera mitad. Pero, en la segunda mitad el porcentaje de slugging que ellos permitieron a esas pelotas bateadas fue de .608, un descenso del .671 de la primera mitad. Jugar a distancia más profunda implica que un número más alto de hits que un jardinero central roba a los bateadores oponentes, pudieron haber sido dobles o triples en vez de sencillos. Buxton es incluso una amenaza de robar un posible cuadrangular de vez en cuando.

Esto es doblemente importante de otra manera. Buxton juega duro. Es, quizás, el jugador más rápido en el béisbol, pero mientras Dee Gordon y Billy Hamilton consiguen su velocidad con facilidad y pueden acelerar y desacelerar rápidamente, Buxton es de extremidades largas y (aunque esbelto) parece un tren. Hasta ahora ha tenido espantosas colisiones con las paredes de los jardines. Ha chocado con compañeros de equipo en busca de elevados cortos. El y un marginal prospecto del outfield terminaron muy maltratados después de una colisión a alta velocidad en los canales del jardín en ligas menores unos años atrás. Los riesgos de todos estos tipos de colisiones y lesiones aminoran jugando un jardín central más profundo. El ocasional hit de liga tejana es un pequeñísimo precio a pagar por los múltiples beneficios de posicionarse más atrás.

La única otra forma en la que Buxton puede incrementar su impacto en el juego es convirtiéndose en un robador de bases elite, y eso también fue lo que hizo a finales del 2017. Después de regresar el 1 de agosto de una estadía de dos semanas en la lista de lesionados, robó 13 bases en 13 intentos durante los últimos dos meses. Dado que (a consecuencia de su poder y el éxito de la alineación de los Twins en ese lapso) Buxton sólo tuvo alrededor de 45 oportunidades de robarse una base en ese periodo, su proporción de éxitos en esas oportunidades estuvo a la mima altura que los robadores elite del juego – y obviamente, él pudo haber sido aún más agresivo.

Durante esta primavera, él ha estado hablando sobre la posibilidad de robar 50 bases. Eso luce fácilmente a su alcance. Buxton ha estado trabajando en optimizar las mecánicas de su arranque y en ser más agresivo tomando ventajas en las bases. Si todo ese trabajo tiene el efecto deseado, Buxton podría convertirse en la fuerza ofensiva más dinámica de todo el centro de la Liga Americana. Eso está aún sobre la mesa. Es incluso excepcional en mantenerse alejado de los doble plays. Algo de eso resulta de su lugar en el orden de bateo y algo de eso tiene que ver con sus problemas para hacer contacto, pero el hecho cierto es que Buxton ha bateado para apenas cuatro rodados de doble matanzas en 980 apariciones al plato en su carrera. Es apenas uno de dos jugadores en tener dos temporadas de al menos 300 apariciones al plato y dos o menos rodados para doble play antes de cumplir 24 años, el otro individuo siendo Joe Morgan.

Buxton debería concitar incluso más atención de la que ya recibe. Cuando conectó un montón de jonrones al final del 2016, el entusiasmo fue atenuado por los obvios problemas que aún estaba teniendo con el reconocimiento de pitcheos y su disciplina al plato. Esas pueden ser fallas inherentes e irreparables, y las mismas pueden descarrilar a atletas extraordinariamente talentosos. La segunda mitad de Buxton sugiere, sin embargo, que es capaz de diferenciar una bola de un strike y una bola rápida de un cambio de velocidad, al menos con la frecuencia suficiente como para cubrir las imperfecciones en su swing y la falta de refinamiento en su enfoque.

También está madurando lo suficiente para aprovechar su velocidad al máximo, en el terreno y en las bases, sin colocarse a sí mismo en riesgo excesivo de lesiones. No evadan sus expectativas con Buxton. No es Mike Trout y tampoco es Joe Morgan, pero ya ha respondido las mayores interrogantes acerca de su desarrollo. Es una superestrella.

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