
Traducido por Marco Gámez
Después de un año fuera de acción debido al COVID-19, las ligas menores están de regreso. Este año, hemos tenido la suerte de obtener una gran mejora en los datos provenientes de MiLB: por primera vez, MLB ha proporcionado algunos de los mismos tipos de datos de rastreo a los lanzamientos y a los batazos que obtenemos en las grandes ligas. Esta nueva información nos permite vislumbrar la calidad de la competencia en las menores y otras ligas, y muestra el drástico ajuste que deben hacer los prospectos cuando llegan a las grandes ligas.
Hemos tenido la suerte de recibir información de PitchF/X, luego datos de Statcast durante más de una década, y éstos han proporcionado la información para innumerables análisis del béisbol a nivel de las grandes ligas. Aunque los equipos han establecido elaborados sistemas de rastreo y acuerdos de intercambio de datos para sus prospectos, muy poca de esa información ha llegado a la esfera pública. Pero este año, MLB nos regaló nuestro primer vistazo a una muestra significativa de datos de las ligas menores.
Los datos de las menores provienen de Hawkeye, el sistema al que MLB cambió en 2020. Aunque hay pequeñas diferencias técnicas, los resultados y las mediciones deberían ser aproximadamente comparables a los que vemos en las mayores. En total, las ligas menores y los datos adicionales ascienden a más de 100,000 lanzamientos, todos efectuados en 2021, de Clase A, la Liga Atlántica y un poco de pelota universitaria. La mayor parte de esto, tres cuartas partes, es de Clase A, específicamente de la liga Southeast, de clasificación A Baja.
Existen limitaciones y desafíos más significativos en términos de calidad de datos fuera de MLB. Identificar el lanzamiento (saber si un lanzamiento es una recta o una recta que se corta, etc.) es más difícil para los jugadores con menos datos y quienes no suelen anunciar si están probando un nuevo lanzamiento. Las variaciones del estadio fuera de MLB pueden ser sustanciales, y hay razones para creer que las instalaciones de equipos de rastreo pueden ser un poco menos cuidadosas en un estadio universitario, seleccionado al azar, que en un estadio de Grandes Ligas.
Para reducir algunos de estos problemas, analicé a los lanzadores con datos tanto en las menores como en las mayores. Al comparar su velocidad y quiebre en los dos niveles, debería ser posible detectar contratiempos significativos en los sistemas de rastreo. Exactamente 10 de los lanzadores en esta muestra también tenían datos de las ligas mayores y pudimos usar estos lanzadores para asegurarnos de que no había ningún ajuste del sistema en cuanto a velocidad. (El más reconocido de ellos fue Jacob deGrom en una apertura de rehabilitación, cuando lanzó rectas a 99.4 mph (160 kph) contra abrumados jugadores de ligas menores).
En general, deGrom y otros como él tuvieron velocidades de bola rápida exactamente a la par con sus promedios de Grandes Ligas, lo que sugiere que no hay un sesgo técnico importante hacia lecturas más bajas o más altas en estos datos. (Lo mismo ocurre con los números de quiebre y ubicación). Esta es una muestra pequeña, pero representa una evidencia alentadora de que los números de las menores no son demasiado ambiguos. Hubo variaciones, como una apertura atípica de tres millas por hora (4.8 kph) para Dellin Betances, pero no debemos esperar que todos los jugadores de Grandes Ligas se vean igual en las menores, especialmente considerando que a menudo están allí para rehabilitar lesiones.
Habiendo verificado que los datos son al menos aproximadamente comparables a los de las Grandes Ligas, me propuse cuantificar cómo difieren las ligas que no son Grandes Ligas en términos de calidad de pitcheo. La métrica más reveladora para cualquier lanzador, incluso más allá de sus números de rendimiento, es su velocidad de bola rápida. Y, efectivamente, hay una gran brecha entre lo que lanzan los jugadores de ligas menores y sus colegas de las grandes ligas.
Nivel | Promedio de velocidad de recta 4 costuras |
MLB | 93.7 |
Clase A | 92.3 |
Universitario | 90.4 |
Ligas Independientes (Atlantic) | 89.6 |
Es una diferencia de aproximadamente cuatro millas por hora (6.43 kph) entre la Atlantic League y las Grandes Ligas, o alrededor de dos desviaciones estándar (en las Grandes Ligas). Estos números muestran inmediatamente cómo varía la calidad de la competencia entre las ligas: muchos lanzadores de ligas menores simplemente no podrían mantenerse en la MLB con rectas que apenas alcanzan las 90 mph (145 kph), especialmente cuando el promedio ahora se acerca a las 94 (151 kph).
La diferencia es aún más pronunciada cuando observas los números de los lanzamientos en curva. Por ejemplo, la bola curva mediana en las mayores cae unas siete pulgadas (18 cm) en su camino hacia el plato; en las menores, es un 30% menos, unas 5 pulgadas (13 cm). Un patrón similar se aplica al movimiento horizontal en los sliders. Las bolas rápidas, en comparación, son relativamente controladas, aunque incluso allí, los jugadores de Grandes Ligas tienen una ventaja de 0.4 pulgadas (1.0 cm).
También hay una diferencia en términos de comando, o al menos en lo que respecta a dónde suelen ir los lanzamientos en las ligas menores. Los jugadores de ligas menores tuvieron entre un 10 y un 20% más probabilidades de enviar un lanzamiento (más de dos pies) (0.6m) hacia adentro o hacia afuera que sus colegas de Grandes Ligas. Fue más probable que lanzaran muy alto (cinco pies o más) (1.5 m) y muy bajo también, y debido a esto, la distancia promedio desde el centro de la zona en las menores fue aproximadamente media pulgada (1.3 cm) mayor. Entonces, los jugadores de ligas menores no solo pueden jactarse de lanzamientos marcadamente peores, sino que tampoco pueden controlarlos del todo.
No hace falta un profundo análisis de datos para decir que la brecha en cuanto a pitcheo entre las mayores y las menores es muy grande. Pero esto muestra exactamente cuán grande es esa brecha. En algunos aspectos, el estatus del pitcheo en las menores no está muy lejos de donde estaba MLB hace una década. Alrededor de 2009, la velocidad de la bola rápida era aproximadamente 1.5 mph (2.4 kph) más baja que en la actualidad, y algunos tipos de lanzamientos en curva parecían moverse un poco menos que ahora.
La tecnología, la sabermetría y el desarrollo del pitcheo han elevado, cada vez más, el estándar en las mayores. (Las sustancias pegajosas también parecen haber estado presentes en las menores, como lo demuestra una disminución importante en las revoluciones casi al mismo tiempo que se redujeron en las mayores). Aquellos jugadores que no se están o no se han beneficiado de estos cambios podrían haber sido buenos jugadores hace una década, pero se quedan rezagados en el beisbol moderno. En cierto modo, esto hace que la difícil situación de un jugador de ligas menores que ha pasado mucho tiempo ahí sea aún más trágica: quizás algunos de ellos, si hubieran nacido un poco antes, se habrían convertido en jugadores de Grandes Ligas útiles. Pero tienen la desgracia de tener que competir contra jugadores como deGrom y Shohei Ohtani, quienes han elevado el estándar de las Grandes Ligas tan alto que solo los mejores de cada generación pueden jugar en el mismo juego que ellos.
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