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Image credit: Kevin Jairaj-USA TODAY Sports

Traducido por José M. Hernández Lagunes

En el sexto partido de la Serie Mundial del año pasado, el abridor de los Rays, Blake Snell, estaba en plena forma. En cinco innings, había permitido dos hits y ninguna base por bolas o carrera, y había ponchado a nueve. Sólo había realizado 69 lanzamientos. Retiró al 17º bateador que enfrentó, AJ Pollock, y luego permitió un sencillo al noveno bate de los Dodgers, Austin Barnes.

Y entonces lo sacaron. Nick Anderson sustituyó a Snell. Después de un doblete, un wild pitch y un fielders choice, los Dodgers tenían todas las carreras que necesitaban para ganar el juego y la Serie.

¿Vaya, ya lo sabías? Bueno, qué tal esto: la razón por la que Kevin Cash sacó a Snell fue que se había enfrentado a la alineación de los Dodgers dos veces. Es cierto que el primer bate de los Dodgers, Mookie Betts, se había ponchado en cada una de sus dos apariciones anteriores. Pero los datos han demostrado que la eficacia de los lanzadores disminuye considerablemente la tercera vez que se enfrentan a los bateadores de sus oponentes. A esto le llamamos la penalización de las ocaciones a través del orden, TTO por sus siglas en inglés, times through the order.

¿También lo sabías? Bueno, qué tal esto: en 2020, los lanzadores hicieron mejor labor frente a los bateadores una tercera vez que la segunda. Puedes verlo aquí. La primera vez que los lanzadores abridores se enfrentaron a bateadores en 2020, permitieron un OPS de .717. La segunda vez, la penalización por TTO entró en vigor, y el OPS permitido aumentó a .765. La tercera vez, cayó a .753. Eso no es una penalización, es una recompensa.

Voy a llamar a esto “dos verdades y una mentira”. Cash efectivamente sacó a Snell del sexto partido. La penalización por TTO existe. Pero fue peor de lo que muestran los números, en 2020 y en cualquier otro año.

Puedo ilustrar mejor esto con Drew Pomeranz. En 2019, antes de encontrar su salvación en el bullpen, batalló mucho como abridor. Y sus divisores de TTO fueron raritos: su OPS permitido la primera vez a través del orden, .817, fue mayor que la tercera vez, .785. ¡Mejoró a medida que avanzaba el juego!

Pero no es cierto. Pomeranz abrió 18 partidos. En 13 de esos partidos, enfrentó al orden tres veces. En los otros cinco, fue destrozado la primera vez en al orden, permitiendo una línea de .333/.412/.769. Si se eliminan esos datos, su línea de bateo en el primer TTO cae a .217/.291/.387, muy por debajo de su línea de .282/.349/.436 en la tercera ocasión.

¿Ves lo que está pasando ahí? Si agrupas todo lo que un abridor permite a los primeros nueve bateadores a los que se enfrenta, vas a incluir un montón de salidas pésimas en las que no fue lo suficientemente bueno como para permanecer el tiempo suficiente para enfrentarse al orden por tercera vez. Subestima su éxito la primera vez que se enfrenta a la orden.

Es un problema de sesgo de supervivencia. Para durar lo suficiente como para enfrentarse a la alineación contraria por tercera vez, especialmente en una era de bullpens con ocho brazos, tienes que estar lanzando razonablemente bien. Tu material funciona. Tuviste suficiente éxito la primera y la segunda vez que te enfrentaste a la alineación para volver a hacerlo. Al incluir las salidas menos exitosas en los cubos de la primera y segunda vez, estás subestimando el rendimiento del lanzador en relación con la tercera vez.

Por ejemplo, el 6 de mayo de 2019, Pomeranz abrió contra los Reds. En la primera entrada, Cincinnati envió a nueve bateadores al plato. Pomeranz permitió una caminata, dos sencillos, un triple, dos cuadrangulares y una base robada. Los Reds anotaron nueve carreras. En el segundo inning, fue sacado después de retirar a dos bateadores, pero permitiendo dos sencillos más, un doble y otro cuadrangular. Esas nueve pésimas apariciones al plato en la primera entrada están incluidas en sus números de la primera vez. Las seis malas apariciones en el segundo inning se incluyen en sus números de la segunda vez. Pero no se incluye nada en sus números de la tercera vez, porque claramente no era lo suficientemente bueno para permanecer allí.

