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Image credit: © Bob DeChiara-USA TODAY Sports

Traducido por Marco Gámez

Desde sus días como uno de los mejores prospectos en el sistema de Atlanta, la mayor crítica hacia Austin Riley era que tendía a poncharse debido a su largo swing, esto lo hacía particularmente vulnerable a abanicar los lanzamientos quebrados. El pronóstico era que nunca ganaría un título de bateo, pero que su prodigioso poder natural sería, de todos modos, suficiente para convertirlo en un útil jugador para todos los días.

Al principio de su carrera, ese informe parecía muy preciso: irrumpió en la escena con una ráfaga de jonrones, ocho en sus primeros 16 juegos, en 2019, pero la línea de producción ofensiva se vio afectada por la incapacidad para manejar los lanzamientos quebrados con calidad de MLB, y terminó la temporada con un poco atractivo porcentaje de ponches de 36.4 y un porcentaje de strikes abanicando de 20.4. En una liga cada vez más llena de sliders, ese tipo de defecto se destaca como la razón que puede hundir a un prospecto.

Salta a tres temporadas posteriores, y es seguro decir que ese no será el caso. Riley no solo se ha convertido en un importante jugador diario, sino que obtuvo votos para JMV en 2021 con una sólida línea de producción ofensiva de .303/.367/.531 y parece estar en el lado de recibir aún más respaldo en 2022 con una de .297/.358/. 590 en un peor entorno de competencia en la liga. Los ponches todavía están ahí, y probablemente, hasta cierto punto, siempre lo estarán, pero sus porcentajes son significativamente mejores en que su temporada de novato: 23.8 % en 2020, 25.4 % la temporada pasada y 25.1 % este año.

Las mejoras han sido lo suficientemente impresionantes como para que los Braves crean en él, y recientemente aseguraron sus servicios para la próxima década en la esquina caliente del Truist Park. Riley ha superado las expectativas y ha sido impulsado por una mejora constante en comparación con su antiguo talón de Aquiles:

Austin Riley vs Sliders & Curvas

Año vs. Sliders, Valor de Carrera/100 Percentil de Liga (min. 100 AP) vs. Curvas, Valor de Carrera/100 Percentil de Liga  (min. 100  AP)
2019 -1.79 21st  0.86 67th 
2020 1.19 81st  5.16 95th
2021 0.77 80th  3.9 97th
2022 3.08 98th  7.58 99th

Esos números muestran su desempeño contra lanzamientos quebrados a lo largo de los años. Si valor de carrera no es lo que te gusta, debes saber que el SLG de Riley contra sliders saltó de .426 como novato a .613 esta temporada, con su SLG contra curvas mejorando de .333 en 2019 a un incalculable .849 en 2022.

Primero mostró signos de ajuste durante la temporada de 2020, acortada por la pandemia, cuando comenzó a exhibir un ojo más disciplinado en el plato y, claramente, hizo un esfuerzo por limitar sus abanicados contra los envíos más difíciles de la liga. En 2019, abanicó el 45.9 % de los lanzamientos quebrados que intentó batear; en 2020, ese número se redujo a un más deseable 39 %, y nuevamente en 2021 bajó a 35.2 %, donde se ha mantenido mayormente esta temporada (36.8 %). Alcanzó este logro al mismo tiempo que redujo sus malos batazos y mejoró la calidad de su contacto general, no ha producido ni una sola vez un manso batazo elevado contra un lanzamiento quebrado en 2022 y promedió una velocidad de salida de 94 mph (151 kph) contra ellos este año, un récord personal y el quinto más alto promedio actual en las mayores.

Ha convertido esta falla en una fortaleza, y lo ha hecho no solo acostumbrándose a la calidad de los lanzamientos que ha visto en su carrera en las grandes ligas; sino que también realizó ajustes en su mecánica que le permiten tener más tiempo para discernir a qué lanzamiento se enfrenta y causar el mayor daño una vez que lo identifica.

Para ilustrar, observa estas sliders de Patrick Corbin, una en 2019 y otra en 2022, ambas dirigidas hacia la parte trasera del pie de Riley:

Trata de encontrar las diferencias en la forma en que batea y el swing de Riley. Primero, la forma en que batea:

En 2019 (izquierda) vemos a Riley agachado, con el pie colocado hacia la línea de la tercera base. Sus manos están en alto, casi al nivel de sus ojos y el ala del casco. En 2022 (derecha), Riley está más erguido, cerrado con su pie adelantado más cerca del plato, y sus manos están más bajas, más alineadas con su barbilla que antes. Esos cambios tienen el efecto acumulativo de hacer que Riley sea más equilibrado, capaz de crear un camino más directo a la zona para sus manos y despejar sus caderas durante el swing. Eso significa que puede esperar un poco más y llevar la cabeza de su bate al lugar exacto que quiere más rápido que antes, y puede hacerlo mientras mantiene su poder. Podemos ver que parte de esa diferencia en la mecánica aparece durante las dos diferentes situaciones de bateo:

En 2019, Riley se balanceaba un poco hacia atrás antes de comenzar su primer movimiento en el proceso de hacer swing, luego extendía la cadera antes de comenzar su rotación. Esto, combinado con él doblando la cintura hacia adelante para alcanzar los lanzamientos adentro, provocaba una desconexión ocasional en su cadena cinética y una colocación inconsistente de sus manos al comenzar su corte. En resumen, la postura y el inicio del swing desequilibrados de Riley crearon swings desiguales y minaron su poder natural. En este caso particular, sus manos bajaron cuando se inclinó hacia adelante, aplanando y dirigiendo su swing sobre la slider de Corbin:

En 2022, hubo una marcada diferencia:

Aquí vemos una secuencia mucho más limpia: el paso de zancada de Riley alimenta directamente la rotación de su cadera en un solo movimiento suave, lo que permite una transición eficiente de la potencia a la parte superior de su cuerpo. Su columna mantiene aproximadamente el mismo ángulo y, en lugar de doblar la cintura como antes, coloca las manos en posición para el lanzamiento adentro halándolos hacia atrás y hacia adentro. Cuando se secuencia correctamente, esa torsión es clave para generar potencia de impacto; crea torsión en su torso, con la rotación hacia adelante de sus caderas torciendo su mitad inferior en una dirección y la rotación hacia atrás de sus hombros torciendo su mitad superior en la dirección opuesta. Cuando ese torque finalmente se desenrolla, la energía reprimida se ejerce a través de sus manos y bate, lo que lleva a un impacto más contundente cuando hace contacto:

El swing de Riley ya estaba diseñado para el tipo de inclinación hacia arriba que maximizaría su poder natural, por lo que no necesitaba una revisión completa; en cambio, la mecánica más simple le ha brindado esa fracción de segundo adicional crucial para determinar dónde aterrizarán esos lanzamientos quebrados que desafían las leyes de la física. Eliminar los movimientos extraños ha creado una trayectoria de bate más confiable, lo que resulta en menos abanicados y malos batazos. Con esa base mejorada, su talento natural puede hacer el resto, y hay muy pocos jugadores mejor dotados que él para enviar pelotas de béisbol a los asientos de los jardines. Estos ajustes le han permitido dar el último paso hacia delante y unirse a las filas de los bateadores de poder más peligrosos del beisbol.

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