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Image credit: Kevin Sousa-USA Today Sports

Traducido por Martín Alonso

Primera parte

3. Buck Rodgers

Milwaukee Brewers, 1982: Récord de Rodgers: 23-24. Nuevo mánager: Harvey Kuenn. Récord final: 95-67-1.

Harry Dalton contraataca. Rodgers guió a los Brewers a su primera aparición de postemporada en 1981, pero la secuela no solo fue una temporada perdida sino, según Dalton, el Gerente General de los Brewers, fue aburrido. “No hemos estado jugando bien, incluso cuando hemos ganado, lo cual no ha sido muy frecuente últimamente,” dijo. “Segundo, no hemos sido entretenidos. Estamos en la industria del entretenimiento. Cuando ponemos un equipo en el campo, deberíamos tener un buen show.” Esto es conocimiento que ha desaparecido de la major league baseball. Hay textos enterrados en desiertos del Medio Oriente que, si recuperados, sorprenderían menos a los dueños de los equipos de grandes ligas que ese pequeño pedazo de información. Les transmitiría una responsabilidad desconocida por ellos. En el caso de Rodgers, el ser aburridos era causa de perder a un club de veteranos. Rodgers aludiría luego a dos “cánceres…que intentaron apuñalarme en la espalda, pero no lograron que me despidieran”. El récord logró eso. El longevo entrenador de bateo del equipo, Harvey Kuenn, fue contratado en el interino. Dalton aclaró que no sería considerado para un puesto permanente porque sufría de varias condiciones médicas, pero los “Wallbangers de Harvey” jugaron tan bien que llegaron hasta el séptimo juego de la Serie Mundial. Rodgers pasó a los Expos y luego los Angels pero sólo pudo hacer lo suficiente con dos franquicias mediocres.

Lección de vida: Cuando tu cerrador dice sobre tu manejo del bullpen: “Ese es probablemente el último clavo en el ataúd” después de perder un partido, probablemente deberías actualizar tu currículum.

2. Larry Bowa

San Diego Padres, 1988. Récord de Bowa: 16-30. Nuevo manager: Jack McKeon. Récord final: 67-48.

Uno de los predecesores de los Padres de Bowa, Dick Williams, se sintió socavado por el longevo gerente general Jack McKeon. El perpetuamente irritado Bowa fue el mánager que lo reemplazo. No era Trader Jack quien sostuvo el cuchillo, sino el presidente del equipo. Los Padres del 88 fueron esta extraña mezcla de los espectacularmente talentosos, los igualmente mediocres, y los torturados psicológicamente, pero no debieron ser el equipo de .347 que fueron debajo de Bowa. Cuando Bowa fue despedido, The Sporting News remarcó que el final fue similar al resto de su mandato: corto, intenso, y un poco agresivo. Después que el presidente del equipo, Chub Feeney, le dio la noticia a Bowa, el capitán sin navío dijo: “Me sentiría peor si hubiese sido despedido por alguien con dignidad, alguien creíble, alguien quien respete”. Bowa pudo o no estar en lo correcto con el asesoramiento de su jefe, pero también demostraba las tendencias hipercríticas que le habían costado el equipo. “En mi opinión, Larry no estaba calificado para manejar este equipo, y le doy el crédito a la gerencia por tomar la decisión antes de que se arruine la temporada”, dijo el pitcher Andy Hawkins. Chub probablemente se sintió satisfecho después de eso. En sus memorias I Ain’t No Athlete, Lady, John Kruk observó que entre Williams y Bowa vino Steve Boros. “Un buen hombre…Era demasiado bueno, asi que contrataron a Larry Bowa para asegurarse de que no nos saliéramos con la nuestra…Pasaron de Dick Williams, quien era muy parecido a Larry, al hombre más bueno del planeta. Luego contrataron a Larry, otro psicópata”.

Máximas que debieron estar en el almanaque Poor Richard: Aquel que contrate a un mánager loco no debería estar sorprendido cuando el mánager resulte estar loco.

1. Billy Martin—Todos

  • Detroit Tigers, 1973. Récord de Martin: 71-63. Nuevo mánager: Joe Schultz. Récord final: 85-77.
    Utilizó a la prensa como campo de batalla contra el gerente general Jim Campbell, el cuerpo de ojeadores y de desarrollo de jugadores, y contra sus propios jugadores; se peleó en un bar con el jardinero de los Tigers Ike Blessitt durante los entrenamientos de primavera; llegaba tarde y sin preparación alguna para los partidos; admitió públicamente que le había ordenado a sus lanzadores usar la spitball para enfurecer al béisbol por tolerar a Gaylord Perry. Fue despedido inmediatamente después.
  • Texas Rangers, 1975: Récord de Martin: 44-51. Nuevo mánager: Frank Lucchesi. Récord final: 79-83.
    El nuevo y errático dueño, Brad Corbett, fue una mala pareja para el errático manager, especialmente después de que el segundo golpease al secretario de viajes mayor de edad, Bert Hawkins, viajase con sus amantes en el avión del equipo, haya retado al gerente general Dan O’Brien en la prensa por no adquirir al receptor de nivel promedio Tom Egan, diciendo, “No puedo ganar con los jugador que Brad me pone encima”, y declaró la guerra contra él por la canción del séptimo inning. Cosa sería.
  • New York Yankees, 1978: Récord de Martin: 52-42. Nuevo mánager: Bob Lemon. Récord final: 100-63.
    Parecía haberse descompuesto públicamente después de años de tartar con George Steinbrenner y sus demonios personales; se volvió tóxicamente celoso de Reggie Jackson; dejó de comer, pero siguió tomando. Finalmente, a fines de julio, cometió seppuku al decir, públicamente, de Jackson y Steinbrenner, “Uno nació mentiroso y el otro es un convicto”. Fue obligado a renunciar al día siguiente. El equipo, el cual estaba 10 partidos por detrás de los Red Sox en ese entonces, tuvo una remontada histórica bajo su reemplazo, el flemático Bob Lemon.
  • New York Yankees, 1988: Récord de Martin: 40-28. Nuevo mánager: Lou Piniella. Récord final: 85-76.
    Los Yankees tenían una política que Martín, ahora de 60 años, nunca debería ser dejado solo en un bar. Aun así, esto pasó en un bar topless de Dallas después de un partido contra los Rangers. Alguien atacó a Martin en el baño de hombres, golpeó severamente, y luego lo lanzó contra una pared, cara primero. Casi pierde una de sus orejas. En junio dejó intencionalmente al relevista Tim Stoddard en un partido para que fuese azotado porque la oficina principal se rehusaba a dejarlo libre. Finalmente, manejó pésimamente al bullpen en una serie crítica contra los Tigers, resultando en tres derrotas por walk-off consecutivas. Fue “reasignado” cuatro días después. “Martin no era el mismo Billy Martin esta vez,” dijo Steinbrenner.

Algo sobre qué pensar: Por más que lo intentes, ninguno de nosotros somos el mismo Billy Martin esta vez, y algunos de nosotros nunca lo fuimos.

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