Propongo que al analizar la penalización del tercer TTO, consideremos sólo los juegos en los que el lanzador duró tanto tiempo. Así podemos ver cuánto se deteriora el rendimiento de un lanzador después de enfrentarse a 18 bateadores. Las salidas en las que no pasa de 18 no deberían contar.

Bien, es hora de ver algunas gráficas. Aquí está la penalización del TTO como se reporta usualmente. Las tres barras son los OPS permitidos para la primera, segunda y tercera vez en el orden.

Los 1,796 lanzadores que iniciaron partidos el año pasado se enfrentaron a la alineación al menos una vez. Permitieron un OPS de .717. De ellos, 90 ya no estaban presentes la segunda vez. Los 1,706 lanzadores restantes permitieron un OPS de .765. Sólo 1,252 se enfrentaron a la alineación por tercera vez, permitiendo un OPS de .753.

Pero si nos fijamos sólo en los 1,252 que se enfrentaron a la alineación tres veces en un partido, surge una imagen diferente, como ilustra la línea sólida.

Si excluimos a los lanzadores que no duraron lo suficiente como para enfrentarse a la alineación contraria una tercera vez, los lanzadores permitieron un OPS de .669 la primera vez y de .707 la segunda, además de ese .753 de la tercera vez. Eso es una penalización. El OPS de los oponentes aumentó un 6% de la primera vez a la segunda y otro 6% de la segunda vez a la tercera.

Pero 2020 fue un año raro. ¿Qué tal el 2019?

Considerando todos los lanzadores, el OPS permitido aumentó de .730 la primera vez a .803 la tercera, un aumento del 10%. Al limitar el análisis a los lanzadores que se enfrentaron a la alineación tres veces, el aumento fue del 14%, de .701 a .803.

Y fue aún más grave en 2018.

Los lanzadores que se enfrentan a la alineación tres veces sufrieron un aumento del 17% en el OPS permitido de la primera a la tercera vez a través de la alineación, de .670 a .784. Si el universo son todos los abridores, el aumento es sólo del 12%, de .700 a .784.

Veámoslo de otra manera. El OPS permitido en la tercera oportunidad a través del orden es el mismo en ambas formas de verlo. Démosle un valor de 100. Podemos ver las otras dos veces a través del orden basado en eso. Por ejemplo, así es como se ve para 2019.

La progresión para todos los titulares de 91, 97 y 100 significa que el OPS de la primera vez a través del orden fue un 9% más bajo que el de la tercera. El OPS de la segunda vez fue un 3% más bajo. Pero si nos fijamos sólo en los lanzadores que se enfrentan al orden tres veces, la primera vez es un 12% más baja y la segunda es un 8% más baja. Esa es una diferencia significativa. Los lanzadores que se enfrentan al orden tres veces lo hacen considerablemente mejor las dos primeras veces a través de la alineación de lo que los números agregados sugieren.

Este es el promedio de las últimas nueve temporadas.

Incluyendo todas las aperturas, el OPS la primera vez a través del orden es un 8% más bajo que la tercera, y la segunda vez es un 4% más bajo. De hecho, si incluimos sólo a los lanzadores que se enfrentan a más de 18 bateadores—esa es la situación a la que se enfrentaron los Rays con Snell en octubre—la primera vez es un 12% más baja y la segunda un 8%. Los lanzadores que ven a la alineación contraria una tercera vez, lanzan mejor la primera y la segunda vez que como se reporta. La penalización por TTO es peor de lo que pensamos.

Eso es en los últimos años. En el próximo artículo, echaré un vistazo más atrás, viendo cómo era la penalización cuando los lanzadores abridores duraban más tiempo.

Gracias a Lucas Apostoleris y especialmente a Shawn Brody por el difícil trabajo de recabar todos los datos utilizados en este artículo.

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